APRENDER A
OPTIMIZAR
En ocasiones, la presencia de una
discapacidad puede generar diversas valoraciones y creencias, que dejan marcas en
la personalidad, al incidir directamente en la autoestima y reflejarse, por
ejemplo, en sentimientos de impotencia, aislamiento e infelicidad.
Desde estas líneas, te invito a
que autoexamines tu vida, a que profundices en tu espacio interior y pongas ante
ti eso que piensas de tu situación en concreto.
¿Alguna vez has pensado que eres
una persona desdichada, que no tuviste suerte?
Que lo que te ocurrió a ti
¿es lo peor del mundo?
¿Te has sentido, alguien incapaz
o menos que los otros producto de tu discapacidad?...
Si algunas de estas ideas te han pasado
por la mente, provocándote angustia o malestar. Ten en cuenta, que estos
pensamientos no son más que emociones ocasionadas ante la experiencia de
un déficit sensorial o motor y que en dependencia de la etapa de la vida
en que se adquiere la discapacidad y el grado de severidad de la misma, pueden
ser más o menos intensos; Lo que sí está claro es que toda
persona con discapacidad puede haber vivenciado estos sentimientos durante su
proceso de adaptación.
La clave está en aprender de la
diferencia, o sea, a utilizar las capacidades personales de forma
óptima. Tal vez no puedas apreciar detalles de la estética
visual, pero por ejemplo, sí puedes descubrir con los demás analizadores
sensoriales, textura, olor, sabor, etc.
Todo dependerá de la
disposición, creatividad y esfuerzo que pongas en la tarea.
Te recuerdo una frase, a mi juicio,
axiomática, dicha por Antoine de Saint Exupery, en su magistral obra el
Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”…
Por tanto, aprende a valorarte, a tener
en cuenta las nuevas posibilidades de afrontar la vida, a aprovechar las
oportunidades y a trazarte metas acordes a tu realidad.
Una buena opción es en un
principio tomar las experiencias de otros que hayan vivenciado situaciones
similares y supieron buscar alternativas y adecuar las mismas, según te
resulten.
Desde esta óptica, vale tener
presente el cuidar de nuestra autoestima, reforzando las ideas positivas, tomar
cada logro como un ascenso en el proceso de ajuste a la situación social
que experimentas y de igual modo, asumir los desaciertos posibles como una
forma de aprendizaje.
Permíteme para concluir,
regalarte una anécdota recogida en el libro “Reflexiones para
Lic. Yesenia Smith.
TODOS TENEMOS GRIETAS
Un cargador de agua de
Durante dos años completos esto
fue así diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa
de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue
creada.
Pero la pobre vasija agrietada estaba
muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable
porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía
que era su obligación.
Después de dos años, la
tinaja quebrada le habla al aguador diciéndole:
“Estoy avergonzada y me quiero
disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la
mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías
recibir”.
El aguador, le dijo compasivamente:
“Cuando regresemos a la casa
quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del
camino”.
Así lo hizo la tinaja. Y en
efecto vio muchas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se
sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de ella la
mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces:
“¿Te diste cuenta de que las
flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus
grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de
flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has
regado y por dos años yo he podido recoger estas flores.
“Si no fueras exactamente como
eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta
belleza”.
Cada uno de nosotros tiene sus propias
grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe
la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.
Autora: Yesenia Smith
Hechavarría.