El perfume.

 

Me llamo Carlitos o Negro de mierda como algunas personas suelen llamarnos.

Me considero un buen pibe.

Estoy haciendo la secundaria de noche y de día trabajo.

Quiero ser un hombre de bien.

Tengo proyectos, quiero tener un título para darles otra calidad de vida a mi madre y a mis hermanitos.

Hoy es un día muy feliz.

Salgo del negocio, le acabo de comprar un perfume para mi madre.

Sonrío, me imagino su carita cuando se lo entregue… Me tomará ambas mejillas con sus manos con olor a jabón blanco y lavandina, me dará un beso en la frente… ¡Que ternura!

Sigo sonriendo solo y caminando…

De pronto, siento unas corridas detrás mío, me doy vuelta; eran tres policías que corrían y me gritaban: Ladrón de mierda, devolvé lo que te has robado… ¡Hijo de puta!

Yo no entendía nada, me asusté y empecé a correr también, crucé un semáforo en rojo, me faltaba la respiración, la verdad mi cerebro y mi cuerpo estaban colapsados

De pronto sentí un fuego en mi espalda, algo caliente mojaba mis costillas… no recuerdo nada más.

Dos meses estuve en terapia intensiva, algunos testigos dijeron que mientras esperaban que viniera la ambulancia, los policías revisaron mi ropa…

En mi billetera encontraron el ticket del perfume…

Las manos de mi madre siguen teniendo olor a jabón blanco y cuando me besa la frente, ¡no hay olor más rico en la vida!

El perfume nunca apareció…

 

 

 

Autora: Olga Triviño. Mendoza, Argentina.

margaritavadell@gmail.com

 

 

 

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