Una de las cosas que se pueden hacer en
pareja, para reconocerse o entrelazar el vínculo que los une, es bailar
el tango.
Desde hace mucho tiempo, el tango viene pasando
por distintas etiquetas, que lo fueron condicionando en un espacio muy
estrecho.
Al principio fue cosa de hombres solos,
la mujer no tenía una puerta abierta en ese convite. Luego,
apareció lo femenino, desde una perspectiva que abrió los ojos
para dar otra mirada al baile.
Hoy el tango nos ofrece una gran
posibilidad para poner mas nombres a la relación de pareja.
Una energía planetaria se
concentra en esa conexión de a dos. Orbitan entre sí, dos cuerpos
que enredados en un núcleo, danzan un baile universal.
Al comenzar en el abrazo, tiene un
sentido de unión y un lazo en contacto íntimo. Hay además
un significado de entrega: si se le presta atención a los pasos
básicos, la mujer hace el primer paso hacia el frente, luego el hombre
es quien avanza.
Deberá haber entonces, una
aceptación y relajación por parte de ambos para poder hacer esta
especie de Tai chi chuan criollo sin trastabillarse.
En el abrazo también, se forma
una ventana entre la curva de los brazos entrelazados y la cabeza de ella. Por ese
espacio es por donde el hombre mira hacia delante.
Hay una figura muy simple, que se llama
"ocho para adelante", en un avance impetuoso, la mujer se lanza y el
hombre crea espacios curvos retrocediendo sin ceder el abrazo.
En un juego de a dos, se puede cambiar
la idea machista del tango y valorizarla en pareja.
El abrazo entonces es un lugar de
contacto donde los cuerpos se fusionan en uno.
Si buscamos definiciones de pareja en
nuestra memoria, podremos encontrar muchas palabras como confianza, proyecto,
sexualidad, diversión, comunicación, erotismo, respeto y amor.
Que son también apropiadas para bailar el tango en pareja.
Unidos en ese abrazo fundacional, se
ayudan uno a otro en el equilibrio de los pasos, como un necesario artilugio de
apoyo mutuo, para avanzar por la música de los días, con la
certeza de estar apoyados en algo más que dos.
Sin embargo, la fuerza de ambos fundidos
en ese abrazo envolvente, los mantiene diferentes, respetuosos de lo distinto y
abiertos a la experiencia para registrar los movimientos y necesidades del
otro.
Bailar el tango en pareja es una
oportunidad para rescatar de nuestro interior, toda esta maravilla de
sensaciones y una novedosa manera de continuar la construcción entre
pares.
Autor: Alejandro
Lemos. Buenos Aires, Argentina.
alemos@epimeleia-argentina.org