Es una linda tardecita de finales de
primavera, jugando se entretiene en el caminito que la lleva desde su casa al
monte de las higueras. Allí se respira dulce. Como dando un final feliz al día,
los benteveos picotean golosos las frutas maduras. Su madre le dice que no son
frutos sino inflorescencias, pero a ella no le parece verdad...
Se detiene y también ella disfruta del
dulce manjar, cantando esa canción que recuerda de la escuela se aleja.
Suavecito dice parte de la canción:
agüita fresca que riegas valles, a tus arrullos duermen las aves... No se
acuerda como sigue, pero recoge florecitas y sigue sin mirar atrás.
Está feliz, se interna despacito en el
pequeño bosque nativo, se siente el aroma de los arrayanes. Papá dice que son
los salvadores de los caminantes del bosque, que nadie se pierde si siente el
aroma de la pequeña flor del arrayán...
No sabe que pasa, ahora ve oscuro,
alguien le tira de su pollerita, y otra cosa le rasguña las piernas, es sin
duda alguien malo, ahora está sola y se pone mas oscuro, no sabe como se
regresa, da vueltas pero otras manos duras le golpean en la cabeza, quiere
encontrar el camino de regreso, pero mas manos le siguen tironeando de la
pollerita y bichos malos le siguen rasguñando las piernas y los brazos.
No quiere estar sola, llora y grita
fuerte, cada vez mas fuerte, pero con mas fuerza las manos feas y malas la
golpean y siente que se le rompe su linda ropita, cuando mamá la ayudó en la
tarde a ponérsela le dijo que se cuide y no se ensucie, es por eso que ahora le
pasa todo eso, se ha portado mal, se fue sin permiso, se alejó mucho.
Era solo hasta las higueras donde iría,
pero todos los pájaros van al bosque y son felices, ella llora porque seguro es
mala y por eso esos malos escondidos en las sombras del bosque se la quieren
quedar con ellos…
Llora, llora, grita pero... ¿donde está
mamá que no la escucha?
Siente la mano tibia y se siente
arropada, como a lo lejos oye una dulce voz que le susurra una vieja canción de
cuna…
Autora: Marie Díaz. Montevideo,
Uruguay.