Algunas notas sobre SANTIAGO CHALAR.

 

Recopiladas por: MARIE DIAZ

 

A continuación se reproducen artículos y notas relacionadas con un GRANDE de la música Uruguaya. Conocido músico e intérprete ya desaparecido físicamente,

que se ganó un lugar en el eterno firmamento de aquellos que no serán jamás olvidados por su pueblo, un lugar junto a los grandes de la música Uruguaya

de todos los tiempos, no solo por su calidad interpretativa sino por su calidad humana y hombría de bien.

 

SANTIAGO CHALAR:

MÚSICO Y SERVIDOR DE SU PUEBLO

 

Se llamaba Carlos Paravís y era médico traumatólogo, especialista en cirugía de prótesis de cadera.

 

Pero se lo conoce más como Santiago Chalar, uno de los más famosos cantantes de música folklórica uruguaya. O para ser más precisos música folklórica rural.

Especialista en milonga, serranera, media serranera, valsesito criollo, etc.

 

Era intérprete más que compositor, pero tenía muy buen ojo para elegir los poemas para musicalizar.

 

Le cantó al hombre de campo, a su vida, a lo cotidiano. No incursionó en la protesta política. 'No es lo mío', decía, '... yo hago arte, y canto el sentir

del hombre de mi tierra, si todo el mundo puede expresarse que lo haga'. Era muy sensible al dolor de su pueblo y no se casaba con nadie.

 

Nació en Montevideo en 1938, pero pasó su adolescencia en Maldonado.

 

El estudio de la Medicina, lo alternó con la guitarra y la música y se puso un seudónimo (Santiago Chalar) porque su padre quería que se dedicara totalmente

a la medicina. En 1963 grabó su primer disco y el tema 'Gurí pescador' fue premiado por la cámara del disco y CX 14 como la interpretación del año.

 

Posteriormente llegarían los premios nacionales e internacionales, las giras por varios países.

 

En 1974, se radicó en Minas y trabajó varios años en el Hospital de esa ciudad del cual fue director. En 1977 su disco 'Minas de Abril' trepa a los primeros

puestos y obtiene el primer disco de platino otorgado a un cantante de folklore nativista.

 

Casado con Adela Martínez, tuvo 4 hijos: Adela, Carlos, Santiago e Isabel. Sus dos hijos varones, uno médico y otro abogado son como el padre, folkloristas.

 

Cristiano comprometido, participó de las actividades de la Parroquia de Minas, dió con su señora charlas prematrimoniales y se encargó del ministerio de atención a los enfermos, llegándosele a confiar el ministerio extraordinario de la Eucaristía.

 

Era frecuente verlo en el Hospital de Minas, curando a los pacientes y al verlos deprimidos, agarrar la guitarra y dedicarles un breve 'recital'.

 

Muchos comentaban bromeando: 'el doctor Paravís los cura con la guitarra'. Un día el cura Carlos de la parroquia de Minas, sufría de una pierna que estaba

gangrenada.

 

Varios médicos decían: 'hay que amputar' pero él se la salvó. Con infinita paciencia, pequeñas cirugías y curaciones diarias, se la recuperó.

 

El Festival Minas de Abril, que él impulsó con varios vecinos, fue un éxito resonante, y gracias a él, el Hospital de Minas se remodeló.

 

Vivió la pobreza evangélica en la práctica. Trabajó casi gratis varios años para el Hospital de Minas y cuando Salud Pública le otorgó un sueldo, sobreviviendo

con sus ingresos de cantante, auxilió con su sueldo de médico a un desocupado y su familia con hijos pequeños sin que nadie se enterara del hecho.

 

'Nunca nos faltó nada' dice su hijo Santiago, 'pero no nos dejó plata. Para él el dinero era nada más que un mal necesario. Pero no había nadie que precisara

ayuda, con el cual él no compartiera lo que tenía. él decía que sólo le bastaba con lo necesario para vivir dignamente'.

 

Un cáncer acabó con su vida el 21 de noviembre de 1994.

 

Un minuano por adopción que enorgulleció a Lavalleja

 

Ser humano, médico, artista...

 

Una tarde del 94, el Dr. Carlos Paravis -mejor dicho Santiago Chalar- entraba en la galería de los inolvidables. Fue cuando se abrieron de par en par las

puertas del sentimiento de dolor y de pena de la gente común, que hoy, por los barrios de Minas, por las rinconadas del campo, por entre sierras y valles,

bajo el cielo de la Patria, se sigue sintiendo sacudida por esa pérdida que vive como propia. Es que Santiago tuvo el privilegio de entrar a una categoría

de hombres diferentes. Aquellos que rápidamente establecen una corriente de afecto y de emoción muy fuerte con su gente. Una especie de relación tipo "apropiación":

la gente siente que ese hombre, ese artista le pertenece y a su vez también este ser humano siente que la gente comienza a pertenecerle…

 

Este sentimiento hoy vaga por los campos y la ciudad, allí donde haya un ser humano para sentirlo. Inclusive gente que nunca cruzó palabra con él, estará

hoy sentada en sus casas y a través de una fotografía de Santiago -a través de ese frágil nexo- mantendrá una comunión muy fuerte, que le hará sentirse

dolida, huérfana de alguna manera de la presencia de aquel ser tan querido.

 

En base a esos sentimientos de la gente, es que creemos que nunca es inoportuno traer un recuerdo humilde, sentido, del amigo que nos diera el adiós definitivo

luego de sembrar no sólo su estilo de artista, sino la bondad de la cual tenía repleto su corazón.

 

De Santos Inzaurralde a Santiago Chalar

 

De aquel día de 1994 en que ocurrió su fallecimiento hasta setiembre de 1999 habían transcurrido cinco años, cuando sus restos retornaron a la ciudad donde

cristalizaron sus sueños y donde sembró tantos amigos. En esa oportunidad, Santos Inzaurralde le dedicó algunas palabras que fielmente transcribimos:

 

Bienvenido

 

Santiago: ayer al mediodía los cerros comarcanos levantaron sus brazos, azufrados de marcelas, para estrecharte en ellos.Retornas como te fuiste aquella

tarde de 1994.

 

Las calles de Minas te ven pasar, custodiado por la caballería de la noble paisanada de la cual fuiste y eres parte. La multitud te acompaña paso a paso;

los troveros de todos los pagos requintan sus guitarras, y entre Milongas y Serraneras encienden sus fogones para recibirte.Vas a la Morada de los Altos

Cipreses de Campanero.

 

Dentro de ella, Minas guarda, vivos e inmortales, a Juan José Morosoli y Santiago Dossetti.

 

Posarán su mirada en el Recordatorio que la Intendencia Municipal, en nombre de tu pueblo, te ofrece para compartirlo con Adela. La guitarra trunca, concebida

por tu amigo, el Arquitecto Carlos Fabini, desafiará a los siglos que crucen por la piel de su granito negro.

 

En las tardes percibirás la presencia de Atadito, de Javier Ulises Benedetto, del Beto Vérez, del Polaco Rivero, de Aladino Gómez, y a lo lejos, desde el

Mangrullo, Olimpia inclinará sus Banderas, y las Alas Rojas volarán a tu encuentro.

 

Confundido en la honda emoción de la multitud, te estaré mirando una vez más. El alma te escribirá un Poema, y la Primavera te lo alcanzará resuelto en

flor!...

 

Santos Inzaurralde Rodrigo

 

Lealtad y nobleza hasta el final del camino...

 

Bautista Tolosa y su concepto de la amistad

 

Bautista Tolosa, poeta nuestro, hombre sencillo, de campo, enemigo de la notoriedad, se ha prestado, no obstante, a los requerimientos de AREQUITA, dándonos

algunos pantallazos de su amistad con Santiago, de la cual no oculta su sentimiento mezcla de orgullo y sufrimiento. Todos sabemos que fue compañero de

ruta durante muchos años, con Santiago, en su eterno peregrinar por los caminos de la patria.

 

Lo que quizás muchos ignoran es que Bautista Tolosa fue de los últimos seres humanos en estar junto a Santiago en sus horas postreras. Tolosa fue engranaje

vital de una cadena de amigos que juramentaron acompañarlo, sabedores del cercano final.

 

Este hombre que tenemos junto a nosotros podría relatarnos con lujo de detalles, aspectos que hacen a esos momentos llenos de dolor e impotencia. Pero,

de común acuerdo, hemos preferido que nos narre anécdotas de épocas felices que le tuvieron a ambos como protagonistas, rescatando vivencias, intentando

dar un tono alegre, distendido, al recuerdo de Santiago, independientemente de la sensación espiritual que nos embarga con la sola mención de su nombre.

Por otra parte, así, con alegría y esperanza, es que quiso él que lo recordaran, una vez transpuesto el umbral de la inmortalidad.

 

Nos dice Bautista, brevemente, señalando sus comienzos y su trayectoria poética.

 

"Empecé a escribir a los ocho años, con defectos de métrica y fue con el tiempo que aprendí lo que era una décima, una asonancia, una redondilla, una cuarteta

libre. Edité tres libros de mi autoría (Tropeando Sueños, Pensamiento Blanco y Gaucho Oriental) y uno conjuntamente con Martita Suint (Cantos de Piedra

y Sal)". Tolosa se desentiende de su historia particular para saltar a otra que sabe de memoria, por cuanto la tendrá grabada a fuego mientras viva:

 

"Santiago paraba en un bar esquina cruzada con mi casa, el bar del "Bebe" Gómez. Allí se sentaba a guitarrear como si estuviera en el mejor de los escenarios

y era un boliche humilde. En ese momento no me animaba a decirle que yo escribía. Cuando salió mi primer libro él se sorprendió y un día me pidió que escribiera

algo, que quería grabar algo compuesto por mi. Así nace "Al maestro y su bandoneón" sobre un gran amigo como Aramís Arellano que Santiago grabó. Lamento

una composición que se llevó el viento, un valsecito a la abuela Casilda. Al cumplir ella sus 90 años, escribí algo en su homenaje y quiso el destino que

Santiago la musicalizara, pero lamentablemente no pudo ser grabado dado el diagnóstico simultáneo de su cruel enfermedad.

 

Él sabía el mal que le aquejaba. En el festival de Tacuarembó, al cual acompañé a Santiago como su chofer, me dijo "de tres cosas tengo una". Entre ellas

presentía que tenía un tumor cerebral lo que finalmente -y lamentablemente- aconteció. Bueno, pero yo te prometí contarte cosas alegres de Santiago y aquí

van:

 

* Anécdota

 

Él amanecía con los amigos, contando anécdotas, guitarreando, riendo y cantando, como fue su vida. Anécdotas hay un montón. Por ejemplo, a mi me gustaba

el boxeo y yo hacía guantes todos los días con mis amigos. Un día estaba haciendo guantes con el chofer de Santiago, Julio Gómez. Él se enteró y le dijo

a su chofer que le hubiera avisado porque él había sido boxeador. Al otro día apareció en casa a hacer guantes conmigo. Ni bien lo vi me di cuenta que

tenía ring encima, por la forma de caminar, de cabecear. Empecé a cuidarme, tocaba y salía, él me tiraba pero siempre a destiempo. Cuando empezó a respirar

con dificultad me dije "ahora es mío" y empecé a tomarle el pelo como lo hacía con los demás amigos. Entonces me arrinconó, me pegó dos "ganchos" en el

estómago y se dio por satisfecho...

 

¡Hasta siempre Santiago!

 

(Extractado del libro "Cantos de Piedra y Sal"

 

Doctor de manos tendidas

 

¿dónde andarás mitigando

 

el dolor de los heridos

 

en los trabajos de campo,

 

o en qué fogón sideral

 

estarás guitarra en mano

 

con los moros de la historia,

 

orgullo de nuestros gauchos,

 

o cantándoles la yerra

 

del gran poeta maragato?.

 

Tus amigos en la tierra

 

vivíamos equivocados

 

te creíamos solo nuestro

 

sin darnos cuenta, Santiago,

 

que tú eras grande, tan grande,

 

que acá te faltaba espacio

 

si hasta por gusto cantaste

 

en todo el globo terráqueo,

 

tenías que llevarle a Dios

 

el mensaje de tu canto...

 

Naciste en Montevideo,

 

te educaste en Maldonado

 

y en las serranías de Minas

 

encontraste el mejor pago.

 

Allí hiciste tu querencia,

 

entre los cerros huraños,

 

en cualquier boliche humilde

 

se te vio guitarra e mano,

 

siempre rodeado de amigos,

 

con whisky o con mate amargo.

 

Fue un 21 de noviembre

 

de mil nueve nueve cuatro,

 

cerraste tus ojos buenos

 

y tu alma encontró descanso.

 

Tu pueblo te despidió

 

con una salva de aplausos

 

y el 25 de setiembre,

 

día de tu cumpleaños,

 

volviste por siempre a Minas,

 

a descansar en el pago.

 

En el cielo me imagino

 

que habrás conocido al Mago,

 

el más grande de los grandes.

 

Criollos, cantores de tango,

 

es fácil imaginarte,

 

en celestial escenario,

 

cantando mis flores negras

 

a dúo con el tocayo

 

con el marco musical

 

del bandoneón de Arellano.

 

Tu nombre anda y andará

 

por siempre de pago en pago,

 

en las domas, en las yerras,

 

en la ciudad y en el campo,

 

entre tus colegas médicos

 

y tus colegas del canto.

 

Y, cuando en las fechas patrias,

 

cruza un desfile de gauchos,

 

me parece que te veo,

 

en tu brioso pingo zaino.

 

Seguí cantando en el cielo

 

que acá en la tierra, Santiago,

 

en la voz de tus gurises,

 

se prolongará tu canto,

 

donde una mano amiga,

 

en un gestos solidario,

 

reparta el bien a raudales,

 

sin reclamar nada a cambio,

 

por allí andará tu duende,

 

entre los necesitados.

 

Yo no quisiera morirme

 

sin ver en Minas, Santiago,

 

una calle con tu nombre,

 

te lo merecés, hermano.

 

Minas no tendrá más nunca,

 

ni aunque transcurran mil años

 

otro cantor de tu talla

 

ni otro médico tan gaucho

 

ni otro zorzal tan humilde

 

que pueda volar tan alto!

 

Bautista Tolosa

 

El testimonio de Santos Inzaurralde Rodrigo

 

Su amigo, su complemento, su "otra mitad"

 

Confundido su nombre con el de Santiago, ambos están, hace mucho tiempo, en esa inmortalidad inmune, que nadie desconoce, grabada en el alma popular.

 

Santiago Chalar- Santos Inzaurralde. O viceversa. Son ellos dos -artistas y seres humanos- irrepetibles. Llenaron de orgullo a su pueblo, a sus serranías,

a sus valles, a su gente. Porque en Minas hubo -eso es indudable- un antes y un después en el caso de Santiago Chalar y Santos Inzaurralde Rodrigo.

 

Ahora que Santiago no está, por haber emprendido el viaje sin retorno aquella tarde del 94, dejemos que su entrañable amigo Santos, compañero de rutas y

de éxitos, nos pinte brevemente algunos instantes de aquella comunión espiritual que ambos mantuvieron a través del arte, pero más aún, a través de la

existencia, de pie frente a la vida y peleando como lo hizo Santiago su desigual batalla con la muerte.

 

-En este momento estamos aquí, en mi casa, tú como periodista y yo como partícipe de la historia, pero ambos emocionalmente girando en torno a la figura

irrepetible de Santiago. Como comprenderás, hay un mar de anécdotas y de acontecimientos que me vincularon con él en más de 20 años de trajín. Pero, a

tu pedido, vayan algunas de ellas:

 

* Anécdota I)

 

Recuerdo el día en que nos tocó actuar en el gimnasio cerrado "Ernesto De León" de la capital del Yí, en el marco de otra edición del clásico Festival Nacional

de Folklore, dado que estaba cayendo una lluvia torrencial y en el estadio de fútbol no podía desarrollarse el espectáculo. El mediodía de aquella jornada,

como lo hacíamos habitualmente, nos reuníamos en "El Laurel", frente al Hotel Durazno un grupo de amigos entre los que estaban Abel Soria, Raúl Iturria

que fue fundador del Festival, Javier Ulises Benedetto y otros amigos de Durazno. En determinado momento, Raúl –quien fue en dos oportunidades Intendente

Municipal de aquel Departamento- me dice: "bueno, Santos, esta noche tenés que recitar ese poema que me comentaste hace un tiempo". El poema al cual se

refería Raúl es aquel en el que yo, de alguna manera, digo de la necesidad de unificar las dos grandes corrientes políticas del país, dado que Carlos era

colorado y yo nacionalista. Yo pensaba que no era lo más correcto pronunciar aquel poema en esa oportunidad, pero ante la insistencia de Raúl le dije que

iba a necesitar dos ponchos, uno blanco y otro colorado. Iturria me dijo que sería bastante difícil encontrar un poncho colorado... En definitiva fue más

fácil conseguir el colorado y mientras se llegaba el momento de la actuación, pasa un paisano con el poncho blanco que yo estaba precisando. Se lo manoteo,

el hombre se da vuelta como para pelear y rápidamente comencé a explicarle que precisaba su poncho para poder cantar, hasta que este señor accedió con

gusto a prestármelo... En aquella edición del Festival actuaron Cacho Tirao, Ariel Ramírez, Jaime Torres, artistas de primerísimo nivel pero, sinceramente,

la ovación con que la gente saludó nuestra actuación fue estremecedora. Ese es uno los más gratos recuerdos, de los muchos que atesoro, de los vividos

con Santiago.

 

* Anécdota II)

 

En una oportunidad íbamos para Montevideo porque era el cumpleaños de Wenceslao Varela. Santiago iba en el asiento de adelante, cebando mate y yo iba en

el de de atrás. En un momento saco un papel y empiezo a escribir "Pida Patrón" (trayecto Montevideo-San José). Cuando lo tenía terminado le digo a Santiago

que me diera el mate y que leyera lo que había escrito. Hizo detener el auto, yo pasé adelante y él se sentó en la fila de atrás, tomó la guitarra y comenzó

a musicalizar lo que yo había escrito... Era un hombre de una capacidad tremenda, un gran repentista. Llegamos a San José con el "Pida Patrón" ya pronto

y se lo ofrecimos como obsequio de ambos a Wenceslao Varela...

 

* Anécdota III)

 

En otro viaje salimos de Montevideo rumbo a Sarandí del Yi. Santiago iba estudiando en el viaje porque recuerdo que en aquel momento aún le quedaban dos

o tres materias por rendir. Recuerdo que en mitad del trayecto, en un parador, Santiago me dice "¿se acuerda que el domingo tenemos que actuar en pueblo

Ansina, en Tacuarembó?. Bueno, ¿por qué no se escribe algo sobre Ansina?". En el papel de astraza con que me envolvieron los bizcochos en el parador escribí

el tema "Ansina". Santiago lo leyó, sacó la guitarra, la gente nos miraba porque pensaría que estábamos locos o algo por el estilo. Cuando llegamos al

hotel de Sarandí del Yi recuerdo que nos encontramos con Washington Montañez, Aramís Arellano, Abel Soria, entre otros. A ellos les comunicamos lo que

habíamos compuesto. Esos aconteceres simples, pero grandes a la vez fueron las que nos permitieron aquí, en la Argentina, en Brasil, en todos lados, y

ser recibidos siempre con enorme cariño. Santiago fue grande como cantor. Grande como médico. Como amigo, como hombre, como ser humano... Con una mano

siempre adelantada para ayudar a la gente. Nos guardamos un mutuo respeto y un mutuo cariño, y a pesar del tiempo, de la comunión espiritual, nunca, jamás

nos tuteamos...

 

El significado de "Minas y Abril"

 

"Minas y Abril" fue consecuencia de una de las tantas salidas a caballo que Santiago solía realizar junto a un grupo de amigos. Ese día rumbearon para la

zona de Penitente. Al final de la tarde, en uno de los saltos del Penitente, mirando hacia la puesta de sol, a Carlitos Navas que integraba el grupo, se

le ocurre decir: "por aquí bajó Dios". Me lo comentó al día siguiente Santiago y ello me dio la posibilidad de inspirarme para hacer el tema, recordar

lo que era Minas en Abril, cómo se llena todo de hojas de plátanos que asemejan moneditas de oro viejo... Primero hice una versión la cual complementé

para componer el tema definitivo. A los pocos días de haberlo terminado se lo presentamos a Don Rúben Lena en Treinta y Tres. Don Rúben quedó muy emocionado

por lo que habíamos compuesto...

 

 

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