A LA SOMBRA DE LA CEIBA 14:  A CORAZÓN ABIERTO

 

Quiero reiterar, que para los pequeñines de casa, no hemos tenido ocasión de prepararles algún cuento que se ajuste a sus edades más tiernas, pero les prometemos, que para el próximo numero de nuestra revista, contarles sobre algún tema que les resulte en verdad apasionante. Firme promesa es esta, que sabré cumplir.

 

Pero queremos en esta oportunidad, entregarles esta historia, que bien pudo haber tenido como escenario, alguna u otra ciudad de este continente nuestro, que hoy se empeña en erradicar definitivamente, realidades como las que aquí se narren.

 

 

A Corazón Abierto

 

 Mientras decenas de nuevos habitantes arribaban a este Planeta, un día primero de septiembre de 1939, ¡tan normal como cualquier otro!, allá en el Viejo Continente, “supuesta cuna de la cultura occidental”, se iniciaba la Segunda Guerra Mundial, la que forzara a la humanidad a emplear todos sus recursos económicos, militares, científicos y su más íntimo sentimiento de solidaridad, para enfrentar el peligro, hasta entonces ignorado, de la real posibilidad de la extinción masiva de nuestra “ESPECIE”.

 

 Todo aquel que ha tenido la oportunidad de leer, aunque sea unas pocas páginas, que nos narren aquella triste odisea, sabremos que fueron decenas de millones, (SÍ DECENAS DE MILLONES), las víctimas mortales de aquella CONTIENDA BÉLICA que se habría de desarrollar en territorios pertenecientes a cuatro continentes, Europa, donde se iniciara la conflagración armada, Asia, África y Oceanía, solamente el Continente americano se vio libre de ese gran flagelo de la “humanidad de entonces”.

 

Los bebés de aquella siniestra época, nada seremos capaces de retener en nuestras memorias, “desde luego que no”, pero si nos remitimos a los textos de historia, pero disponemos de la agudeza intelectual, la mínima imprescindible, nos sumiremos en un abismo de terror, que si no somos gentes de cerebros fuertes y preparados para el impacto que la realidad, con su casi infinito poder destructivo, invadiría nuestras capacidades de asimilación impulsándonos hacia insospechados vericuetos emocionales, que nos conducirían ¡a quién sabe dónde!

 

 Más, todo apunta a que, el “método de prueba y error”, en el caso de la sociedad humana, pareciera indicar que no funciona si nos atenemos a la evidencia, de que aquella aplastante tragedia humana, poco o casi nada, nos ha legado como herencia a nuestro acervo cultural, y como reales avestruces, escondemos nuestras cabezas en el polvo, al que desde entonces y hasta el presente con la agresión de los israelitas han sometido a los palestinos y a la mayoría de los pueblos de esa lacerada región del Planeta tierra.

 

Fue en esas difíciles horas que arribó al seno de una familia perteneciente a la clase media, una hermosa niña, a la que diferenciarían de sus restantes hermanas, con el rebuscado nombre de Malva Luz, que con toda probabilidad, resultaba la única que figuraba en el Registro Civil, con tal apelativo, que había que reconocer, resultaba en verdad hermoso.

 

 Para una persona sensitiva, resultaba evidente, que en aquel nombre, se encerraba un profundo contenido de amor a la humanidad, que precisamente buscaba casi a ciegas, el más tenue destello luminoso que funcionara a modo de faro, conductor de sociedades que, no por casualidad, intentaban asumir la responsabilidad histórica y social, de imprimir un giro de 180 grados al curso de sus destinos, profundamente inmersos en su difícil objetivo de infundirle nuevos objetivos que elevaran la auto estima de las masas desposeídas de sus más elementales derechos.

 

 Todo se justificaba, nada se emprendía, el estatismo sustituía al precario avance de aquella República, justificándose con el manido argumento, “ESTOS NO SON TIEMPOS DE CAMBIOS, YA VENDRÁN TIEMPOS MEJORES”.

 

Pero los cambios en las estructuras de una sociedad no se originan casualmente, siempre habrá de necesitarse una causa, por cuyo motivo es menester valorar el origen de tales transformaciones que siempre, lo causal ha de ser la génesis de todo avance a lo largo de la historia del género humano, fuere cual fuere la estructura del orden social imperante.

 

 Pero como expresa un viejo refrán: “A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO”, debe estar presente el catalizador, que facilite la reacción sociopolítica, que inicie el indetenible proceso de los cambios, los que, si resultan lo suficientemente profundos, se habrán de erigir en irreversibles.

 

 Malva luz resultó ser hija de dos tenaces defensores de la libertad, de la igualdad y de toda causa justa, sea dicho en el sentido más amplio de ese vocablo, y consecuentemente, habían entregado sus vidas a las más justas metas sociales, desde luego riesgosas.

 

 Durante la contienda bélica que estremecía a todos los habitantes de nuestro Planeta, los movimientos de signo, al menos progresistas, tomaron gran auge, los obreros alcanzaron en sentido general, conquistas que las clases explotadoras se vieron forzadas a aceptar, pero ya aguardarían la ocasión propicia que les facilitara retomar las posiciones que ocuparan en épocas de preguerra, lo que resultara triste realidad, una vez finalizada la contienda fratricida.

 

 En numerosas naciones de los diferentes continentes con el final de la Guerra, se inició una real cacería de figuras prominentes de las agrupaciones sociales de marcado carácter progresista, se les acosaba, se les encarcelaba, y no fueron pocos los casos en que personalidades destacadas en varios países, fueron desaparecidas como por encanto, el número de dirigentes obreros desplazados de las direcciones sindicales que ocupaban, fueron desplazadas, encarceladas o asesinadas si se resistían al atropello. El sindicalismo proclive a la defensa de los trabajadores, iba siendo reemplazado por otro de signo patronal, lo que sumió a los obreros en una situación de indefensión casi absoluta.

 

 Nuestra pequeña amiguita, que llegara a este mundo al compás de la II Guerra Mundial, contando a penas 6 años de edad, habría de sufrir en carne propia, la lacerante realidad de ver a sus padres encarcelados, “Sin saber ella por qué”, siendo acogida en un orfanato donde habría de padecer ella misma, condiciones casi idénticas a las vividas por sus infortunados progenitores en las prisiones en las que las condiciones resultaban brutales, por el simple echo de amparar a los más indefensos.

 

 Sus hermanas gozaron de una mejor fortuna, ya que el día en el que sus padres fueran encarcelados, se encontraban en casa de sus abuelos maternos, los que se hicieron cargo de ellas, y a Malva Luz, que estaba convaleciente de una afectación bronquial, fue separada del resto de la familia, sin que les fuera informado su paradero, entre otros motivos, para presionar a sus padres a que abjuraran de sus ideales patrióticos.

 

 Transcurridos unos 5 meses en el orfanato, una mañana de cielo gris y bastante fría, fue visitada por una elegante dama, la que en FILANTRÓPICO DERROCHE DE CRISTIANDAD”, SOLICITÓ AL DIRECTOR DEL ORFELINATO, LE FUERA ENTREGADA AQUELLA HERMOSA CRIATURA PARA ADOPTARLA, YA QUE NO TENÍA DESCENDENCIA Y LA PEQUEÑA RESULTABA DE SU AGRADO.

 

 Para aquella señorona nada le estaba negado, podía apropiarse de vidas y haciendas, asumir maternidades ajenas, y suplantar, o intentar hacerlo, imponer nombres, apellidos y parentescos inexistentes, siendo así que a la pequeñina Malva le impusieron el nombre de Claudia, para reforzar la leyenda de una ilegítima maternidad.

 

 Para nuestra dulce amiguita, como favorable circunstancia, el asumir el estatus de “hija supuestamente legítima de la señora esposa del General Quintana, Jefe del ejército, y firme pilar en el que se apoyaba el régimen que usurpaba el poder, favoreció a la inocente criatura permitiéndole vivir sin privaciones económicas, asistir a los mejores colegios, aunque en lo íntimo de su mente y de su alma, la imagen de sus verdaderos padres no desapareciera ni un breve instante siquiera, “porque el ejemplo de un padre no está determinado por la duración del estímulo, sino por la intensidad del mismo.

 

 Dos factores diametralmente opuestos conspiraban contra la supervivencia de los padres de la Dulce y desdichada criatura, por un lado la necesidad de garantizar el hermetismo en lo tocante al nacimiento y real maternidad de la infeliz de Malva Luz, lo que obligaba a garantizar que sus verdaderos padres no llegaran a ubicar el destino de aquel amado retoño, aunque para lograrlo fuese necesario eliminar físicamente a aquellos desdichados luchadores por el bien de todos.

 

 Transcurridos 12 años, desde el día en el que Malva Luz, (Claudia, para los que desconocieran su origen), era ya una elegante jovencita que estudiaba Derecho en la Universidad de la Capital, allí conoció a una jovencita por quien sentía profunda admiración pues, a pesar de su humilde origen, resultaba una estudiante destacada por sus resultados académicos y su riguroso sentido de la justicia.

 

 Un raro influjo les atraía y pareciera que se identificaban ¡tan intensamente! que pronto ambas se integraron al movimiento estudiantil que propugnaba justicia, igualdad y fraternidad.

 

 La impuesta madre de Malva Luz, intentó cortar aquella relación, llegando a amenazar a la dulce y fiel amiga, y viendo que nada lograba, acostumbrada a que cada cosa tenía un precio, intentó sobornar a Angelina, que era el nombre de la inseparable amiga de su forzada hija.

 

 Pero el dinero no llegaba a ser lo suficientemente poderoso frente a ciertas personalidades, y este fue el caso, provocando tal desconcierto en la señorona, la que en este caso no pudo salirse con la suya, e intentó hasta intimidar a la amiga de Malva Luz, pero igualmente se estrellaron sus intentos contra las ROCAS DE LA DIGNIDAD, LA AMISTAD PROFUNDA Y LEAL DE AMBAS MUCHACHAS.

 

 El régimen estaba acabado, el control verdadero del país lo ejercía el Gobierno en Armas, las tropas se rendían a las fuerzas Rebeldes, y el final de la CRUEL DICTADURA PARECIERA TOCAR A LAS PUERTAS DE LA HISTORIA.

 

 Una tarde sombría la usurpadora, por la coacción y no por amor materno, comunicó a nuestra dulce jovencita, que se fuera a preparar sus cosas personales, pues ese mismo día en la noche habrían de escapar del país.

 

 Malva luz no expresó una sola palabra, más bien fingiendo sorpresa, ¡al fin se acercaba el momento de la tan deseada fuga que le permitiría intentar encontrar a sus verdaderos padres, si es que aún se encontraban con vida!

 

 Al penetrar la muchacha en su habitación, se dejó escuchar el timbre del teléfono, lo que hizo que Claudia sintiera un estremecimiento que le recorriera todo su cuerpo.

Como si un potente imán a través del hilo telefónico le atrajera irremisiblemente hacia el aparato que al descolgar le hizo florecer en el alma, la aromática flor de la esperanza, pero que sobre todo, le permitiría disfrutar de la libertad de la cual le privaran en aquella mansión que a modo de jaula de oro, le impusieran a cambio, no acordado de buen grado, sino por la fuerza y el asesinato de sus progenitores.

 

 Una voz no familiar para la adolescente, se dejó escuchar al otro extremo de la línea, pero sonaban tan hermosas sus palabras, que Claudia no fue capaz de impedir que sus chispeantes ojos de azabache profundo, se vieran humedecidos por las lágrimas, que los seres sensibles suelen derramar en instantes trascendentes, ¡y este resultaba uno! pero el más inolvidable de toda su existencia.

 

 Al regresar el manófono a su sitio, disciplinadamente puso en marcha el mecanismo que le facilitaría ausentarse, sin que su ausencia fuese notada en un breve lapso, y así, poder alejarse sin que fuera descubierta por la servidumbre ni por los usurpadores del derecho de, quienes plantaran en ella, la simiente del espíritu de la libertad y el amor a la justicia, por lo que la fuga de aquella impuesta áurea y gélida casona, le proyectaría hacia un destino, que la maldad de aquellos sicarios de ¡aquella nauseabunda sociedad torcieran atrozmente! Sin detenerse ante nada ni ante nadie, ni siquiera ante el Dios, que hipócritamente ostentaran defender y venerar.

 

 Asomada al encristalado ventanal de su habitación, pudo ver el ir y venir de la servidumbre cargando grandes baúles los que se veía a las claras que pesaban bastante, y dando órdenes como poseída del demonio a, la que hasta aquel día, suplantara a su verdadera madre.

 

Y sintió una mezcla de pena y profundo desprecio, por quien, necesitara de la injusticia, y hasta quizá el crimen, para intentar suplir su imposibilidad como mujer, de procrear su personal descendencia.

 

 Sin darse tiempo para pensar, la joven revolucionaria, enmascarando su abandono del sitio de sus añoranzas y profundas tristezas ante el recuerdo recurrente de sus familiares, de quienes nada hubiera vuelto a saber nada más desde el imborrable recuerdo de aquel día en el que fuera arrancada del regazo de su madre.

 

 Como el gran tráfago se concentraba principalmente en las habitaciones de la planta alta, y en el jardín delantero, donde estaban parqueados los autos en los que transportaban las pertenencias de los señores, no le fue difícil a Claudia abandonar la residencia y tomar su pequeño auto deportivo, que previsoramente, parqueara allí.

 

 Se encendía el motor del auto, y además se iniciaba un viaje hacia el pasado, pero que tendría su epílogo en el más luminoso futuro, como corolario del de aquella Patria en la que le correspondiera la dicha de nacer.

 

 

 Transcurridas unas dos horas, de un trayecto que le resultó interminable, detuvo el vehículo abandonándolo en una callejuela de las afueras de la ciudad, prosiguiendo el camino a pie, hasta divisar una pequeña casita a la que encaminó sus pasos.

 

 Al detenerse frente a la puerta, y sin que tuviera que llamar, esta se abrió como si de una automática se tratara, Angelina se abrazó a su recién llegada amiga invitándole a entrar, y con una pícara sonrisa jugueteándole en los labios, le instó a entrar en, aquella casa que desde ese mismo momento se convirtiera en la suya propia.

 

 La camarada de estudios y de lucha, reflejaba una gran excitación y casi le arrastraba hacia una de las estancias de la vivienda en la que se escuchaba un radio receptor que entre la interferencia permitía escuchar los comunicados de la emisora del Movimiento insurreccional que lanzaba al éter la noticia de la huída del dictador y de sus secuaces, aunque como veremos más tarde, no todos lo lograron.

 

 La acción del pueblo impidió que numerosos criminales vestidos de uniforme y en algunos casos de civil, pudieran eludir las cuentas pendientes con la “JUSTICIA REVOLUCIONARIA”, ENTRE ELLOS EL GENERAL QUINTANA, JEFE DEL EJÉRCITO Y RESPONSABLE DIRECTO DE MILES DE ASESINATOS, QUIEN INTENTARA ABANDONAR EL PAÍS, POR MAR, EN UN LUJOSO YATE, (CASI UN TRASATLÁNTICO), PERO LA PUPILA INSOMNE DE LOS CIUDADANOS SIMPLES, ABORTÓ TAL PROPÓSITO, ABORDANDO LA EMBARCACIÓN CON EL ÚNICO ESCUDO PROTECTOR DEL CORAJE Y EL ANSIA DE JUSTICIA.

 

 Esta gran noticia corrió rebotando en cada piedra, fue llevada por el viento, y detonó en el alma misma de nuestra dulce Malva Luz, la que refugió en los brazos de Angelina, sacudida por profundos e intensos sollozos, que le descongestionaron el corazón, bloqueado por el sufrimiento de saber que convivía, probablemente, con el monstruo cuyas garras aún goteaban sangre de sus padres.

 Ella no se engañaba, tenía casi la certeza de que él no encargara a otro el crimen que le facilitaría imponerle su sucia y asqueante paternidad.

 

 Ambas “amigas” hermanadas en ese supremo instante de lacerante sufrimiento, no se percataron que el resto de los ocupantes del inmueble, atraídos por el convulso llanto de Malva Luz, acudieron en actitud solidaria con la muchacha, y una de ellas, (la abuelita de Angelina, que vivía en una ciudad provinciana y quien había decidido venir a la capital, dado el empeoramiento de la situación del país.

 

 La noble anciana, conmovida por el dolor acumulado en el corazón y en lo íntimo del alma misma de la joven, avanzó hacia donde se fundían ambas muchachas, en sólido y solidario abrazo.

 

 La sensibilizada mujer, se estremeció como fulminada por una descarga eléctrica, al ver asomar por el borde inferior izquierdo de la blusa de la amiga de su nieta Angelina, un lunar en forma de estrella de cinco puntas que le hizo retrotraerse a sus memorias de casi 13 años antes, al instante de saber la infortunada suerte de su más pequeña nieta, secuestrada por las hienas al servicio de los nuevos criminales que reemplazaran a los podridos gobernantes que sumieran a la Nación en las tenebrosas horas de la férreo dogal en que se convirtieran a la Doliente sociedad.

 

 ¡No me cabe duda, tú eres mi nieta Malva Luz, podría reconocerte entre otras miles, pero si, alguna duda quedara, ese inconfundible lunar la borraría!

 

 Ustedes niñas del alma, son ciertamente algo más que dos buenas amigas, la una Angelina, la otra “la luz malva que le arrebataran del seno materno a mi infortunada hija, que no era otra que la más heroica luchadora, por sus derechos a que sus hijas, crecieran rodeadas de océanos de dignidad, amor y fraternidad infinita hacia la humanidad toda.

 

Autor: Alberto López Villarías. La Habana, Cuba.

villarias@infomed.sld.cu

 

 

 

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