Hubiera
vuelto un poco alucinado
a beber el café
que en otra edad teníamos
sólo que ustedes se durmieron
en el mismo rincón
junto a la manada salvaje
y una red de polvo
nos separaba del mundo.
Yo escapé
-jinete que huye en la sabana-
y conocí castillos
con dioses de papel
sirenas pintadas por borrachos
en el corazón de las tabernas
rayos hundidos en los montes...
He vuelto
los cazadores y las fieras me espían
y estoy vivo
con una antorcha
ardiendo en la colina.
Autor: Agustín Labrada Aguilera.
Chetumal, Quintana Roo, México.