AMOR ETERNO
En una tarde lluviosa, de mediados de
noviembre,Paula, estaba esperando el autobús, entre varios viajeros, que hacían
lo mismo. En la misma parada de siempre, pero hoy, con un tráfico intenso,provocado
por la lluvia, que todo lo invadía… Los paraguas, se chocaban por la acera,como
polígonos presurosos y multicolores, que bajo un cielo gris, competían por
abrirse paso, para llegar a su destino.
Una vez en la parada, y esperando bajo
la marquesina, un buen rato… al fin se dejó ver, entre una catarata de gotas
que todo lo empañan,el autobús que Paula, tan ansiosamente aguardaba.
Esta tarde, no quería retrasarse, pues
era la última vez, que quedaba con alguien,y no deseaba parecer inppuntual.
Al fin, el bus, se detuvo, lanzando el
baho caliente de su motor, y abriendo su puerta delantera, por donde los
viajeros apresurados, formando una desordenada fila, y entre empellones,
codazos y algún golpe de paraguas, iban subiendo.
En el interior, se iban llenando todos
los espacios vacíos, hasta quedar repleto, aquél gran behículo, que al
arrancar,y deslizarse por las avenidas, llenas de tráfico, hacía que los
pasajeros,se movieran al compás de los frenazos,y bruscos cambios de marcha…
Menos mal que iban agarrados a las
barras, pues de lo contrario, más de uno, hubiera dado con su cuerpo en tierra,
aunque iban tan apretados como conservas en lata.
A Paula,no le importaba aquél maremágnum
de gente que se agitaba,buscando la puerta de salida, a medida que iban
llegando a las diferentes paradas.
Su pensamiento estaba lejos de allí,
había tomado una decisión drástica de terminar una relación amorosa, que había
llenado los últimos años de su vida,y era la razón de su existencia,pero
aquella era la última vez que iba al encuentro de su amor imposible.
Todo empezó, un día de primavera, cuando
Paula paseaba a su hijita, por un parque cercano a su casa… mientras la nena
jugaba a su lado, ella se puso a hojear un libro,del cual le habían hablado
mucho, y que era una verdadera réplica de su propia vida. Se trataba de,
Madamme Bobarí, de Gustave Flover, y desde que lo empezó a leer,quedó prendida
en sus páginas.
Paula,como la protagonista del libro,
estaba casada con un hombre anodino y sin inquietudes, que no le hacía el menor
caso, como esposa,ni como persona.
Él solo pensaba en su trabajo, y cuando
por la noche, llegaba a casa, jamás intentaba hablar con ella, durante la cena,
ambos cruzaban muy pocas palabras, y luego él se iba a dormir,pues alegaba
estar muy cansado,de su jornada laboral.
Ella solo era su criada,la madre de sus
hijos,con las obligaciones propias de su sexo, labar, planchar coser,etc. Todo
lo demás, leer, escribir, eran sueños inalcanzables para una ama de casa,que lo
único que debía hacer… era atender a su marido e hijos, sin tener más
inquietudes ni caprichos.
Paula, había estudiado,Filología
Hispánica, y era gran aficionada a la Literatura en general,y a la poesía en
particular. Pero la rutina de su vida matrimonial,y la apatía y desinterés de
su esposo, la habían convertido en una mujer depresiva e irritable, llena de
frustración y desencanto.
Se sentía sola en medio de la multitud,
y se veía como una esclava utilizada por su marido, como un simple objeto, tan
solo cuando a él le apetecía, le exigía el débito conyugal, satisfaciendo sus
instintos carnales sin preocuparse de ella para nada. Nunca recordaba haber
tenido un orgasmo, y el sexo la empezó a astiar,desde el prinncipio de su
matrimonio, y pronto se sintió como una prostituta, dentro de su marco legal.
Se había casado con aquél
hombre,encandilada por su supuesta bondad,y fascinada por sus promesas de amor
y sus regalos, cuando eran novios,él la obsequiaba y alagaba, con bellas
palabras, y ruegos amorosos, según decía, él la necesitaba para seguir viviendo
y le juraba que la haría muy feliz.
Mas, una vez casados… él dejó de ser
sumiso y empalagoso, para convertirse en un hombre frío y distante, y eso hizo
que Paula,se sintiera mal,y con el paso de los años… incluso llegara a odiarle.
Pero por no hacer daño a sus
hijos,víctimas inocentes, y por cobardía y comodidad,dejó pasar el tiempo,en la
más absoluta rutina.
Su esposo,nunca alabó sus virtudes,
siempre se refería a su cuerpo,cuando prodigaba algún elogio a su persona,
nunca exaltaba sus cualidades intelectuales, ni psicológicas, pues eso para él,
no tenía ninguna importancia. Solo su cuerpo le daba placer,y era eso lo único
que le importaba de ella.
Pero con el tiempo, también eso se
acabó, pues la enfermedad, hizo presa en su marido, el cual perdió sus
facultades varoniles, hasta el extremo de no tener ninguna erección, con lo
cual no podía penetrarla, y esta frustración hizo mella en su carácter, de
suerte que lo convirtió en un hombre amargado, y despechado de sí mismo… la
impotencia sexual, le hizo un ser acomplejado, y esta inutilidad,recayó sobre
Paula, a la que culpaba incluso de su falta de apetito sexual,alegando que ella
era frígida,y por eso, él era incapaz, de conseguir los estímulos necesarios,
para comportarse como un hombre normal.
Y así, ella, iba muriendo lentamente,
veía como espectadora las bellezas del mundo, sin poder alcanzarlas.
Con el tiempo, la depresión se apoderaba
de su espíritu, e iba perdiendo las ganas de vivir.
Volvamos al momento en que Paula está
sentada en el banco del parque, leyendo Madamme Bobarí, mientras vigilaba los
juegos de su higita, con otras niñas que por allí había…
Un desconocido se acerca, y se sienta,
no sin antes pedir permiso para hacerlo… Paula asiente con una inclinación de
cabeza, sin dejar de leer… El hombre despliega su periódico,
hojeando,lentamente,antes de detenerse, en una página concreta… De pronto,
levanta la vista, mirando en su alrededor, y luego a Paula, que sigue leyendo,
al parecer, enfrascada en el contenido de su libro… Él exclama: Qué tarde tan
estupenda, ya se nota el cambio de estación… Ella, a su vez,dice: Si, hace muy
buen tiempo.
Luego,cada cual volvió a su actividad
lectora, hasta que él, de nuevo exclamó: El libro que usted está leyendo… es
una joya de la literatura, romántica, y que refleja muchos episodios de la vida
real… Ella, le miró, y no dijo nada, tal vez molesta por la indiscreción de su
compañero de asiento, y terminó algo ruborizada, por aquella intromisión.
El lo notó, y le dijo: perdone, si la he
molestado, es que yo la conozco,de coincidir en el autobús, pues solemos
utilizarlo, a la misma hora, aunque yo, subo en distinta parada,y por eso
usted, no se dio cuenta de mi presencia. Pues, ahora que lo dice, su cara, no
me era desconocida, pero no recordaba donde le había visto…
El, dijo: En cambio yo a usted… sí la
recuerdo, pues siempre va usted,tan abstraída, como sumida en sus pensamientos…
que por lo que reflejan sus ojos , no
deben ser muy alegres, más bien, todo lo contrario, y es una lástima, que una
mujer tan bonita… esté siempre tan triste… y ahora al verla leer ese libro, tan
trágico… no sé qé decirle… pero si la puedo ayudar en algo… estaré encantado de
poder hacerlo, por usted… y también por mí, que veo su tristeza, como algo
personal…
Paula, no supo qué contestar, y
anonadada, cerró su libro, se levantó, y con un gesto displicente,saludó a su
compañero, con un lacónico… debo irme, y
Tras tomar a su hijita de la mano, la
cual se dejó llevar a regañadientes...
se alejó, por el paseo, hacia la salida del parque.
Desde aquél día, ella recordaba la dulce
voz de él, su mirada tranquila y serena, sus ademanes pausados, como si una
fuerza interior, la impulsara a volver a encontrarle, para ver aquellos,ojos
que la miraron tiernamente, con aquella sonrisa, y su voz, tan suave,y libre,
de la ironía,la mordacidad, y el desprecio,que eran tan habituales en su
marido.
Paula,vivía sola en medio de la
multitud, nadie la comprendía, y su hogar era el vivo reflejo de su actitud, Si
estaba triste,o de mal humor, todo andaba mal… si estaba alegre o eufórica…
todo era relajación y distendimiento.
Lo primero era más habitual que lo
segundo,pues ella casi siempre estaba deprimida, por su triste situación.
Un día, que ella volvía de su trabajo en
el autobús de costumbre, sus ojos se encontraron de repente, con los de aquél
desconocido, que había compartido su banco en el parque, y un temblor recorrió
todo su cuerpo… El la miraba con una dulce sonrisa, ella,bajó la mirada, con
algo de rubor en sus mejillas, luego fijó sus hermosos ojos, en la ruta,que iba
siguiendo el autobús, por las calles de la ciudad, hasta que llegó la parada,
donde debía bajarse, una vez lo hubo hecho, cuando se disponía a seguir el
camino hacia su casa… oyó tras de sí, unos pasos apresurados, de quien
intentaba ponerse a su altura… Era él… y cuando lo consiguió, abordó a Paula,
con una amplia sonrisa, y dijo: Hola: ya ve que vivimos en el mismo barrio, yo
a usted la conozco de vista, pero… por lo visto usted a mí no.
Ella dijo con voz algo trémula… No sé,
tal vez sí le conozco, pero no me había fijado en usted… El Dijo: En cambio yo
sí me fijé, y antes que nada, le pido disculpas por mi intromisión de el otro
día en el parque.
Paula dijo: ¡ah! Ni siquiera me
acordaba… El: bueno, si tiene tiempo, la invito a tomar algo en esa cervecería
de la esquina, así podemos charlar un poco… Ella: la verdad es que tengo algo
de prisa, pero sí, dispongo de unos minutos…
Él: ¡Oh, qué bien,! Vamos, entremos a
buscar una mesa libre…
Y así, día a día, los encuentros se
sucedieron cada vez más asiduos, se contaron todos sus problemas, sus
inquietudes, sus frustraciones, y ambos fueron partícipes de todos sus
secretos, y la confianza creció por momentos, igual que la felicidad de
Paula,al verse amada y valorada por aquél hombre, que respondía plenamente a su
arquetipo varonil.
Fueron
amantes, en la clandestinidad,pues ninguno se atrevía a roomper sus cadenas,
por los muchos prejuicios morales, que les asediaban. Sobre todo a ella, que a
pesar de todo… no quería hacer daño a su marido, pues de por sí, ya estaba
amargado por demás. El echo de estar enfermo, cortaba las alas a Paula, que no
quería conseguir la felicidad,a costa de la ruina de los demás,en este caso
concreto, de su cónyuge.
Su concienccia no la dejaba actuar de
otro modo, ella sabía que estaba muy mal mantener aquella relación íntima con
un hombre que la amaba; pero no podía sustraerse a la influencia que él ejercía
sobre su ánimo, convirtiendo su vida en algo maravilloso y desconocido,que
antes nunca había experimentado.
Mas, la doble vida que llevaba, la hacía
sentirse culpable, y sus remordimientos, no la dejaban vivir en paz.
Por eso, aquella tarde de noviembre,
lluviosa y fría, decidió romper su relación amorosa, y tras mucho pensarlo,
llegó al apartamento de sus citas, él la estaba esperando, como siempre con su
dulce sonrisa de satisfacción, y al verla, antes de que ella se despojase de su
abrigo… la abrazó con fuerza, la besó en los labios, y luego, se sentaron
juntos en el sofá, donde ella le explicó que no podía seguir así, porque la
culpa de su traición la hacía sufrir mucho, y no podía más. El se quedó
petrificado, aunque tarde o temprano esperaba esta resolución…¡no me dejes,
amor, yo también te necesito tanto o más que tu marido,y te amo mucho más que
él! Paula dijo:
¡No sería feliz a tu lado,sabiendo que
alguien es desgraciado por nuestra culpa! él se puso frenético, se arrodilló
delante de ella,suplicante… y dijo: Ya me temía que esto podía suceder, y por
eso tengo aquí el remedio de nuestros males, ya que no podemos estar juntos en
este mundo… sí lo estaremos en la eternidad, donde nadie podrá separarnos.
Y diciendo esto, sacó de su bolsillo un
pequeño rebólber y sin decir nada más, disparó sobre Paula, que lentamente, fue
deslizándose hacia el suelo, con los ojos muy abiertos, como sorprendidos,
mirando hacia el infinito, él se acercó, llorando, cerró sus párpados, la besó
apasionadamente en los labios entreabiertos, musitó una plegaria, para que Dios
le perdonara… y apoyando el minúsculo artefacto, sobre su pecho… apretó el
gatillo, una bala le atravesó el corazón,y él cayó sobre Paula,quedando ambos
muy juntos,como cuando hacían el amor, pero esta vez, su unión sería eterna.
Autora: Puri Águila.
Barcelona, España.