¿BAILAMOS?

Por Bulmaro Landa Quezada.

Cursábamos el primer año de secundaria, experimentábamos la emoción de una nueva etapa en la vida, de haber ascendido un peldaño en la educación, comenzábamos a conocernos y a formar un grupo de amigos, a alguien se le ocurrió, para fortalecer los lazos de amistad hacer una tardeada, primera vez que yo escuchaba esa palabra, fue al chaparrito Múzquiz, el más pequeño del grupo, un chico inteligente y vivaz, muy sencillo, dijo: nos cooperamos para comprar pan y jamón, hacemos sandwiches, compramos refrescos y ya está, yo pongo los discos, ¿quien pone la casa?, ese día llegué a mi casa con mucho entusiasmo, no hacía mucho tiempo papá acababa de comprar un flamante estéreo con tocadiscos, me armé de valor y les pedí permiso a mis papás para hacer una fiesta en casa, seguramente mi entusiasmo y su disposición a complacerme siempre, sobre todo "porque era un muchacho muy estudioso y ejemplo para mis hermanos", los hizo aceptar. Llegó el día, mejor dicho la tarde, sacamos las sillas del comedor a la cochera, algunas chicas llegaron temprano para ayudar a mi mamá a cortar el pan en triángulos y a embarrarlos con mostaza y a cortar las rebanadas de jamón para hacer los emparedados, que quedaron en filas en las charolas, los muchachos comenzaron a llegar y por fin el esperado Rodolfo Muzquiz con un gran cargamento de discos de 78 revoluciones por minuto, todo estaba listo. La fiesta comenzó, era la primera vez que yo bailaba, no sabía cómo, pero resultó muy divertido, todo era cuestión de imitar a Muzquiz, que venía elegantemente vestido de traje y corbata de moñito, y que era el mejor bailarín, ya habían llegado la mayoría de compañeros, Octavio (el momo), con su gran copete, con el cuello de la camisa levantado, como lo hacíamos los rebeldes de la época; la vitamina, que todo el grupo sabía era mi novia, Jaime Levy, Daniel, y tantos otros cuyos nombres ha borrado el tiempo, ciertamente fue una fiesta muy divertida, bailando al ritmo de swing, interpretado por las orquestas famosas en los tiempos de la segunda guerra mundial: Glen Miller, y Tommy Dorsey, tocando las inolvidables, "Jarrito pardo", "Patrulla americana", etc,por supuesto también hubo música romántica como "Serenata a la luz de la luna" para bailar la cuál todos tenían que correr para ganar a Meche Bolio, la chica mas guapa del salón, esa experiencia fue inolvidable, estar cerca de Henia, la chica que me gusta, abrazarla de la cintura y sentir su mano sudorosa fue algo indescriptible.

Durante la secundaria se repitieron algunas fiestas en las cuales desarrollé el gusto por bailar, a una de ellas invité a mi prima Flora, la hermana de Paco, con ella formé pareja en muchas fiestas, nos enseñamos pasos mutuamente y nos acoplamos a la perfección, bailando todos los ritmos que iban poniéndose de moda, Rock and Roll, Mambo, Cha cha cha, Danzón y por supuesto las románticas que bailábamos de cachetito, ella fue mi pareja en el baile de graduación de Secundaria, me invitaba a cuanta fiesta tenía y aunque yo no tenía muchas, ella no podía faltar a las mías, conocimos los salones de baile de la época como el Riviera, el Maxims, etcétera, disfrutamos de las orquestas de la época tales como la de Luis Arcaráz, Carlos Campos, Los solistas de Agustín Lara, La Orquesta de Ingeniería, Pérez Prado, Enrique Jorrín y tantas otras.

A lo largo de muchos años Flora y yo disfrutamos de bailar en fiestas, cumpleaños, bodas, graduaciones hasta que llegó la madurez, seguimos caminos diferentes, nos casamos y formamos a nuestros respectivos hijos, quizá el origen de nuestro acoplamiento se remonta al Jardín de niños cuando disfrazados de inditos bailamos juntos por primera vez.

 

 

 

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