Mi lente
“BABEL”
González Iñarritù: La globalización que
veo
Alejandro González Iñarritù, conocido
entre sus amigos como “El Negro”, comentó al finalizar la filmación de Babel y poco
antes de editarla:”Un incidente ordinario dispara una serie de eventos
extraordinarios, que pone en una situación extrema a cada uno de ellos,
increíblemente un disparo en un desierto en marroquí pega en Los Ángeles,
rebota en Tokio y tiene eco en otra parte de Marruecos de vuelta, es una forma
de resumirlo, es una historia de padres e hijos", añade.
Amores Perros y 21 Gramos coinciden en
el mismo formato de guión: entrelazar tres historias que pretenden dar un
panorama general del momento y lo que está sucediendo en el entorno actual
según la visión del cineasta; México del año 2000 es descrito en “Amores
perros” de manera física y emocional, de forma directa, áspera y muy verosímil,
enumerando los componentes básicos de una sociedad en conflicto que transita
entre la indolencia, la incertidumbre y la fatalidad de su tercermundismo, sin
inmutarse, y sin resolver; Tres años después, “21 Gramos” representa a una
sociedad -la estadounidense- multi-racial y ecléctica, encapsulada en su
sistema de valores que define certezas sin convicciones y convicciones que
conducen a una angustia existencial y hacia reflexiones tautológicas en medio
del caos y la desesperación.
En ambas películas se representa un
panorama coloquial, sin afeites. Lo importante, lo verdaderamente importante es
el sujeto, el ser humano que vive su realidad en un mudo complejo y va
resolviendo, aun sin resolver lo que acontece en la vida diaria. Pero por más
que se esfuerza no consigue ser el usufructuario de su destino. Su voluntad, su
sola voluntad no alcanza para modificar el entorno que habita y del que es
prisionero.
En “Babel” los acontecimientos llevan
las indagaciones al mismo lugar: el mundo global (“la aldea global” que
predijeron Mc Luhan y el recién fallecido Milton Friedman *). El mismo González
Iñarritù nos dice: “Esta película es un testimonio de mi visión del mundo con
mis virtudes y limitaciones, pero es tal cual como la estoy viviendo ahora. Son
temas que tengo en el corazón experiencias que he vivido a través de que me fui
de México hace 4 años ya conociendo el mundo"
Por medio de una fotografía que mira
hacia todos lados nos dará su enfoque. El ojo del director utiliza la cámara
para comprobar que lo que él ve, la especie humana, la más adaptada a cualquier
circunstancia y lugar, la que es capaz de modificar la naturaleza a su antojo,
la que puede cambiarla y hasta destruirla. La que ha podido, inclusive, crear
otra forma paralela: “la naturaleza humana” (Que le concede poder sobre el
“mundo real”, poder tan artificioso como ilusorio); Ese hombre no tiene control
sobre su propia existencia, sobre su vida. Al final del día la contradicción
entre su naturaleza gregaria y su emancipación individualista colisionan en la
diversidad del lenguaje, las creencias, Surge en cada momento la extraña
paradoja: en la era de la comunicación instantánea, ahora que los lugares
remotos dejaron de serlo por que hemos invadido el espacio con millones de
mensajes, el mundo es tan ajeno a nuestras causas particulares en la misma
medida en que no nos importa lo que está sucediendo en otro lado, lo que le
sucede al otro, al próximo, al prójimo, “al de al lado”. La fraternidad humana
solía ser axiológica e intrínseca. ¿Ya no lo es?, se pregunta y nos pregunta
“El Negro”
Así, el japonés que regala un arma de
manera “altruista” es ajeno al accidente que pueda ocurrir con ella, su
problemática lo alejó de su familia y vive en soledad su propia tragedia; tanto
como la pareja norteamericana, que dejó a sus hijos a cargo de su entrañable e
incondicional sirvienta mexicana, para intentar rescatar sus vidas y, llevados
por el azar, enfrentaran la muerte; el mundo seguirá rodando en un interminable
día –la acción se sitúa entre el día y el acontecer del día siguiente- en que
podemos asistir lo mismo a la desesperación, que a las fiestas interminables en
México o en Japón, las futilezas son parte integral del diario acontecer. Un
universo poblado por todos los prejuicios y los convencionalismos posibles de
donde no es posible escapar a la angustia” es representado por A. González
Iñarritù, como ya lo había expuesto en “21 gramos”. Pero aquí, además, se
regodea en un ejercicio fotográfico hurgando en todos los rincones posibles.
Buscando la imagen que diga lo que, en esta Babel que hemos convertido el mundo
globalizado, no alcanzamos a decir con palabras.
Ya sea que las escenas se distribuyan en
planos sucesivos, o que los diversos formatos se sobrepongan, la proyección se
despliega en la pantalla para demostrar que las condiciones positivas o
negativas del mundo, son ilusión exacerbada, espejo de la realidad y
espectáculo al mismo tiempo. El hecho de tener que oponer el espectáculo a la
palabra, anuncia ya la dualidad del cine: las palabras y la representación. Las
sentencias de “Babel”, la película, no son ya más las del antiguo testamento.
Parece decirnos con imágenes que no son las barreras del idioma las que nos
separan y que el “bien” quizá no es posible que alcance a todos lo seres
equitativamente. Pero el “mal” y las desgracias afectan a todos por igual. Pero
no es casual, según se mira en la pantalla: todo está concatenado y la
responsabilidad de la especie, la obligación de entendernos y hermanarnos es
uno de tantos “valores” que hemos ido perdiendo… ¿gradualmente?
Autor: Rafael Fernández Pineda.
Cancún, Quintana Roo. México.