Secretaría de Cultura Casa de la Cultura
de Cancún
ALEX QUIERE UN DINOSAURIO
Luego
de las vacaciones que se les otorgaron a los peques, para celebrar con ellos “Abril
el mes de los niños” y como parte del compromiso de seguir impulsando el amor a
los libros, la Secretaría de Cultura, a través de la Biblioteca de la Casa de
la Cultura de Cancún, reinició este jueves 10 de abril, el espacio “Círculo de
Lectura para Niños” con la narración del cuento “Alex quiere un Dinosaurio” de
la autoría de Hiawyn Oram con ilustraciones de Satoshi Kitamura. La entrada es
gratis.
Como es costumbre, la titular de la
misma, señora Isabel Flota Medrano nos comentó sobre “Alex quiere un
Dinosaurio” que:
Ben tenía un perro.
Alicia tenía dos caracoles.
Alex quería un dinosaurio.
Tumbado en su cama, Alex lloriqueaba y
gimoteaba... -pero yo quiero un dinosaurio -decía- un dinosaurio es lo único
que quiero. Hasta que su abuelo dejó el saxofón, se puso su sombrero y su
abrigo y dijo:
-Si Alex anhela tanto un dinosaurio, ese
niño debe tener un dinosaurio.
Y lo llevó a la Dino-tienda. La
Dino-tienda era grande y cristalina. Ocupaba casi toda la avenida, ciertamente
éste era el lugar indicado para alguien que quiere un dinosaurio.
En la planta baja estaban los
dinosaurios adultos, en el primer piso estaban los dinosaurios jóvenes, en el
sótano, los bebés hadrosaurios chapoteaban en el hidrocuario, en el piso de
arriba los pterosaurios planeaban en el pterosaurieta, y en el segundo piso
había todo lo que se pudiera ofrecer para un dinosaurio.
Primero Alex pensó que quería un
triceratops. Después que mejor quería un fabrosaurio. Luego cuando casi se avía
decidido por un diplodoco, vio al masospóndilo y, a su vez, el masospóndilo lo
vio a él y se acercó y se tumbó de espaldas, puso los ojos en blanco y le lamió
la mano a Alex.
-Le pondré Fred – dijo Alex. –Pero es
una hembra– dijo su abuelo leyendo el letrero-, ¡una niña que come de todo,
carne y plantas!
-Entonces le pondré la que come de todo,
pero le diré Fred, es más corto –dijo Alex, y pidieron las cosas que ella
necesitaría, le colocaron el collar y la correa y se encaminaron a casa.
Cuando llegaron, Alex no se aguantaba
las ganas de ver a Fred comer dos bolsas de fósiles remojados en toda la leche
que había en el refrigerador, un tonel de licopodio deshidratado, tres sacos de
agujas de pino, la ropa lavada, las calabazas de la casa de al lado y un
mordisco al gato del vecino de su vecino.
Alex -dijo su madre- ¡Esto es realmente
demasiado!
Pero Alex no le hizo caso.
-No para un dinosaurio –dijo-. Para un
dinosaurio es sólo un bocado…
Y subió corriendo las escaleras, llenó
la tina de agua caliente, le añadió un poco de polvo de pantano instantáneo y
puso a Fred a remojar un largo rato.
-Alex -exclamó su padre, de vuelta del
trabajo- ¡Tener un pantano en casa es bastante insalubre!
-No para un dinosaurio -replicó Alex
malhumorado- Para un dinosaurio es perfectamente natural…
Y metió a Fred a escondidas en su cuarto
y le cantó en masospóndilo hasta que él se quedó dormido. No se dio cuenta que
ella no podía acomodarse y para consolarse masticaba todo lo que encontraba en
la oscuridad... y ¿sabes qué pasó?
Si te gustó la introducción a este
cuento, solicítales a tus padres o maestros lo localicen por internet para que
terminen de contártelo.
El autor de este bello cuento, Hiawyn
Oram, se crió en Sudáfrica y era un actor profesional antes de venir a Inglaterra,
donde trabajó como redactor publicitario y escribió varios libros infantiles
alcanzando más de 60 los publicados hasta la fecha, entre estos se cuentan
libros de imágenes, poesía, obras de teatro, ficción, historia, y las canciones
para dos musicales.
Ha recibido numerosos premios y
distinciones por su trabajo, incluido el hecho de ser elegidos para el Premio
Smarties Reino Unido para su libro “La Segunda Princesa”.
Satoshi Kitamura nació en Tokio y
trabajó en publicidad antes de trasladarse allí a Londres en 1980, donde ganó
el Premio Mother Goose angry Arthur y él es ahora uno de los más destacados
ilustradores en Gran Bretaña.