Dejar la queja
¿Qué seríamos los escritores sin imaginación? Con esta herramienta
hacemos todo.
Un conocido me dio un par de temas en relación a
los derechos de las personas con discapacidad que no se cumplen y sería bueno
visibilizarlos.
¿Cómo hacerlo desde la
literatura? Bueno, esta es un arma y hay que saber usarla.
Leí un artículo muy interesante y creo que, si esto se
transportara a todos los ámbitos, no se incumpliría con el cupo laboral de las
personas con discapacidad:
Yo creo que es posible. Si los comerciantes del mundo se dan
cuenta de los beneficios que otorga tomar empleados discapacitados, no solo
estaría solucionado el tema laboral de nuestro colectivo, sino que ya no se nos
tendría como mendigos detrás de una obra social (en el caso que la halla) dado
que podríamos pagar los servicios que necesitamos.
Soñemos: un comerciante ve este local y se le ocurre abrir una
cadena de lugares así, al verse beneficiado por la quita de impuestos, en lugar
de un establecimiento puede poner dos. Sería un lugar inclusivo realmente y no
solo en el lenguaje.
Llegaría a ser un boom de ventas. La gente acudiría para ver la
novedad y se darían cuenta que una persona con síndrome de Down puede
desempeñar varios oficios. Un Sordo, no necesita escuchar para preparar un
sándwich, un ciego puede muy bien manejar una caja registradora y como la
población con discapacidad tiene que adaptarse siempre a un mundo que la
descalifica, sobresale en el puesto en el que se encuentre. Las tecnologías son
parte de nuestra vida, por lo tanto, se acostumbrarán rápido a usarlas.
En definitiva, todos los comerciantes se darán cuenta de la
conveniencia de tomar personas en situación de discapacidad y entonces habrá
manifestaciones de gente que se consideraba normal” en contra de la
discriminación a la que son sometidos, ya que Supermercados, oficinas y todos
los negocios preferirán tomar personal con diversidad funcional.
Las obras sociales saldrían beneficiadas por no tener que gastar
en discapacidad los aportes que ganan de cada trabajador, pues cada uno de
nosotros pagaría de su bolsillo el tratamiento adecuado, en vez de recibir uno
que cubre muy poco las necesidades de cada paciente y, en definitiva,
dejaríamos de ser pacientes para ser seres humanos.
Con la imaginación todo es posible.
Es mucho más sencillo ser idealista desde una computadora.
Sabemos que esto no ocurrirá porque la gente ve solo las
limitaciones y no las capacidades, en tanto, se creerán con derecho al cielo
solo por ayudar a un ciego a cruzar la calle y seguirán prejuzgando. Nosotros
juguemos…
Autora: Laura Trejo. Buenos Aires, Argentina.