Carta a un amigo.

Por Marie Diaz.

Desde hace mucho tiempo quiero, necesito hablarte… cierro los ojos y te veo y me veo en aquellos inolvidables días de nuestra infancia, en aquellos tiempos todo el mundo era nuestro, sabíamos que delante de nosotros estaba el mundo de los adultos que nunca entendieron que no estaba mal regresar con las trenzas deshechas, perdidas las cintas de colores con que las madres adornan el cabello bien cuidado de sus niñas, ni porque tu tenias la camisa traboneada, las rodillas raspadas, las manos sucias … nunca entendieron nuestra porfía de comer macachines sin lavar… yo sabía que estaban limpios, nosotros los elegíamos por el color de sus flores: los de color rosa eran para mi, los amarillos para ti y los de flor blanca eran la mitad para cada uno, luego me dabas aquel ramito de flores que yo traía feliz como el mas lindo del mundo: de nuestro mundo…no encontré en casa un lugar donde ponerlo sin que fuera considerado una molestia.

Tu esperabas con las manos en la espalda aquel trozo de pan casero, mirabas sin decir palabra con tus ojos grandes y oscuros, yo sabia que tu querías la gran rodaja del medio, pero –es demasiado grande para un niño- y nos daban una mas pequeña, ya me encargaría yo de sacar aquella tan preciada y además ponerle un poco de azúcar para luego comerlo mientras le dábamos largas a nuestras historias en aquella casita imaginaria que teníamos debajo de la gran planta de coronita de novia mientras los mayores decían: -están comiendo juiciosos, da gusto verlos- despues todo seria como siempre para nosotros y ellos nada sabrían de ese

mundo particularmente nuestro con luna y estrellas propias… como siempre miro en el cielo aquella que siempre me quitaria la tristeza cuando algo me pasara…tu tienes la tuya y en ella estan todas las cintas de las trenzas que perdimos y que nunca encontramos.

Me pregunto donde esta tu mano?

Dónde estás con tu mirada inteligente y tu flequillo rebelde? Donde?...

Ya no tengo trenzas, ni macachines, ni pan casero de la gran rodaja… ha pasado el tiempo, mucho tiempo ha pasado pero yo estoy aquí intentando hablarte, decirte lo que siento y cuanto lamento mi silencio y mi temor…

Recuerdas cuando te operaron de apendicitis? Yo no entendía entonces porque a ti te habían operado porque esas cosas no eran de nuestro mundo, y tenia miedo sin tu mano, ahora tu estabas en cama y yo estaba sola… te compraron entonces aquel carrusel que funcionaba a cuerda, tu decías cosas lindas de aquel tiovivo pero después la cuerda se rompió y ya no hubo mas magia…recuerdo tu rostro entristecido…. Y las estrellas no vinieron a quitarla… hoy que la niña no está lo que queda de ella busca al niño amigo para decirle: perdóname … perdón por el silencio, por el temor, por sentirme sola y pequeña sin las estrellas que me ayuden frente a la mirada triste de tus ojos grandes… yo rompí la cuerda del carrusel… quisiera abrazarte, oír que llaman a la puerta, abrir y que seas tu.

 

 

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