Sentada junto a una mesa
pequeña, fumaba sin cesar, un cigarrillo tras otro, con un improvisado
cenicero, armado con restos de papel metálico, encontrado en el fondo de su bolso.
Tenía por delante, un café mediano y un vaso de agua mineral.
Sus ojos recorrían todos los
espacios en continuo movimiento que a su alrededor, se desplazaba… en una
diáfana mañana cerca ya, del mediodía.
Había bajado de su habitación
en el Hotel ‘Caruso’, prefiriendo desayunar algo, fuera, y no encontrarse con
los de siempre…. Con aquéllos quienes la miraban curiosos y comentadores, en el
comedor lateral, a la espera de su almuerzo. Ella tenía otros horarios…. Otras
preferencias.
Justamente, eran éstas, las
actitudes idiosincráticas pueblerinas, que le molestaban y le hacían sentir que
el mundo entero que la rodeaba, era mediocre, absurdo, estereotipado….
Marchando siempre al compás ajeno.
Si a ella le gustaba dormir
hasta tarde, por los motivos que fueren, nadie era nadie, precisamente, según
su pensar, para emitir un solo comentario. Almorzaría cerca de las tres de la
tarde y si le dieran las ganas.
Mientras, ella observaba su
entorno, sin escudriñar, con su mirada vaga, perdida en un gentío que iba y
volvía, que subía y bajaba, que entraba y salía, que callaba y hablaba; a un
ritmo cuyo denominador común, consistía en lo cotidiano: en el apuro, en los
tiempos escasos, los bancos que cerraban, los negocios cerca del horario de
cierre, como algunos de tiempo discontinuo, y los ruidosos niños que perseguían
a las palomas, engañándolas, con galletitas. En esos minutos, se permitía mirar
algunos comercios del veredón de enfrente, que día por medio, cambiaba las
indumentarias de sus maniquíes. Notaba cómo, cada vez las dueñas, procuraban
hacer más llamativas sus vidrieras, y pretendían lograrlo con el color… por eso
nunca faltaba un rojo, o un amarillo vibrante. Quizá, pensó en silencio, ni se
use ya esos colores, pero si ponen los terracotas y los beige que promocionan…
nadie notaría las prendas…. Además, hay gusto para todas. Yo me pongo lo que me
da la reverenda gana y al que no le guste, ¡que se cague!...
-Disculpe señorita…. Ya le
hemos dicho varias veces, mi compañera y yo, que no se permite que los clientes
fumen aquí en la Peatonal….
-Sí, bonita. Ya lo sé mi
queridita. Por eso lo hago. Porque me encanta ser trasgresora. Jajá. –Rió con
voz ronca.- -¿Vas a denunciarme? Mirá que soy buena clienta… hace más de dos
meses que desayuno aquí.
-No, señorita…. ¿Cómo se le
ocurre? Simplemente, que a estas horas, suelen pasar inspectores de la
Municipalidad…. Vienen a verificar protocolos del Covid, y hay cámaras… cámaras
por todas partes, tanto de la policía, como del Municipio. Es para ver los
hechos delictivos ¿vio? Pueden fijarse que usted siempre se sienta aquí, fuma
mucho como hoy en la mañana, y nos pueden hacer llamados de atención y …quien
sabe…. ¡Clausurarnos! Lo hacen para mantener los ciudadanos, la Peatonal, lo
más limpia posible….
-Ahaa. Veo que te aprendiste
muy bien el speach. ¿Acaso ya les hicieron algún llamado, o alguna nota
determinada al respecto? ¿Y por mi culpa?
-No. No que yo me haya
enterado.
-Entonces… ¡nada chiquita!
Tenés que aprender a no tener tantos miedos en la vida… la vida es un juego y
hay que arriesgarse de tanto en tanto.
-Yo no quiero arriesgar mi
trabajo. Mi hijo pequeño y yo, dependemos de él.
-Siempre serás humilde, moza,
cocinera, o barriendo el bar…. Nunca le demostrarás agallas a tu hijo, si no
arriesgás un poco más el pellejo…. ¡Te las tenés que jugar!
-Puede que tenga razón
señorita… pero “Juan Segura, vivió mil años” ¿Sabía? Yo por si acaso… siempre
trato de ir a lo seguro.
La mujer sentada, hizo un
gesto desaprobatorio, y al propio tiempo despectivo, como dejándolo pasar….
Pensando que la pobre infeliz empleada, nunca saldría de su paupérrima
mediocridad, siendo tan cerrada.
Igualmente, no sentía deseos
de complicar a otros en sus osadías, por lo que envolvió todos los restos de
cenizas y colillas sobrantes, con el aluminio, y lo introdujo en el interior de
un compartimiento de su bolso. Sorbió el último centímetro de café que quedaba
en su pocillo. Sintió sed y sorbió también del vaso de agua.
Esa mañana igualmente, se
encontraba cansada… como alertada además, sobre un posible futuro inmediato
imprevisible. ¿Qué sería de ella en unos pocos años? Pensó.
Todo su comercio… su negocio,
tenía fecha de caducidad. Se quedó inmóvil, preocupada… sintiéndose…
desanimada.
Cuando levantó los ojos del
vaso, se encontró con otros ojos…. Éstos eran grises verdosos… pero muy claros.
Dio un respingo…. Se asustó.
Sintió que toda su piel se erizaba, y un calosfrío le invadió desde el cuero
cabelludo, hasta los pies, como una descarga eléctrica extraña…
En la mesita de al lado, junto
a una portátil abierta y en funcionamiento, se encontraba un hombre de escasa
melena hasta debajo de las orejas, suave y ‘rubiona’, muy delgado y elegante,
bebiendo también un café. Ella se preguntó una y mil veces: ¿En qué momento ese
individuo se puso en ese sitio, sin que ella lo divisara, escuchara, notara,
mientras observaba su entorno? Después mientras bajaba su mirada, ya que le era
imposible sostener la de ese hombre quien, caraduramente, no le retiraba la
suya, pensó que quizá ese tipo, se ubicara allí, mientras hablaba con la moza
quien le recriminaba los cigarrillos fumados….
Ella amaba encuentros
masculinos, amaba a todos los hombres, le apasionaba seducirlos, y para ello
había estudiado su propio cuerpo, sus gestos, cada movimiento que realizaba,
eran propicios para la seducción masculina. Conocía palmo a palmo, lo que a
ellos les gustaba. Esa mañana algo fresca, vestía botas de piel de potrillo
color caramelo, faldas muy cortas de gamuza de tonos tostados y pantys de lycra
algo brillosas. Lucía un escote profundo, dejando ver parte de sus senos
voluminosos, cabellos abundantes y largos, hasta su cintura, con reflejos
platinados. Bien maquillados sus ojos y rostro, cubría sus hombros, con un
abrigo de gamuza largo, estilo militar, tratando de tapar, debido al horario
aún bastante temprano, su voluptuoso cuerpo. Se sentía así misma, sexy, y
además, era “su negocio”. Su vida vertiginosa, sin saber qué aventura nueva
tendría esa jornada, le otorgaba sensaciones agradables, placenteras, como una pantera
sagaz… al acecho de una presa aún, no concertada.
Sin embargo, ese individuo….
Apostado allí, a su lado, pegada su mesilla a la suya, tan cerca, que hasta
podía oler su aroma … extraño, porque no era de los perfumes masculinos finos a
los que estaba muy acostumbrada a sentir… sino que éste era muy profundo, como
si su intensidad penetrara en su cerebro, siendo agradable, y al propio tiempo
nunca olido; le molestaba. No le provocaba atracción… más bien rechazo. Se
preguntó si estaría loca, porque hizo un esfuerzo por ser objetiva, y se dio
cuenta que el individuo era atractivo, interesante, parecía adinerado y de buen
gusto… sin embargo, no le interesaría nunca para sus fines lucrativos…. Fue
cuando pensó: ¡Este tipo nunca! ¡Este tipo, es distinto! ¿Qué tiene de
diferente?
Volvió su mirada de modo
osado, hacia el extraño, tratando de sentirse desafiante. Sin embargo, chocó
con su expresión contenedora, algo afectiva, desapareciendo poco a poco, su
rechazo inicial, surgiendo un fugaz clima agradable.
-Disculpe si le incomodé.
Podría ser que su soledad de esta mañana, le fuera necesaria o quizá, parte de
su rutina…
-Sí, últimamente, me alojo
desde hace casi dos meses, en este Hotel. Y en las mañanas desayuno aquí. Miro
la gente, el clima y los movimientos de la calle. Es como un cable a tierra,
¿Me comprende?
-Claro. La comprendo.
¿Usted está de paso? ¿Se aloja
también en este Hotel? No se…. Me parece conocido y sin embargo… no, no lo he
visto nunca.
No. No me conoce. Yo sí la
conozco a usted.
-Aha! ¿No me diga? Se puso en
alerta. ¿De dónde?
-No tiene importancia, pero
hoy está en mi portátil. Hizo un ademán y le mostró la pantalla a la mujer. En
ella rezaba: Srta. Gutiérrez Medina.
-¿Qué hace mi nombre allí?
¿Qué dice de mí? Aha….me lo imagino. Les molesta que fume aquí en la peatonal.
A usted lo envía el Municipio….
-No. -Interrumpió el
interlocutor.-Se trata de otros temas…
-¿De qué temas habla? ¿Quién
es usted?
-Digamos que alguien quien
capta personas que quizá necesiten algunas palabras dirigidas al alma.
-Mire, yo no necesito nada.
Soy feliz como soy.
-Aquí la portátil, dice cosas
diferentes…. Habla de su soledad, de su incomprensión social, de riesgos en su
salud y riesgos inminentes para su mente y alma… mire…. ¡Está en alerta roja!
Pero… no pretendo asustarla, sino invitarla, si está de acuerdo, con una
gaseosa sin azúcar y una picadita… ¿Me acepta?
-Bien, le acepto. Pero esa
alerta roja de su máquina, me tiene sin cuidado, amigo….
-¿Cómo adivinó mi nombre?
-Jajaja, se lo dije en modo genérico.
Desconocía que podría llamarse Amigo. Jajaja, ¿Quién podría llamarse de ese
modo?
-Yo.
-Bueno, no pretendí ofenderlo.
-Yo tampoco a usted. Al
contrario. Pretendo ayudarle. Hizo un ademán de llamar a la camarera, quien se
acercó rauda.
Una vez les sirvieron, ella
comenzó a comer con ganas….
-Uhumm, hacía tiempo, que no
sentía hambre.
-Claro, es que con el
cigarrillo y la cocaína, poco se siente apetito….
-Aha. Ya veo. Usted es un
poli…. ¿Acaso pretende buscarme como caminito de mis consumos?
-No, nada de eso, Verónica.
La mujer
empalideció. No escuchaba su nombre real de pila, desde que su madre le gritara
desde el balconcito de la casa de barrio antigua en San Telmo, en Buenos Aires.
(-¡Verónica! ¡Verónica! ¡Por favor, volvé hijita mía, no me dejés sola, no lo
voy a soportar… no lo voy a soportar!) Unas lágrimas rodaron inevitables por
sus mejillas, ante la presencia de esos recuerdos.
Ahora,
había tenido varios nombres ficticios…. Le habían dicho sus amigas, Luly,
Anabelle, Marité, Rubia… varios seudónimos más.
-Su pasado
no ha sido muy limpio… Me refiero a su moral. Rebelde, desprejuiciada, ha hecho
sufrir a varias personas….
Le pregunto… ¿alguna vez se espejó
en el cosmos? ¿Alguna vez miró al espacio infinito, donde la Creación Inmensa y
Perfecta quizá, le espere? ¿Desnudó su alma para rogarle perdón? ¿Pidió piedad
alguna vez, por los males cometidos?
¿Se arrepintió, en alguna
oportunidad… por los daños tanto a los demás, como a su propio cuerpo?…
-Pero… ¿usted acaso es vidente?
-Podría ser.
-Yo no le he pedido consejos.
¿Perdón de qué? Suficiente sufrimiento he tenido en la vida, como para pagar
todo daño que hice sin querer, si es que lo hice según usted…
-Aha, interesante. NO hace
habituales exámenes de conciencia…
-No soy practicante en ninguna
religión. (Mientras se escuchaba dialogar con el extraño, sorbía de su vaso y
picaba un bocadillo, se extrañaba de sí, continuar un diálogo de ese estilo….
Tan privado, sin ton ni son… sin absoluto sentido ni lógica posible. Aún no lo
creía).
-Es que la conciencia, se examina
continuamente, y usted sí lo hace, pero no es consciente de ello. Aunque
parezca una paradoja. Su cuerpo, es el que realiza la toma de esas
autoevaluaciones y las vuelca en afecciones. Cuando su alma cure, su mente se
limpie, sin kilos de antidepresivos: drogas legales e ilegales, que perforan su
áurea, ya no se colocará tantos medicamentos encima, para curar esas oquedades
del interior…. Aquéllas que inclusive le hacen sufrir.
-Disculpe… me siento fantástico. No
sé qué afecciones nota en mí. Yo me siento regia…. Es más, ¡Me veo regia!
¿Acaso no me encuentra maravillosa? Hizo un gesto sensual, con su mirada,
descorriendo su abrigo y dejando ver su escote marcado y sus hombros al
descubierto.
-¿Ha escuchado ese dicho popular:
“Las apariencias engañan?” Créame, estoy para llamarle la atención, porque La
Magnificencia del Espacio, ha captado que su alma, vale la pena. No se alimenta
bien, el alcohol que consume en las noches y la cocaína, están afectando sus
fibras cardíacas, dañando su medio interno. Los psicofármacos, junto a los
estupefacientes, poco a poco, están destruyendo neuronas en su cerebro….
Riquísimas conexiones y células que nunca más recuperará. Aún es joven…. Aún
está a tiempo.
-¿Usted me quiere decir que debo hacerle
caso a esa camarera? ¿Qué debo vivir como una dependiente, una sirvienta y
fregona de los otros? ¡Usted está loco! ¡Váyase! ¡En realidad no sé qué hago
hablando estas pelotudeces con un extraño y metido como usted! No conoce nada.
Ni ha visto nada de mí.
-Se equivoca. He visto todo.
-¡Vaya!... ¡Cuánta soberbia! ¿Se
cree una especie de dios? ¿Se cree, aún peor, usted se cree directamente Dios?
-¿Usted cree acaso en Dios?
La joven abrió tremendamente sus
ojos. Un bello color variopinto en lilas, celestes y verdosos, transmitían
enojo y angustia, desde sus iris. Buscó a su alrededor, si tenía alguna
documentación visible o alguna inscripción que revelara su identidad…
francamente, se mostraba alarmada. Tomaba conciencia en un individuo quien
conocía su verdadero nombre y los estupefacientes que consumía… podría hacerle
más preguntas, podría detenerle, si fuere de la policía… no lo sabía aún.
-No. No busque dónde leí su
información, Verónica. La tiene escrita en su energía vital, la que le rodea…
-Aha. Es vidente y como ha visto
algunas cosas, cree todo lo que piensa. Pero se equivoca. Porque no es el hecho
de ver, el creerse según sus pensamientos u opiniones, todo lo que de mí ha
aseverado. Muy errado en sus conclusiones, Amigo.
-Probablemente. Generalmente no soy
yo quien habla desde mi pensamiento…. Sino que son emisiones dictadas. Soy un
médium, captador oportuno de ciertas personas, a las que debo analizar,
rescatar y esa energía, es recibida por ciertos maestros, cuya misión, es
trasmitirle conceptos a aquéllos que necesitan absorberlos. Pero… créame, no
soy yo quien opina hoy. No soy el culpable de su malestar… si es que eso siente
ahora.
-¡Pero …! ¿Qué se siente usted? ¿El ombligo del mundo? Nooo,
se equivoca. Ningún malestar, ¡y mucho menos provocado por usted!
-Comprendo. Se encuentra molesta,
por sentirse descubierta… pero no por mí, sino que usted misma se está
descubriendo. Pero, tampoco es necesario hacerlo consciente ahora a todo lo
referido… sería demasiado y dudo su estado lúcido, pueda sostener su propia
verdad, sin enfermar más. Su cura, debe comenzar, cuando reconstruya su alma.
Le repito: Necesita desintoxicarse.
Debe poco a poco, cambiar de vida, concurrir a un centro de rehabilitación y
dejar las drogas y la vida que llevaba… la que ha llevado hasta ahora. Debe dar
vuelta de página.
Pide amor, requiere afecto, de ahí sus
adicciones, pero no sabe ni nunca supo brindarlo, por eso no lo encuentra….
-Debo irme. Me siento insultada.
-Yo diría acariciada…
-Ella lo miró con sobresalto y extrañeza.
-Sii, no me mire de ese modo,
Verónica. Solo su madre le ha acariciado con amor en la vida. Ahora, el Cosmos,
le envía mensajes que podrían salvar su alma y cuerpo, para hacer nacer una
persona nueva. La reivindicación que se le ofrece, es una caricia… como las de
su madre.
Ella no pudo evitar llorar….
-Supe que falleció. Nunca más la
vi. Seguro murió enojada conmigo, por mi abandono.
-Se equivoca, ella no ha sentido su
abandono. Simplemente, ella la ama. Ella envió estos mensajes desde otros planos.
Es ella quien desea su salvación. Es ella, nada más ni nada menos, que su
propia madre, quien realmente la ha amado en este mundo, quien desea se salve y
cuando llegue su momento, se reúna con ella en otros sitios de las conciencias
-No…no sé qué decir… -Balbuceaba
entre llantos.
El invitante, le pasó servilletas
para secar su rostro.
-Nada, simplemente…. Hoy… y nada
más que hoy…. Ya, cambie su vida. Aquí tiene estos folletos. Solo tiene que ir
a su habitación, y comience a hacer llamadas.
El cambio… Ya se inició. Lo demás….
Que no le preocupe… vendrá. Vendrá… por añadidura.
Autora: Dra. Renée Adriana Escape. Mendoza,
Argentina