Zapopan, Jalisco, México. 14 De diciembre del 2008.
Queridos compañeros, lectores de la Revista Esperanza,
equipo de redacción y colaboradores:
Les saludo con mucho cariño esperando que pasen una
muy feliz navidad y que el próximo año 2009 esté lleno de bendiciones para
todos.
Como seguramente recuerdan, hace un año estaba
solicitando a través de esta revista apoyo para poder comprar un Implante
Coclear, y, de esta forma, poder recuperar aunque sea algo de mi capacidad
auditiva.
El pasado mes de marzo se me realizó la cirugía para
introducirme la parte interna de este dispositivo, pero se me encontró una deformación
en la cóclea que no permitió la entrada de los electrodos. Por disponer solo de
un tipo de Implante Coclear, se tuvo que interrumpir el proceso, sin embargo
había otras alternativas y me quedaba el oído izquierdo.
Estuvimos en contacto con médicos de España, quienes
con tan buena voluntad y entusiasmo quisieron apoyarme. Se me repitieron los
estudios radiológicos y de Resonancia Magnética, los cuales fueron enviados a
diferentes países.
Solo la empresa Medical Electronics (MED-EL), era la
indicada para fabricar un dispositivo a la medida de mi cóclea. Su director
General en Europa, Sr. Julio Rodrigo, se ofreció a ayudarnos y traer un
Implante Coclear especial y todos los aparatos posibles que pudieran quedar en
mi oído.
El pasado 29 de octubre fue el segundo intento por
introducir el mencionado aparato. La cirugía fue realizada por el Dr. Agustín
del Cañizo (quien viajó desde España), y los Drs. De México, Luis Enrique
Aramburo y Fernando Guzmán.
Aunque fue un reto y fue algo difícil, fue, gracias a
Dios, un paso hacia adelante y se logró concluir con éxito.
Cinco semanas después, el día 3 del presente mes, se
me hizo la activación del Implante, colocando la parte externa. La activación
fue llevada a cabo por los audiólogos José Manuel Gorospe (también de España),
y Octavio del Moral.
Fueron momentos verdaderamente emotivos durante todo
el rato que duró la activación desde que escuché el primer electrodo para
iniciar con la programación y acomodar el volumen de cada uno. Para lograr que
los electrodos quedaran con un volumen similar, yo iba indicando según como
escuchara, en una escala de volúmenes escrita con letras en tinta y marcas en
relieve, esta escala nos ayudó mucho a hacerlo más rápido que de forma oral.
Después fui escuchando todos los tonos, del más grave al más agudo para ver si
alguno me molestaba; aquí empezaron a ser más agradables los sonidos, parecían
las teclas de un piano.
Por fin, se me colocó el aparato de forma que ya no
solo escuchara los sonidos que el Dr. me enviara por medio de una computadora,
sino para iniciar a escuchar todos los sonidos a mi alrededor. Se me había
dicho que posiblemente el primer día no entendería ninguna palabra, pero sí
lograría identificar entre sonidos ambientales y voces aunque no identificara bien
los sonidos. Después de algunas pruebas y pulir el volumen, el Dr. Gorospe me
decía los números para que empezara a reconocer si sonaban como palabras,
cuando hicimos este ejercicio unas 3 o 4 veces, al estar repitiendo yo con él
los números, me invitó a identificarlos en desorden. Eran los números del 1 al
10, y el primero que escuché y pude repetir sin mucho esfuerzo, fue el número
6. Todos los números estuvieron acertados, lo que nos conmovió a todos.
Más tarde di un paseo por el hospital acompañada de mi
hermano, mi mamá y mi maestra encargada de la rehabilitación. Durante este
descanso pude reconocer mi nombre y las 6 letras del método Ling (con el que me
estoy rehabilitando), las cuales son: a, u, i, m, s y ch. Estas dos últimas,
por fin resonaron con mucha claridad.
Al día siguiente logré formar frases cortas repitiendo
palabra a palabra lo que se me decía, y poco a poco, en la primera semana logré
ir sosteniendo conversaciones pequeñas y sencillas.
El pasado 10 de diciembre fue la primera sesión de
terapia de rehabilitación y pude seguir las instrucciones de la maestra sin
necesidad de utilizar el método de comunicación de lecto-escritura con el que
me comunicaba antes de este acontecimiento y con el cual me sigo comunicando
cuando no puedo traer conectado mi Implante Coclear.
Hoy, después de una semana y media de llevar mi
Implante, entablo conversaciones más amplias, aunque a veces aún me tienen que
repetir ciertas palabras; hablo por teléfono siempre y cuando esté encendido el
altavoz, escucho música y puedo seguir los ritmos, reconozco varios sonidos
ambientales, en especial los más cotidianos como el teléfono, la licuadora, los
autos. Aún casi no distingo entre una voz y otra, solo las más conocidas. Ya
entiendo con un poco más de velocidad pero aún prefiero que se me hable
pausado.
Quiero agradecer mucho a todos aquellos que me han
ayudado a hacer realidad este sueño, ya sea de forma espiritual como material,
agradezco de todo corazón el haber publicado mi petición en diferentes listas
de discusión y en esta revista. Y por ser la revista “Esperanza”, aprovecho el
espacio para agradecer muy especialmente a Verónica Aguilar, Saúl Orea, Olivia
Ortiz y Vytautas, por sus aportes económicos y espirituales, que Dios los
bendiga.
Hago una invitación a quienes están pasando por tomar
la decisión del Implante Coclear, o a quienes lo necesitan. No hay imposibles,
ni siquiera la ceguera nos impide disfrutar del sonido por medio de este
dispositivo. Sé que es una decisión difícil de tomar, y que como en todos los
retos, no sabemos que hay detrás, pero no se pierde nada por intentarlo, y
claro, siempre hay que hacerlo con fe y confianza en Dios.
Me despido reiterando mi más sincero agradecimiento.
Que en esta Navidad haya más que nada amor, salud y paz.
Con mucho cariño:
Eneida Guadalupe Rendón Nieblas.
pianista.envibracion@gmail.com