Esta carta pretende ser solo un soplo de aire fresco, porque son
días de alegría casi obligatoria, y no es nada sencillo rescatarla…
Nos han pasado muchas cosas
en este año, cosas que nos han entristecido, desmoronado, alelado; pero también
crecen los niños, las flores, las canciones…
Todos sabemos que solo es
posible continuar si tenemos presentes esos pequeños milagros, el hombre que
silva alegremente mientras va en bicicleta, la mujer que canta dulcemente
mientras despeja los senderos…
Y, en nombre de esos seres
sencillos, pero imprescindibles, de esos hombres que nos enseñaron a caminar, a
hablar, a prodigarnos en el saludo a cada semejante, es que debemos seguir
adelante.
No será fácil sin los que
se nos han ido, pero su recuerdo nos alumbra, y, como forma de honrarlos es que
tenemos que continuar la tarea…
Cada uno de nosotros tiene
un propósito, una íntima llamada a ser lo mejor que pueda, para sí mismo y para
cada uno de los frágiles corazones que palpitan a nuestro lado.
Ojalá que, más allá del día
marcado en el calendario, más allá del peso que el desánimo a veces nos impone,
logremos continuar caminando, paso a paso, cada uno a su ritmo, pero con la
seguridad de que si respondemos a esa íntima llamada, a ese misterioso impulso vital,
nuestros mayores nos mirarán con orgullo desde el más allá…
Laura S. de Ferro.
10-12-2021.
Autora: Laura Soto de Ferro. Santa Fe, Argentina.
Profesora
especializada en Ciegos y disminuidos Visuales.
laurayroberto2005@funescoop.com.ar