El caballero de las mil y una hazañas.

 

Érase una vez un caballero que contaba mil hazañas en su vida… pero en la última, se quedó ciego. Sin la capacidad de ver tuvo que retirarse de la acción. Sin embargo en su corazón aún existía la necesidad imperiosa de realizar, aunque solo fuera por última vez, una hazaña que le dejara satisfacción total. Ese era su anhelo que este año venidero realizaría como un esfuerzo máximo, un propósito que estaba dispuesto a realizar, costara lo que costara y aún en contra de cualquier pronóstico fallido.

Es por eso que este caballero de nombre Anacleto, se vistió con su armadura vieja y oxidada y viajó al bosque de los encantos para consultar al mago más famoso de todos los tiempos… el famoso “mago Merlín”.

Después de mil y una peripecias para llegar al bosque de los encantos, se dio a la tarea de contactar con el mago. Preguntó al aire, a la tierra, a las plantas y a los animales que lo habitaban, pero ninguno supo darle una pista consistente para llegar hasta él.

Cansado, se sentó a la orilla de un río de aguas caudalosas. Esto lo dedujo por el ruido que causaba la corriente al rozar sus orillas… de repente el sonido de la corriente fue transformándose en palabras que hicieron nido en su mente.

-Hola caballero Anacleto, ¿qué te trae por aquí?

-Pues verás, he venido a buscar al famoso mago Merlín, le contestó.

-Ah, vamos… ¿y para qué?

-Deseo, como propósito de este año nuevo, acudir al Oráculo de los Dioses… y solo Merlín puede conducirme hasta donde está.

El río se conmovió del caballero ciego y le indicó que siguiera por la orilla su cauce hasta llegar a una cascada, ahí entre la caída del agua y las rocas, existía un pasaje que llevaba al hogar de Merlín.

Cuando Anacleto llegó al fin con el mago, este lo guió hasta el Oráculo de los Dioses, en donde conoció cual sería la hazaña que tendría que realizar para recuperar la visión.

Con este conocimiento el caballero Anacleto regresó a su casa para planear la misión.

Paso a paso, con paciencia y dedicación fue logrando consolidar las acciones que le llevarían a lograr su hazaña final. Y así se fueron uno, dos, cinco y diez años, pero la función perdida no regresó… no obstante, el caballero Anacleto no desistió.

Este año, con nuevos bríos, decidió volver al bosque de los encantos. Visitaría al mago Merlín y le pediría que lo llevara nuevamente ante el Oráculo de los Dioses.

Se colocó su armadura que ahora, diez años después, ya no lucía tan vieja y oxidada… si bien no era nueva, parecía que tenía un nuevo brillo que salía de su superficie al contacto con el sol. Una vez en el bosque de los encantos, se trasladó con ayuda de su bastón blanco hasta el río caudaloso y siguiendo su orilla llegó a la cascada en donde, entre la caída de agua y las rocas, encontró el pasaje que lo conduciría hasta Merlín.

Merlín lo recibió gustoso…

-Hola querido caballero Anacleto, te veo y no lo creo. Luces sensacional. Parece que el tiempo no pasa para ti, te encuentro rejuvenecido y radiante.

-¿Te parece, mago Merlín? Yo no he visto nada de lo que me mencionas… ¿Cómo darme cuenta en este mundo de oscuridad?

-Bueno, eso es sencillo, contestó Merlín… es algo que tiene que ver más con sentir que con el acto de ver físicamente. ¿A caso no te han comentado los que te rodean?

-¡Si! ¿Pero, cómo saber si lo que dicen es solo por darme envión? A veces, las personas que te aman dicen cosas que están absolutamente alejadas de la realidad.

-Si tú lo dices… ¿en fin, en qué puedo servirte?

-Verás, mago Merlín, este año me he hecho el propósito de volver a consultar al Oráculo de los Dioses, con la finalidad de conocer la razón por la cual no he logrado en estos diez años pasados, recuperar la vista… El Oráculo en mi consulta primera, me ofreció que, si cumplía con todos los requisitos que me ponía como retos, lograría ver… han pasado desde entonces diez años y yo sigo sumido en las tinieblas. Deseo volver a consultarle… tal vez omití algo y el conjuro no se ha cristalizado. ¿Serías tan amable de llevarme ante él?

-Por supuesto, querido amigo, así lo haré.

Merlín realizó los hechizos concernientes y en un abrir y cerrar de ojos, el caballero Anacleto se encontró ante el Oráculo de los Dioses.

-Buen día, caballero Anacleto, ¿al fin regresas? ¿Cuál es tu consulta actual?

-Buen día, Oráculo de los Dioses. Tú que profetizas, sin error, los deseos de los hombres, vengo humildemente a preguntar… ¿por qué no he recuperado la vista? He cumplido a carta cabal todos los requisitos que me indicaste entonces, en mi visita pasada. Año tras año, he redoblado el esfuerzo y he visualizado el propósito… sin embargo, no pasa nada… ¿será que he omitido algo?

-¿Por qué lo preguntas? Lo que yo veo es totalmente distinto.

-¿Cómo es eso?

-¿No te das cuenta de que año tras año tu dedicación y esfuerzo te ha colocado en otra dimensión?

-pero… ¡no veo!

-¿Y quién te dijo que verías?

¡Tú! Tú me dijiste que si cumplía con todos los requisitos vería.

-¡yo no dije eso! Lo que yo dije fue que si cumplías con todos los requisitos recuperarías la visión… eso es diferente a ver. Pero en fin… por favor contéstate a ti mismo lo siguiente.

A cada una de las preguntas que le hacía el Oráculo de los Dioses al caballero Anacleto, él mismo con el pensamiento se contestó.

-¿aprendiste algo nuevo?

-Sí, aprendí a ver con el oído, con el tacto, con el gusto y con el olfato… pero no con los ojos.

-¡Es que ya no los necesitas! ¿Mejoró tu calidad de vida, tu autosuficiencia?

-Sí, ahora soy más seguro, puedo entrar y salir, claro con ayuda, pero animado. Me puedo bañar, vestir, calzar, cocinarme cosas sencillas y valerme por mi mismo.

-¿Puedes leer y escribir?

-Sí, gracias al Braille y a la tecnología, lo hago.

-¿Entonces, cómo es que dices que no ves? Mira, caballero Anacleto, tu visión, poco a poco se ha ido recuperando en tu vida. Ahora ves, no con los ojos, sino con los órganos de los sentidos que conservas y que has desarrollado a su máxima expresión y que antes, tenías en el olvido. Hoy tienes la visión de una vida autosuficiente. Tienes la visión de la administración en abundancia. Tienes la visión de una vida útil y feliz… y aún más, ahora ves con los ojos del corazón… ¿qué más quieres?

-¡Perdón! Yo pensé…

-¡Nada, nada! No hay nada que perdonar, por el contrario, hay mucho que felicitar… date cuenta, ¡por favor! Cada año que pases en este plano terrenal, aprenderás más, si sigues con el propósito de hacerlo con dedicación, esfuerzo, optimismo y amor a ti mismo y hacia los demás… ¡esa es la clave para seguir creciendo!

-Ah, ¿entonces el milagro está en que puedo seguir adelante, con mi vida a pesar de la falta de la vista?

-Tú lo has dicho. Y ahora sigue con tu vida como vas

El caballero Anacleto regresó a casa lleno de optimismo y alegría… ahora sabía que ver no radica en los ojos físicos sino en los ojos del corazón.

Cada comienzo de año, nuevos propósitos se establece como metas a cumplir hasta… no sé, quizá, hasta que caduque el cuerpo.

 

Jorge García Leal.

 

Nacionalidad: mexicano.

Ciego total.

Correo electrónico: garcilejo@hotmail.com

Tengo actualmente 66 años de edad. En marzo de 2009 a consecuencia de un evento vascular cerebral que me puso a las puertas de la muerte, pero que gracias a Dios, sobreviví, quedé en situación de discapacidad visual (ciego total,) a consecuencia de una neuropatía óptica bilateral.

Como mi trabajo requería de la función visual con precisión, ya que era cirujano del aparato digestivo y de trasplantes, fui pensionado.

Desde entonces me he enfocado en la aceptación total de mi discapacidad como una condición física perene y poco a poco he aprendido a vivir siendo amigo de la oscuridad. He buscado a través de la tiflotecnología alternativas que me permitan seguir con mi vida de forma productiva y sin causar lástimas.

Hoy agradecido con la vida por los logros personales alcanzados, continúo por otros derroteros antes desconocidos para mí, explorando y disfrutando del camino que al andar, se hace sin voltear, la vista hacia atrás.

 

 

Autor: Dr. Jorge García Leal. Acapulco, Guerrero, México.

garcilejo@hotmail.com

 

 

 

 

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