EL CINE Y LA TELEVISIÓN COMERCIALES DESPEDAZAN A LOS ACTORES: DE TAVIRA

 

Por Héctor Cortés Martínez

 

hecomartin@yahoo.com.mx

 

* Señalado como una vaca sagrada del teatro y consentido del Instituto Nacional de Bellas Artes, el polémico director teatral sale al paso y afirma: "simplemente

contesto con mi trabajo".

 

"Estamos formándoles actores al cine y a la televisión comerciales donde los despedazan y los deforman. Nuestra aspiración es formar actores, para lo cual

debe haber un teatro en el que se queden. Lo que más me preocupa es que emigran a los medios", afirmó en entrevista exclusiva con

Forum el criticado director teatral y dramaturgo Luis de Tavira.

 

Señalado como una vaca sagrada por algunos directores teatrales como Willebaldo López (Vine, vi y... mejor me fui) y Felipe Oliva (Fuente Ovejuna), entre

otros, de ser consentido por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y recibir grandes recursos económicos, facilidades y espacios teatrales para

el montaje de sus obras, mientras que otras propuestas esperan por mucho tiempo una oportunidad, De Tavira responde tajante:

 

—Bueno, pues que pregunten a los que deciden; yo propongo, me muevo, toco puertas, ésta o aquella, muchas se cierran y algunas se abren. Y frente a todo

lo que dicen yo simplemente contesto con el trabajo. Allí está el trabajo, allí están las construcciones y allí están también los beneficios, no son personales.

La Casa del Teatro es una institución privada e independiente que presta servicios públicos. No tenemos presupuesto, recibimos apoyos sin los cuales no

podríamos seguir, pero no son suficientes y sin embargo no nos quedamos ahí, no pedimos subsidio, pedimos trabajo.

 

¿Desde hace tiempo, a través del Centro Dramático de Michoacán (Cedram) y la Casa del Teatro, forma a nuevos actores, pero qué va a pasar si no hay suficientes

espacios y apoyo gubernamental para que nuevas compañías monten sus obras?

 

—Claro, es la tarea completa. La formación es uno de los puntos esenciales que decidirán el porvenir del teatro, pero no es el único. En efecto, ¿Estos

actores a dónde van a ir? A mí lo que más me preocupa es que no emigren a los medios. Estamos formándoles los cuadros a la televisión comercial, al cine,

donde los despedazan porque ni la televisión, ni el cine, ni la radio han formado a los actores y sí los deforman. Nuestra aspiración es formar actores

para el teatro, para lo cual debe haber un teatro en el que se queden, es decir, es el reto de la estabilidad.

 

¿Es Imposible competir con los medios electrónicos y su gran penetración?

 

—Ni tiene sentido competir, es una estupidez y contraproducente, el teatro no tiene nada que hacer ahí, porque los medios y el comercio dependen del modo

de producción industrial. El teatro es lo contrario, es una artesanía, es un hecho personal efímero que se consume en sí mismo, como la fiesta, la ceremonia,

como el rito, como todo lo entrañablemente humano.

 

¿Coincide con otros directores sobre que en México no existe un proyecto cultural ni una política gubernamental que apoye a las expresiones del arte como

el teatro?

 

—No. Sí lo hay, pero de manera insuficiente y contradictoria, que exige cambios radicales que empiezan por la ley, desgraciadamente los redactores de la

Constitución, con sentido común y con cierta razón, vincularon al proyecto de la cultura al de la educación, pero son dos cosas totalmente distintas. Las

instituciones culturales del México posrevolucionario están agotadas. No hay que negar los grandes esfuerzos que hace el Conaculta y el Fonca, pero no

basta, mientras existan estructuras anquilosadas que dispendian el presupuesto, cuando el Instituto Nacional de Antropología o el INBA gastan más de 90

por ciento de su presupuesto en burocracia estéril y en sindicalismo corrupto, algo se tiene que hacer.

 

¿Falta unidad del gremio teatral para alzar la voz y exigir?

 

—Por supuesto, somos un gremio insolidario, caníbal, poco consciente y poco responsable. Fuimos formados en un perverso paternalismo de muchos sexenios.

Por eso la necesidad de hacernos responsables a través de proyectos que no podrán subsistir de manera independiente sino sólo relativamente, porque el

teatro no va a sobrevivir con el subsidio público, lo cual nos lleva a entender dónde está el fundamento de este requerimiento, el derecho al teatro y

el derecho al teatro de la sociedad.

 

¿Qué va a pasar con el teatro en el mediano y largo plazos si prevalece esta situación, aunque es una obligación gubernamental apoyar nuevos proyectos?

 

—Seguirá siendo cada vez peor, hace muchos años ya era difícil hacer teatro. Pero soy optimista, hay que abrir caminos. Sí, es un derecho de la sociedad,

por eso hay que responder primero a ese derecho, por eso vamos a las comunidades marginadas que nunca antes tuvieron acceso al teatro, porque ellos son

los más importantes.

 

¿Aunque algunos directores niegan que el teatro sea un foro de denuncia y que para eso existe el periodismo, usted dice que el teatro debe ser un interlocutor

de la sociedad?

 

—¡Claro! El teatro puede ser muchas cosas y desde luego que es un foro de denuncia, pero también es un foro de representación, un espejo del mundo y de

la sociedad que tiene que cuestionar, pero también debe proponer. El teatro es el arte de las artes, un pueblo sin teatro es un pueblo sin verdad.

 

¿En la década de los 80 llevó a escena Nadie sabe nada, de Vicente Leñero, que abordaba el asesinato del periodista Manuel Buendía, en ese tiempo era un

reto hablar de política cuando se trabajaba con presupuesto del gobierno; han cambiado las cosas?

 

—Yo creo que hay una línea que continúa con este valiente plantea-miento de la realidad y de la denuncia, la critica y ahí sigue, cito simplemente Santa

Juana de los mataderos que plan-tea el mundo de la Bolsa de Valores, pero el teatro como en todos los campos existe una proclive tendencia a la banalidad,

a la vacuidad que no es exclusiva de México sino de la atrocidad del mundo en que vivimos.

 

¿Como director, dramaturgo y artista, cómo ve a la política y al país?

 

—Es lamentable el grado en el que está el ejercicio político en este país y la confusión en la que hemos caído respecto a lo que entendemos por democracia.

Bueno, ¡qué esperanza de que entiendan (los políticos) una palabra de lo que significa el teatro y ninguno de ellos tiene una comprensión cabal de lo que

es la cultura!

 

Mar del silencio o la realidad que deben aprender los niños

 

Entre el teatro de niños y de adultos, la diferencia está en el tratamiento del tema, "los niños, hoy, no son ajenos a la violencia, lo ven en la televisión,

en su escuela, la calle, incluso en su hogar con sus padres". Así justifica Larry Silberman a Mar del Silencio, obra dirigida al público infantil (desde

ocho años de edad), donde se aborda el maltrato, el abuso de las personas, la pérdida de la autoestima y de la confianza en los seres queridos que pueden

llevar al suicidio.

 

El director de la obra señala que si bien la historia fue escrita por Robin Kingsland y se desarrolla en el Japón rural de pescadores, los valores y problemas

que se manejan son universales: "eso pasa en todos lados, en la escuela, el deportivo, cuando uno tiene problemas por sentirse ignorado o maltratado por

ser gordito, chaparro, moreno, etcétera".

 

Mar del silencio, basada en una leyenda de pescadores y seres marinos, narra como Koto regresa de la guerra a su aldea después de tres años de ausencia,

se reúne con Sumori (un amigo de la infancia) y con Kishima (una muchacha de la cual siempre estuvo enamorado); sin embargo, Hiro, quien es un capitán

y también excombatiente, regresa a su casa, pero ante el rechazo de su padre, descarga su coraje haciéndole la vida imposible a Koto, a quien humilla y

orilla al suicidio.

 

Silberman afirma que no obstante que la obra trata una historia cruda, fuerte, "al final deja un sabor reparador y un mensaje de que no debemos dejarnos

subestimar por uno mismo ni por los demás. Así es la realidad en que vivimos y es bueno que los niños puedan verla y aprender de ella".

 

Mar del silencio, dirigida por Larry Silberman, cuenta con las actuaciones de Araceli Guerrero, Bernardo Gamboa, Marisa Giménez Cacho, Salvador Jiménez

y Larick Huerta y se presenta en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, los sábados y domingos a las 12:30 horas.

 

 

 

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