Biblioteca misteriosa.


Presente y pasado se entrelazan a un futuro incierto que no sabemos qué escenario nos mostrará de acá a un lustro o una década... Entrelazamos números, líneas de tiempo, compases de espera, finales que no sabemos cómo terminarán, principios que por ahí se ensamblarán en cualquier parte de la obra escrita. De repente aparece una voz en off que narra un relato u historia que casi nadie entiende. Me dirán si me encontré con Borges, lo sé, no fue así, pero sí llegué después de dar vueltas por lugares inventados, desconocidos, escondidos, a las autopistas del sur que recorrí junto a Julio Cortázar para aprender de su majestuosa sabiduría. Su pluma se desplegó por el mundo, siempre encontrarán algo suyo en algún lugar del planeta. Ojalá que alguna vez, perdido entre alguna biblioteca de alguna antigua latitud, encuentren algo mío en esas magníficas, pero lastimosamente olvidadas bibliotecas y librerías que ya no volverán a existir por la época, o cerrarán por otros motivos.

 

La voz de las palabras

La piel de las palabras la conocemos. La hemos buscado en verdad o es tan solo una metáfora para el título de un relato de un autor argentino que apenas se conoce. Su proceso seguirá depende cómo lo hagamos; la piel en blanco y con renglones azules será maquillada con la tinta azul pálido que saldrá de la primera pluma que utilice o de la última, o tal vez de la que utilicé unos cuantos siglos atrás. No conozco ese camino. El sendero táctil con el que aprendes a utilizar tus palmas, tus dedos y tus yemas que quedarán tatuadas en alguna hoja, en algún cuaderno o en aquella piel morena que me quita y me quitará más sueños... Yo quiero forrar todo este texto con la piel de las palabras pero ¿Qué forma tendrá? ¿Qué textura? podemos hablar de aquel pétalo del que empecé hablando en un escrito modesto… El pétalo sin marchitar a la vez se humedecía con el rocío de la noche y revivirá una vez más para ser parte de ese conjunto de formas, de texturas, de siluetas a veces confusas, de paisajes lluviosos, húmedos, neblinosos...

El que lo escribió sabrá qué quiso decir por medio de letras, dibujos y tatuajes. Quisiera buscar una melodía antigua para que lo identifique y tatuarse su estribillo y llegue a sentir que ese libro alguna vez llegará a mis manos y así podré saber cómo es la piel de las palabras: con lo puro e impuro, lo dicho y no dicho, lo desgajado y lo armado, lo melancólico, feliz y eterno, eso dará la piel a mis palabras. Llegará una tarde o noche, abriré una rosa mientras cae una lluvia de estrellas fugaces, o un aguacero que no cesará, aún el alma tiene muchos recovecos y yo los relleno con tinta azul; a veces varío los colores, otras continúo con los mismos, siguen apareciendo bocanadas de palabras que no puedo pronunciar, pero que al fin formarán párrafos o frases que serán piel blanca, morena o tal vez alguna que tenga un matiz, según la luz o el tono de cada centímetro de esa piel que resguarda esas únicas, irremplazables palabras:

 

Autora: María Gabriela García. Villa Adelina. Buenos Aires. Argentina.

abrilálvarez79@gmail.com

 

 

 

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