Mujer: ¿quién se ha apoderado de tu
cuerpo para darle hijos al mundo?
(Este poema no lo debería escribir yo,
porque soy hombre.)
Y te juzgan y te condenan:
los mismos que matan en las guerras,
los que nos hacen creer en un Dios
Padre;
en un Dios castigador.
¡Y nos obligan a amarlo!
No sólo se han adueñado de tu cuerpo;
¡también de tu inteligencia!
Los que han dicho que Dios es masculino,
los que creen poseerte cuando tu los
devoras con tu vagina amorosa.
A veces cometes errores, porque te tienen convencida de que todo
es así.
¿Será que los hombres te tememos?
¿Inconscientemente queremos dominarte
por temor a tu venganza?
Tus colegios han sido menos exigentes,
tus análisis más superficiales...
No hay culpables.
Mujer: ¡eres dueña de tu cuerpo y de tu
inteligencia!
La naturaleza no es justa cuando te
discrimina.
El poder no es justo cuando te utiliza.
¡Sólo tú puedes decidir si abortas o no!
No temas porque Dios también es femenino
para muchas culturas.
¡Que lindo es cuando tú posees, y ahora
lo harás con amor!
¡Bendita mujer!: ¡no te tragues el mundo
cuando lo poseas!
¡Sé benévola en la venganza!
Tu cuerpo no es solo para nutrir de trabajadores al mundo,
también es para sentir placer.
Tu inteligencia debe decidir si abortas
o no:
¡aborta
si quieres, si no quieres no!
Pero, por favor, no permitas que sigan
utilizándola para apoyar el conservadurismo,
como lo han hecho y lo hacen hasta hoy.
Autor: Luis Alberto Méndez
Quezada. Santiago de Chile, Chile.