La escritora es Invidente.
En muchas partes del mundo, los
valientes se ganan la admiración del colectivo, en la misma medida que los
oportunistas se labran el desprecio general.
Hay otras - no sé por qué - donde los
oportunistas son encumbrados, ensalzados y hasta reverenciados.
En los últimos días he estado pensando
en la población con discapacidad, definida esta como una población cosificada,
(tratar a la persona como una cosa), si el ser discapacitado es el convertirse
en instrumento político en tu propio país, caracterizando a esta población como
vulnerable donde los padres, amigos compadres y tutores se disputan la
ubicación de un entorno que le corresponde por derecho a la persona con
discapacidad, y es que se ha presentado un proyecto de ley que acorta el
periodo de nombramiento del director de la Secretaría Nacional de
Discapacitados (SENADIS), de aprobarse la norma, su director tendría que ser
removido de su cargo a partir de la promulgación de la presente ley.
En lo que si estamos de acuerdo es que
las estructuras administrativas, visión, misión y objetivos de una organización
es la plataforma con que cuenta el estado para la materialización de sus
políticas, pero además, es imperante el concurso, la consideración y
apreciación oportuna de los discapacitados a quienes se dirige los proyectos y
programas lo que conocemos como la auténtica participación.
Me pregunto no obstante, ¿Cómo disfruto
de la genuina inclusión?, que tanto han ponderado los cosificadores donde lo
usual es que me conforme con acciones ejecutadas por otros, no quiero sentirme
que pertenezco al clan de los que manipulan, utilizan e instrumentalizan con
fines puramente personales lucrativos y económicos o un interés creado en
beneficio de unos pocos.
Es acaso posible no sentirme utilizada
en un país donde en el que descubro el nombrar, remover y renombrar a
directores sin la opinión o parecer de los discapacitados, solo se discute
entre quienes tenían y tendrán la tarea de adelantar las políticas sociales en
torno a la discapacidad.
Como panameña me siento complacida que
haya personas que poseen un gran valor, realmente dispuestas e interesadas en
invertir ilusión, esfuerzo y solidaridad y las que no tanto, pues revestidos de
asistencialismo son unos verdaderos aprovechadores y oportunistas de la
discapacidad, hecho que no puedo aplaudir ni mucho menos avalar pues la
distorsión que se nos ofrece y se cumple o entre el precio y el valor.
Definitivamente estoy desarraigada de un
país donde el tema de discapacidad lo disponen los cosificadores y más
desarraigada me siento porque usualmente son estos los que se salen con la
suya. Por supuesto que no siento que pertenezco a un país en el que soy
considerada enemiga por pensar distinto y mucho más desarraigada en el que los
oportunistas aumentan cada día más tal como ocurre con la violencia y donde la
impunidad campea, son más quienes abogan por mantenerse en los puestos que por
las verdaderas luchas por los derechos de las personas con discapacidad
imperando la manipulación, los intereses creados y la incitación a la división
donde la parte más importante es continuar usufructuando de la discapacidad.
Hay discapacitados de discapacitados,
los que se conforman con serlo y los que se rebelan contra esa condición,
definitivamente me cuento entre los segundos, soy “discapacitada”, en el mundo
de la mediocridad solo porque creo que todos podemos llegar a ser mejores, me
siento discapacitada, desarraigada y todos sus sinónimos y además deseando con
todo fervor continuar así mientras no se logre una verdadera participación de
las personas con discapacidad en el desarrollo de las políticas que nos
corresponden.
Autora: Elodia Magdalena Muñoz Muñoz. Panamá, Panamá.