COMPRAS ACCIDENTADAS
Estaba en su casa, de pronto recordó que
le faltaban varios productos, los cuales utiliza diariamente. Se dispuso
tranquilamente a pensar en todo lo que le hacía falta para no olvidarse de nada
y no necesitar volver pues para nosotras las personas ciegas se nos complica un
poco el tema por el asunto de solicitar ayuda de los transeúntes para cambiar
de acera, o ubicar el mercado.
Salió a la calle muy dispuesta sin saber
que aquel día sería totalmente atípico por lo insólito de la situación que le
tocaría vivir.
Al llegar se acercó a la persona que
siempre está en la caja, casi a la entrada, es una señora de nacionalidad
China, luego de saludarla le pidió que enviara a uno de los chicos que estaban
siempre para que la acompañara a desplazarse por entre las góndolas. Como pudo
en su idioma entremezclado, le dijo:
-Chico están
descargando mercadería que llegó, ir este chico.
Gran
problema. Pues los muchachitos que le ayudaban siempre son peruanos, y el que
le tocó en suerte era Chino. ¿Cómo hago para que me entienda?
-Pero ¿Cómo hago para que este
muchachito me comprenda?
La señora dijo:
-Él ayuda.
El Chico dijo:
-voluntá, voluntá.
Allí empezó el desastre.
-Quiero saquitos de mate cocido, (Mate,
Mate), sí, sí. Tráelo, no le comprendía, entonces pensó y dijo:
-cajita, cajita, cajita- repetía sin
entender, ella, paquete, y entonces le trajo un paquete de kilo de hierba mate.
De pronto una señora se acercó que tal
vez presenció la escena, y tomando la caja de saquitos de mate cocido la puso
en sus manos y se alejó.
-Vamos a otro lado que necesito
galletitas. Bueno ahora galletitas de salvado.
Le trajo de todas las clases
imaginables, gustos, formas, cantidades, mientras ella se ponía cada vez más y
más nerviosa, no, no, deja, no voluntad, con la voluntad no resuelvo el
problema, al final después de haber supervisado doscientos paquetes por lo
menos, redondas, cuadradas, rellenas, sin sal, con sal, dulces, llegaron a la
señora las galletitas que pedía.
-Quiero jabón en pan, (Pan, pan).
Mientras el perfume le indicaba que
estaba en el lugar correcto, el joven repetía: “pan, pan”, la intentaba acercar
a otra góndola que seguramente era la de los panes comestibles.
-No, no.
Chico: “voluntá, voluntá”.
-Yo con la voluntad no hago nada- decía
levantando la voz, -sí pero yo quiero jabón grande, blanco para bañarme pues
tengo alergia a los jabones perfumados de tocador, tiene que ser neutro-,
mientras le explicaba con sus manos trataba de formar el rectángulo del pan de
jabón. Y le trajo un paquete de dos kilos de jabón en polvo para el lavarropas.
-Vamos, vamos a donde están los lácteos-
Fue el acabose. Un yogurt dietético,
para no decir marcas, son los de sabor a fruta como ciruela o durazno, con
fibras, ¿qué les puedo decir?, volvió el drama, potecito, chiquito, redondito,
tapita, voluntá, voluntá; sus nervios que aumentaban rápidamente, dolor de
estómago, y empezó a traer, caja de un litro de yogurt bebible, botes de todas
clases, terminó llevando un yogurt común entero no era ni descremado. Ni
siquiera, como se imaginarán llevó todo lo que había puesto en la lista de su
cerebro. Rápidamente lo mas que pudo hacerlo se acercó a la caja.
-Cóbreme señora.
-Sí. Cruzar, chico cruzar.
-No, no, gracias voy sola.
Que me va a cruzar si no me entendió
nada, tengo miedo que me haga pegar un golpe,
o me deje en medio de la calle y se vuelva al negocio.
Salió de allí despavorida, fue a su
departamento, y desde ese día jamás volvió a pisar aquel lugar. Claro todo lo
abona más caro, pero por lo menos la comprenden y le dan lo que necesita.
Autora: Ariagna. Buenos Aires,
Argentina.