¿Juego de una princesa?

 

Había una vez un castillo en el que vivía una princesa.

El palacio era inmenso. Tenía muchísimos salones y habitaciones, largos pasillos lo recorrían.

Además del rey y la reina, la princesa tenía una niñera que la cuidaba, la consentía en todo, le leía, daban paseos, etc.

Un día, a su niñera, la visitó Lucía, su sobrina. Tenía la misma edad que Rosa, la princesa, por lo tanto salieron juntas, las tres a dar un paseo. Las niñas se hicieron muy amigas. Tanto que no querían separarse.

Primero se mudó a una habitación del palacio pero pronto compartieron el cuarto.

Debían acostarse antes que los mayores, aunque charlaban hasta tarde.

A veces, su padre daba fiestas. Ellas no podían asistir, pero la música llegaba hasta ellas y ensayaban pasos de vals en el dormitorio.

Hasta que un día, el brujo malo del reino, secuestró a Lucía.

La princesa la buscó por todos lados sin resultado.

Rosa entristeció tanto que nada la hacía sonreír. Estaba siempre sola en su cuarto llorando todo el día…

La enfermera, entonces, procedió a cambiar su zonda, que la alimentaba, y le leyó unos cuentos. La niña seguía sollozando. Nadie sabía qué le pasaba. Su paciente que nació con parálisis cerebral y casi no se movía, ni hablaba, tenía siempre una muñeca, que le habían sacado creyendo que no se daría cuenta de eso.

La mujer hizo un gesto negativo con la cabeza, la buscó en el placar y se la dio.

Era un día de fiesta en el palacio cuando su niñera trajo nuevamente a Lucía. Rosa, entonces, volvió a sonreír.

-¿extrañabas a tu muñeca?- la enfermera la besó y se fue.

Rosa y Lucía tenían mucho de que hablar…

Es que en su imaginación ella hablaba y caminaba en su castillo.

 

Autora: Laura Trejo. Buenos Aires, Argentina.

agostinapaz2016@gmail.com

 

 

 

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