BITÁCORA DE LANZAMIENTO DEL PROYECTO “A PUNTO PEDAL VENEZUELA”

 

Martes, 12 de agosto de 2008.

 

BiVi, nuestra guagua, ejem, ejem, digo nuestra bicicleta también denominada Tiflo BiViteca, puesto que es la única bicicleta con vida que recorre el planeta llevando consigo una tiflo-biblioteca para facilitar la accesibilidad a la información, educación, cultura, comunicación y entretenimiento a todas las personas con capacidades diferentes y no se preocupen algunitos, también tercera edad, me ha encomendado presentarles sus más sinceras disculpas por no estar presente, ¡pero la culpa es del taita y la mama! Imagínense que dizque están más preocupados por una tal página WEB apuntopedal.com, ni que no las conociera, ¡le ha de terminar dando algún virus!

 

La verdad dice, está muy adolorida a nivel de sus callos rin número 36 de su llanta trasera, luego de la última ruta al Puente del Río Chiche, sufro continúa, de una incipiente escoliosis a nivel de catalinas y piñones, una ligera jaqueca justo en los asientos antiprostáticos y claro, para que ya esté más juiciosita, han mandado a recortar a mi calzoncito un par de eslabones de la cadena, para ver si finalmente se me deja de caer por cualquier triciclo que veo. En fin cuando ya salga para Caracas, ¡hasta con bandera en mi colita me han de ver!

 

Ma. Inés y Huicho hemos plagiado hasta el destrozo un poema y adaptado a nuestras circunstancias, ahí va:

Mi Capitana, ¡no me mire! Que miran que nos miramos. Y entonces sabrán que trabajamos. Mi Capitana, no nos miremos, para que no nos miren y entonces: ¡triunfaremos!

Damas y caballeros, no miremos paja en ojo ajeno, sino la viga en el nuestro.

 

En tiempos paralelos, y aún cobijados por los plateados rayos de un cuarto creciente que rasga el negro terciopelo de la noche, se encienden madrugadoras alarmas en distantes barrios de la urbe Quiteña. Una Locapitana en Conocoto y un Stuckembalao en El Batán, sincrónicamente han iniciado sus labores de taita y mama. Aún descalzos y en dirección a la imprescindible ducha mañanera, con el dedo gordo del pié van levantando todo tipo de prendas de vestir de los considerados guaguas que en brazos de Morfeo descansan.

 

Entre suspiro o tal vez bramido, despachan en el lavabo de la cocina una torre de platos, vasos y cubiertos dejados por el constante olvido de la o el responsable de poner la cocina en orden, Grrr ya vas a ver Sanrik o grr ya vas a ver Davicho piensan pero igual lavan, ya de regreso tapamos una que otra pierna con hipotermia por descobijamiento y movida de almohada de una que otro roncador.

 

Ahora sí, mmm después de la refrescante ducha, viene ese cargado café para terminar de despertar todas nuestras neuronas. Mentalmente revisamos “pedales” pendientes: la visa de la Embajada Venezolana, el auspicio de Holding DINE, que retirar los equipos donados por el Nacho, que Infocorp nos espera luego del entrenamiento y que no nos olvidemos que mañana será con Pro event y así, las necesidades van y vienen al ritmo de cada sorbo del humeante jarrón de café.

 

¡Ea! Flaca y Huicho, no te olvides la mochila con la ropa de deportes y ¡válgame Dios! ¡Sacrilegio! Si te olvidas la toalla para que Alan en el gimnasio no te llame la atención que con tu sudor estás corroyendo bicicletas y poleas del gimnasio.

 

Ya en nuestros respectivos buses de transporte una vez más revisamos los trabajos pendientes, mientras una gran mayoría de pasajeros completan un último ronquido en el trayecto. Ahora sí y antes que la marea de estudiantes y usuarios acudan a nuestros servicios de tesis y no videntes, van las consabidas flexiones de pecho y no hay circunstancia que impida que lo hagamos. Ahí va el récord de Ma. Inés 118 flexiones ¡Guauuu! y el turno de el Huicho con sus 130, ¡ahora sí a trabajar!

 

¡Que no se salva la hora del almuerzo! La Locapitana y el Stuckembalao utilizan los tubos paralelos para organizar el ingreso de viandantes, como su mejor oportunidad de flexiones que mejoren pectorales y tríceps, así por lo menos nos ganamos las indulgencias y tal vez uno que otro pedacito adicional de carne o pescado de nuestros amigos del comedor, porque amigas y amigos, mejor doy de vestir a mi Locapitana que alimentarla.

 

El momento esperado ha llegado, la jornada de trabajo como bibliotecarios ha concluido y mientras la comunidad politécnica pasa su dedo índice en el control biométrico luego de una jornada de trabajo, ese par de locos apenas si van con paso firme a su entrenamiento diario del gimnasio. Hay algo diferente en ellos, su espíritu de lucha, la alegría pan de cada día, la risa como factor constante, el autoridículo el goce supremo, ¡vamos! ¡Que no hay mejor vitamina que el buen sentido del humor!

 

A veces los procesos no avanzan, las puertas se cierran, la tolerancia y sensibilidad se agotan pero ahí van ellos, ¡pecho a las balas!

 

A cada esfuerzo supremo, un músculo más que se define, una meta más que se alcanza y el sudor por doquier que nos baña. ¡Válgame Dios! Huicho páseme la toalla, que ¡ya viene Alan! Y luego de dos horas de constante esfuerzo de tríceps, bíceps, pectorales, cuadriceps y más, con frecuencia nos toca la vuelta del músico.

 

Henchidos de felicidad de nuestro extra deber cumplido y claro hinchados los músculos trabajados, recién caemos en cuenta que afuera de nuestro cielo de sudor, sí, efectivamente se cae el cielo, pero con tamaños granizos o inclementes aguaceros. Y allí vamos, Ma. Inés a sus clases de Bibliotecología en la Universidad y una larga vuelta de Amaguañas y Ecovías que en uno y otro caso nos harán arribar a nuestros hogares pasadas las 8 de la noche y recién a leer, porque si escribo lo que te escribo y digo lo que te digo, es porque hemos aprendido, que es el libro nuestro mejor amigo.

 

Ya vamos por Venezuela y es necesario bautizar a los miembros de INTIÑAN-93, de acuerdo a la geografía llanera, así, mi Locapitana pasará a llamarse Flacaraqueña, por su siempre denominativo de Flaca sumado al gentilicio de Caracas; al Huicho parece que en esta oportunidad no le irá tan bien, pues sumado a su nombre de pila Huicho irá el del gran río Orinoco, quedando su nominativo como Huichorinoco, ¡que por favor es solo su nick name y nada tiene que ver con su reiterativa micción!, tanto como perrito faldero en paseo con su dueña por el barrio.

 

Doña Estercita, Doña Chavi, mi General, Don Rolando, vaya que ahí está su cruz, ¡par de hijos locos que les tocaron! ¡Ay! Gaby, Sandri, Pablo Santiago, Luismi y Davicho, ¿dónde se encontraron taita y mama tan zafados la cadena? Esperemos nada más que la pobre BiVi los aguante, buen viaje ciclonautas del acceso a la información.

 

¡A Punto Pedal Venezuela!

 

Autor: Luis Cueva Serrano. Quito, Ecuador.

luchocueva.63@hotmail.com

 

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