CINCO DÍAS

 

Desde el día 27 de junio hasta el 1 de julio estuvimos de vacaciones en un hermoso lugar en el pueblo de Vic, esto está en la provincia de Cataluña. Trataré de plasmar en algunas líneas esa linda experiencia vivída, espero tener la suficiente tranquilidad de poder escribir sin que alguien me interrumpa.

-Hola Abo, ¿cómo va todo por Almeda? Aquí estamos sus dos nietitas caninas expectantes de éste nuevo relato.

-Santo cielo si son mis dos angelitos del cielo Ágatha y Lila.

-Abo se creía que no lo estábamos escuchando.

-Bueno intentaba relatar algo sobre la experiencia pasada con la Abolita Vilma en Vic.

-Bueno Abo escriba que nosotros lo escuchamos.

-A ver ¿qué es eso de escuchar cuando yo escribo?

-Bueno en realidad escuchamos a Roco, la voz que tiene en su ordenador.

- Valla, valla, ustedes dos son una luz.

-Es que cada día que pasa aprendemos un poco más de ustedes los humanos y sus máquinas.

-¿Están prontas?

-¡Sí que lo estamos mi prima Lilita y yo! Ya tenemos ambas nuestros huesitos y lo escuchamos.

-Bueno,  el día lunes 27 embarcamos en un autocar que nos llevaría a esas breves vacaciones.

Esto fue en la Rambla del Rabal, en Barcelona. Partimos un poco con retraso por una situación ocurrida a uno de nuestros futuros acompañantes. Guardados todos los equipajes y algunas sillas con ruedas en la bodega del bus fuimos acomodados en nuestros respectivos asientos para ir en una hora y cuarto a nuestro destino.

Digamos que para la Abo Vilma y quien escribe eran todas expectativas.

Teníamos algunas referencias y experiencias de algo similar en nuestro lejano país Uruguay.

¿Cómo era el lugar, cómo era el pueblo, qué haríamos en ese lugar?

Todas interrogantes.

La Abo Vilma me iba contando los distintos paisajes que veía a través de las amplias ventanas del confortable bus: campos cultivados, pueblitos perdidos en algún valle lejano, casas que parecen colgar en las verdes laderas de las montañas; buenas vías de comunicación carreteras con sus túneles cuesta arriba y luego de llegar a la cumbre bajar; rotondas, puentes etc.

El autocar se detiene, ya ha esta altura los monitores hacían su trabajo a destajo.

Éramos todas personas de la tercera y hasta cuarta edad.

Digamos se puede decir que algunos estamos en una nueva niñez con nuestros caprichos e impertinencias propias de la edad, no se la haríamos fácil.

Pero ellas tienen muchas horas y años en esto de monitorear y trabajar con personas de subida edad, y hasta las primerizas pronto aprendieron de sus colegas.

Entramos al citado lugar por un gran portal aunque también hay a su lado una puerta más pequeña.

Ya en un amplio jardín muy agradable, esperamos sentados en sus bancos a la sombra de sus grandes árboles.

Este lugar me trajo gratos y lindos recuerdos de mi lejana estadía en la hermosa ciudad de la Habana Cuba.

Ese sitio llamado Clínica San Rafael y era tutelado por unos jesuitas Mejicanos.

Me contó Vilma en esa oportunidad lo precioso de ese lugar: Un jardín donde las aves estaban a sus anchas a todo canto y gorjeos; grandes y hermosos árboles frutales de Mangos, papayas, naranjos, limoneros etc. En una pared estaba pintada una copia del famoso cuadro de Murillo, en éste se vea una persona tirada en la calle, junto a él un médico tratando de asistirlo, y parado detrás del doctor el arcángel Rafael con sus alas desplegadas.

Con solo pasar el umbral de San Rafael y éste en Vic llamado Antonio Claret, los ruidos de la calle se amortiguaban, el aire era limpio, el calor reinante se sometía a la fresca brisa que lo atravesaba.

Traídas las maletas fuimos informados del aposento que nos tocaría por esos cinco días, éste era un lindo apartamento en el primer piso.

Contaba con todas las comodidades: dos buenas camas, un coqueto baño y todo lo que se precisa para estar muy a gusto.

Bajamos al comedor a la hora indicada para tomar asiento a una mesa que sería nuestro lugar para toda la estadía.

Un monitor que cambiaba en cada comida o cena, nos acompañaba y estaba encargado de no dejarnos faltar nada; sólo uno tenía que pedir algo y de inmediato él solucionaba el pedido.

Todos fuimos informados de las diferentes rutinas horarios y actividades que día a día se ejecutarían. Dados todos por enterados de esto y evacuadas preguntas de uno u otro pasajero que no escuchaba o no entendía algo.

Esto era un trabajo constante para nuestras queridas y queridos monitores.

Un rico filete de pescado y una ensaladilla fueron nuestra primera comida en ese hermoso lugar.

-¿Ágatha Lilita no se han quedado dormidas?

-Para nada Abo somos todo oídos.

-¿Abo nosotros los perritos no podemos ir a ese lindo lugar?

-Mi pequeña lilita nada me gustaría más pero no pueden ir, lo siento mi amor.

A esta altura aclaro que mis dos nietas caninas en este loco diálogo virtual no es otra cosa que una fantasía.

Ágatha es una hermosa Basset Haund de unos 28 kilos todos amor y un verdadero torbellino; sus grandes orejas, una gran cabeza con unas mejillas que son mi delirio; unas enormes manos y patas, y una cola que parece salirse en su constante movimiento.

En cambio Lila es una Chihuahua muy joven apenas 5 meses, inquieta, muy vivaz e inteligente y una verdadera pesadilla; sus genes de perro faldero la hacen que trepe a cada uno de nosotros para llenarnos de besos con su pequeño hocico y lengua; diría que parece ser cruza con mono Tití.

Ágatha pertenece a mi hija Carla, y Lila a mi hijo Giann Franco.

Las dos me dicen:

-Abo ¿qué les cuenta a sus lectores de nosotros?

-Mis pequeñas, angelitos de Dios la verdad solo eso. ¿Si ustedes no tienen otra cosa para decir puedo continuar?

-Abo somos todo paciencia y oídos.

Esto de escribir y escuchar a mis pequeñas me saca del tema.

Sigo: dicha rutina sería la siguiente: luego de escuchar como despertador la música de la Primavera de las cuatro estaciones de Vivaldi; a las 9 horas desayuno, éste siempre abundante; 13:30 almuerzo; 17 horas merienda; y 20 horas cena.

Esto dicho a mi manera ya que en Cataluña y en catalán se dicen con otras palabras.

Entre el desayuno y el almuerzo actividades, esto también desde la merienda y la cena.

Entre el almuerzo y la merienda descanso, pudiendo ser en las habitaciones o en el jardín. Dichas actividades eran las siguientes: gimnasia en ocasiones o juegos interactivos: Bingo, pasa palabras, tómbola, se tiraba un dado y según el número el participante debía de interpretar una canción, contar algo vivido, expresar algo con mímica, etc. Aquellos que ganaban recibían un premio; y en algunos como en la tómbola todos fueron premiados.

El martes todos concurrimos al mercadillo de Vic, Vilma me relataba todo lo que a mi derredor pasaba como siempre.

Desde digamos la residencia, el retiro o casa vacacional, luego de subir una larga cuesta llegamos a la esquina donde empezaba el mercadillo. Instrucciones de las monitoras.

Agrego que a ellas se sumaron cuatro voluntarios del mismo Vic, esto para empujar las sillas de los compañeros que por alguna causa no caminan bien.

Las directivas dadas eran el tiempo para recorrer el sitio, una hora determinada para reunirnos todos en la terraza de un bar, para tomar un refresco.

En ese lugar ya se cambiaban las primeras impresiones de lo comprado, esto entre risas de todos los ahí reunidos.

Vuelta a la residencia y a seguir con lo pactado. Risas cuentos, bromas, camaradería compañerismo, mucho espíritu y ganas de que los días no pasaran con tanta rapidez.

Claro que no faltaron los paseos, una noche hermosa acompañados por dos monitores, María José y Antonio, fuimos hasta la catedral, volvimos a recorrer la plaza del mercado ahora en silencio y vacía sin aquél bullicio del mercado.

Recorrimos sus estrechas callecitas, entre relatos, chistes, siempre contentos y alegres.

En otra ocasión fuimos hasta el cercano río que cruza Vic, en verdad no supe su nombre; este ahora está canalizado; llegamos hasta una edificación bastante distante de él; en uno de sus costados grabado en la pared decía: “Esta línea marca la mayor inundación registrada”; esto ocurría por fines del 1800; les cuento que esa línea que marcaba dicha creciente, diciendo que soy una persona alta y que dicha marca me llegaba al pecho.

Visitamos la zona en donde hace 20 años se gestó un terrible atentado terrorista, un largo tejido de alambre marca ese sitio y de él cuelgan flores de tela; estas dejadas por los deudos de las víctimas ahí fallecidas. En determinado momento oí el sonido del agua y supe que mis compañeros miraban con mucha atención una gran fuente; como toda fuente mostraba la salida del agua por un centro elevado, pero también producía -pienso que por algún movimiento mecánico-, pequeñas olas; les juro que a mis oídos llegaba nítidamente el claro sonido de las olas al golpear como las verdaderas olas del mar cuando mueren mansamente en la arena de alguna playa.

-¿Mis pequeñas no se han dormido?

-¿Abo como piensa eso con el lindo relato que usted está haciendo?

-¡Que zalamera que eres Ágatha!

-No Abo, mi prima tiene razón, hasta yo me he quedado quietecita y contenta de que ustedes lo hayan pasado bien.

-Sí mis angelitos en verdad día a día nuestras expectativas se fueron aclarando y lamentablemente el viernes 1 de julio llegó, con su mandato que debíamos de volver a nuestras rutinas; esto para que nuevos abuelos tengan la oportunidad de disfrutar de ese hermoso lugar.

Un Gracias A la organización también a nuestra asistente social Inma, a las hermosas y amorosas monitoras/es, a las hermanas que dirigen y atienden ese hermoso lugar, lleno de armonía, paz y amor.

Supe al pasar que ahí se ayuda a la gente carenciada de Vic. Se da de comer a más de 20 jóvenes.

Sentados bajo esos grandes árboles de Tilo y sobre un verde y mullido césped esperamos el turno para que nos dirigiéramos de nuevo al autocar, que nos devolvería a Barcelona.

Llegamos a nuestro punto de partida y ahí luego de bajar las maletas, sobrevienen las sucesivas despedidas: abrazos de personas ahora queridas pero cinco días antes totalmente desconocidas.

Con la coordinación de nuestra asistente social que no pierde detalle, otra voluntaria llamada María José Soler, en su auto nos condujo a nuestro hogar, bella persona como cada una de las que conocimos. Promesas de volver a encontrarnos el próximo año, pero esto es harina de otro costal. Solo la vida y el gran Dios dirán si esto se hará realidad.

-Abo qué bueno estuvo esto, en verdad Lilita y yo nos alegramos por ustedes y esos otros abuelos que pasaron esas horas extraordinarias.

-Sí mis angelitos, ahora al terminar éste relato, las invito a que se duerman una siesta y gracias por su cariño y su paciencia para el Abo.

 

Autor: Walter Auditore. Barcelona, España.

auditoregaray@adinet.com.uy

 

 

 

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