Secretaría de Cultura Casa de la Cultura
de Cancún
LA ABEJA HARAGANA
Este pasado jueves 16 de octubre, en el
espacio “Círculo de Lectura para Niños” que se realiza en la Biblioteca de la
Casa de la Cultura de Cancún, se les hizo una cordial invitación a todos los
peques de 6 a 12 años a compartir la lectura del cuento “La Abeja Haragana”,
correspondiente al texto Cuentos de la Selva de la autoría de Horacio Quiroga,
publicado en 2004, mismo que forma parte de los libros para niños en la
biblioteca de esa institución.
Como es costumbre las bibliotecarias,
señoras Isabel Flota Medrano, acompañada por Gerónima López Gómez nos
comentaron que:
“Había una vez en una colmena una abeja
que no quería trabajar, es decir, recorría los árboles uno por uno para tomar
el jugo de las flores; pero en vez de conservarlo para convertirlo en miel, se
lo tomaba del todo”.
“Era, pues, una abeja haragana. Todas
las mañanas, apenas el sol calentaba el aire, la abejita se asomaba a la puerta
de la colmena, veía que hacía buen tiempo, se peinaba con las patas, como hacen
las moscas, y echaba entonces a volar, muy contenta del lindo día. Zumbaba
muerta de gusto de flor en flor, entraba en la colmena, volvía a salir, y así
se lo pasaba todo el día mientras las otras abejas se mataban trabajando para
llenar la colmena de miel, porque la miel es el alimento de las abejas recién
nacidas”.
“Como las abejas son muy serias,
comenzaron a disgustarse con el proceder de la hermana haragana. En la puerta
de las colmenas hay siempre unas cuantas abejas que están de guardia para
cuidar que no entren bichos en la colmena. Estas abejas suelen ser muy viejas,
con gran experiencia de la vida y tienen el lomo pelado porque han perdido
todos los pelos de rozar contra la puerta de la colmena”.
“Un día, pues, detuvieron a la abeja
haragana cuando iba a entrar, diciéndole:
-Compañera: es necesario que trabajes,
porque todas las abejas debemos trabajar.
“La abejita contestó:-Yo ando todo el
día volando, y me canso mucho”.
-No es cuestión de que te canses mucho
-respondieron-, sino de que trabajes un pocco. Es la primera advertencia que te
hacemos, diciendo así la dejaron pasar.
“Pero la abeja haragana no se corregía.
De modo que a la tarde siguiente las abejas que estaban de guardia le dijeron:
-Hay que trabajar, hermana”.
“Y ella respondió en seguida: -¡Uno de
estos días lo voy a hacer!”.
-No es cuestión de que lo hagas uno de
estos días le respondieron- sino mañana mismo. Acuérdate de esto.
“Y la dejaron pasar”.
“Al anochecer siguiente se repitió la
misma cosa. Antes de que le dijeran nada, la abejita exclamó: -¡Sí, sí
hermanas! ¡Ya me acuerdo de lo que he prometido!”
-No es cuestión de que te acuerdes de lo
prometido - le respondieron-, sino de que trabajes. Hoy es 19 de abril. Pues
bien: trata de que mañana, 20, hayas traído una gota siquiera de miel. Y ahora,
pasa. Y diciendo esto, se apartaron para dejarla entrar.
“Pero el 20 de abril pasó en vano como
todos los demás. Con la diferencia de que al caer el sol el tiempo se
descompuso y comenzó a soplar un viento frío”.
“La abejita haragana voló apresurada
hacia su colmena, pensando en lo calientito que estaría allá dentro. Pero
cuando quiso entrar, las abejas que estaban de guardia se lo impidieron”.
-¡No se entra!- le dijeron fríamente.
-¡Yo quiero entrar! -clamó la abejita-.
Esta es mi colmena.
-Esta es la colmena de unas pobres
abejas trabajadoras -le contestaron las otras-. No hay entrada para las
haraganas.
-¡Mañana sin falta voy a trabajar!
-insistió la abejita.
-No hay mañana para las que no trabajan
-respondieron las abejas, que saben mucha ffilosofía.
¿Qué pasará con la abeja? ¿Logrará
sobrevivir?
¿Crees que sus compañeras la perdonarán?
El autor de este cuento Horacio
Silvestre Quiroga Forteza nace en Salto, Uruguay, 31 de diciembre de 1878 y
fallece en Buenos Aires, Argentina, el 19 de febrero de 1937), fue un notable
cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Fue reconocido como el maestro del
cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista.
Si te gustó la introducción a este
cuento, solicítales a tus padres o maestros lo localicen por internet para que
terminen de contártelo.