Compras festivas.

-¡Señora! ¡Señora!

La señora continuaba mirando vidrieras, mientras sostenía su bolso con brazo y mano izquierdos, por sus lazos. Con la derecha, llevaba en sendas bolsas de plástico y papel, varios bultos que apenas podía sujetar.

Pese a que caminaba por la vereda de enfrente en la Peatonal, de modo repentino, frenó su interés por las vidrieras de ese lateral y giró abruptamente hacia el veredón opuesto. A estas alturas, el hombre quien le había gritado y la mujer no escuchado, le daba a la distancia, indicaciones, a un niño que pasaba por las mesas. El pequeño, lo hacía habitualmente, vendiendo hilos y agujas de coser(tratando de escabullirse del policía de ronda en turno, quien le prohibía mercantilara callejeramente y mucho menos artículos peligrosos como los punzantes). El hombre le pedía, levantara del suelo y trajera hasta él, una bolsa con artículos de compras, que la mujer había perdido sin darse cuenta mientras caminaba.

Cuando el pequeño le alcanzó el paquete, el individuo, quien sentado en una mesa de cafetería, desayunaba una granola con yogurt y frutas, le dio a cambio del ‘trabajito’, un billete de cien pesos.

El ‘desayunante’, trabajaba con interés en su portátil, mientras de tanto en tanto, sorbía su fresca merienda de a cucharadas…

Por fin pudo ver que la señora cruzaba, sorteando la gran fuente de aguas danzantes, y sillas de otros bares, para allegarse hasta la lateral donde se encontraban dispuestas las mesas, donde él con el paquete, le esperaba…

Cuando ya la tenía a escasos dos metros, aprovechó para llamarla nuevamente.

El gentío en la peatonal esa mañana era numeroso y de movimientos rápidos. Las fiestas de fin de año se acercaban y con ellas, los deseos impulsivos y rutinarios de todos, por comprar regalos y gastar a crédito con tarjeta, valores que no disponían siquiera….

-¡Señora! ¡Señora!

La mujer, por fin giró su cabeza, mirándolo.

-¿Me habla a mí?

-Sí.

-¿Lo conozco?

-No.

La mujer muy alta, pasaba el metro ochenta de estatura y era gruesa, de abdomen muy prominente. Aparentaba tener unos 65 años. Parecía confundida. Observó al individuo con recelo y desconfianza, mientras que al propio tiempo sin temor, porque la mirada limpia y clara no atemorizaba, pero sí mostraba severidad. Además la mujer se extrañaba que le llamaran desde una mesa, una persona sentada, sin el más mínimo ademán de levantarse, lo que pensó en segundos y casi inconsciente, que no se trataba ni de un colega, ni de un alumno…. De lo contrario, se hubiera levantado para saludarle o llamarle por su nombre.

Simplemente, manteniendo la distancia, no avanzó y clavó sus pasos desde su sitio. Conservaba su barbijo y quedó quieta mirando al hombre, a la espera dijera qué necesitaba.

El individuo escribió unas líneas más en su portátil y dio tranquilamente, otra cucharada a su riquísimo y fresco desayuno, sin dejar de observarla….

La mujer se sintió por instantes, incómoda y hizo un ademán de girar y continuar su camino.

-No. Venga señora. Tengo algo que le pertenece. –Dijo mientras levantaba la bolsa que ella había perdido minutos antes.

Notablemente sorprendida , acercándose a la mesa exclamó:

-¡Ahahaha! ¿Cómo tiene usted mi paquete? No entiendo…. ¿Dónde se me cayó?

-Verá…. Justo estaba escribiendo en mi máquina y pese al ruido de esta peatonal, me pareció escuchar algo que caía. Miré hacia enfrente y usted observaba vidrieras, acomodó sus paquetes….

Ejemjem… -(Carraspeó algo incomodado). –Es que veo lleva demasiados…. Y no notó se le escapaba las orejas de una de las bolsas , que cayó al suelo. Intenté llamarla, pero usted no me escuchó.-

-Ahaa. ¿Cómo llegó hasta allá enfrente?

-Nooo. –Sonriendo. – Le pedí a un muchacho me acercara su paquete y por suerte, usted cruzó.

-Síi, no sé en realidad aún para qué. Porque debo ir a la 9 de Julio y Rivadavia, que no queda precisamente, por este lado, por lo que debo cruzar otra vez…. Aaay…. Estoy tan, pero tan cansada.

-Por favor. ¡Siéntese! Solo serán unos minutos. Está algo pálida, debe descansar. Hace bastante calor. -Mientras le decía esto, le entregaba la bolsa pesada, repleta de pequeños paquetes en su interior.

-Gracias.

-Decidió salir a comprarse todo hoy?

-No. Es que en realidad… iba a salir a comprar una o dos cosas… Pero me fui entusiasmando… -Sonrió. -Soy una compradora compulsiva. Generalmente no hago estas cosas, menos cuando voy sola. Y acostumbro comprar más por internet. Pero habían muchas vidrieras ‘vendedoras’…

-Si. Es verdad, saben hacerlas. ¿No?

-Síii. ¡Son unos guachos! ¡Encima a mí, me gusta todo! ¡Me llevaría todo!

Comprendo.

-¡Ahha! ¡Menos mal que usted vio cómo se me caía la bolsa! ¡Aquí llevo los regalos para mis hijos! Buehe, parte de ellos, porque les he comprado otras cosas a parte también… Esto era para sumar.

-¿Sumar?

-Es que mi hija espera un bebé, y le compré la mochila matérnity. Bueno, disculpe, usted ni la conocerá… Capaz ni sabe de estos temas…Y yo hablándole de cosas que ni le interesan, seguro.

La mujer parecía decía esto mientras miraba al anfitrión, como esperando éste diera datos de sí.

-Me lo imagino. No es necesario conocer todo, pero si usted me cuenta, más me entero.

-Ah, qué bueno. Además, mi hija se eligió unas sandalitas, y le regalé un peluche grande. Y éstos en la bolsa, eran cosméticos… jabones, cremas, lociones. Y esta tarde, irá una amiga, quien hace unas bellezas con piedras…¡Piedras semi preciosas! Que… ¡Usted ni se imagina!

-¿Quién?

-¿Cómo quién? Digo usted… usted ni se imagina lo que es esa orfebrería, en alpaca y piedras bellísimas… lapislázulis, ópalos, ágatas, piedras dálmatas, ónix negro, turquesas, topacios, amatistas, oxidianas… ahaha, de todo….

-Si. Me imagino.

-Qué bueno. Pero, ¿no hay camarera aquí? A usted no le molestaría me pida un jugo de frutas?

-No. Al contrario, señora. Justamente le ofrecía se sentara, para que calmara su cansancio tomando algo. Aún es temprano y el comercio hoy no cerrará… trabajará jornada completa, para que las personas… así como usted, puedan satisfacer sus compras.

-Bueno… lo dice como si fuera una loca.

-No. De ningún modo. Menos pretendo ofenderla. Al contrario.

Se acercó una moza, quien le alcanzó la carta.

-No, m’hijita. Directamente traeme, por favor, un licuado de ananá sin azúcar y con hielo… ¿Si?

-Bien señora. ¿No va a pedir algo de comer?

-¡No! ¡Me encantaría! Pero estoy a absoluta dieta…

El anfitrión continuaba escribiendo en su portátil.

-Ay, disculpe. ¿No lo estoy incomodando? Por lo que veo, tiene que trabajar.

-De ningún modo señora. Quédese tranquila. Sígame comentando…

-Es que… no recuerdo… ¿En dónde había quedado?

-En las piedras bellísimas, señora. En las piedras, los collares y que le encargaría una joya de ésas, las que hace su amiga, para su hija.

-Aha, sí. Lo que nadie sabe… es que esta tarde, cuando Martha vaya a casa… le encargaré uno para mí también… ¡Me lo merezco!

-El hombre decidió terminar a cucharadas su yogurt con frutas y granola. Comía lentamente, pensativo.

-Disculpe, hablo tanto, que lo dejé sin palabras.

Mientras decía esto, miraba escudriñando al interlocutor invitante… No pudo evitar pensar, en lo buen mozo que resultaba ese hombre. Le pareció ‘Madurito’, pero no tanto como para ella. Le calculaba según sus intuiciones, unos 45 años. ¡Qué bellos eran sus ojos! Pensó emocionada, sin poder evitar emitir un suspiro bastante profundo.

En esos instantes, le llegaba ante sí, el licuado de frutas.

El individuo una vez terminó su colación… comenzó a mirar a la mujer. Clavó sus ojos sin pestañear, estudiando cada movimiento que la invitada acometía. Ésta comenzó a sentirse nerviosa. Dejó los paquetes en la silla lateral vacía, sacó alcohol en gel y limpió sus manos y guardó el mismo junto al barbijo en un sobre en su cartera. Tomó el sorbete , le extrajo el papel y comenzó a sorber el líquido refrescante, provocándole rápido alivio….

-¿No le pone azúcar o edulcorante?

-No. Me gusta sola la fruta. Además, me da lo mismo. No puedo consumir azúcar, porque soy diabética.

-Claro, comprendo. A la diabetes… ¿también la merece?

-La invitada, se sintió extraña: Juzgada por ese ‘tipo’ que la miraba raro y le hacía preguntas le parecían, fuera de lugar.

-No entiendo. ¿Qué quiere decir?-En una expresión en tono más elevado.

-No, no se ofenda. Como usted dijo que merecía un collar de bellas piedras, que imagino caro, le pregunto si la diabetes ,la psoriasis, su artritis reumatoide, su obesidad, su hipotiroidismo, su hipertensión, sus antecedentes… Si cree… ¿Las merece también?

-No, disculpe. No sé cómo sabe todo eso de mí. En cuanto a salud, ¿quizá sea médico y juzgue mis manos? No sé… pero no creo, nadie merezca ninguna enfermedad… ¿no le parece?

-No. No me parece.

-¿Cómo? ¿Qué quiere decir? ¿Que yo merezco todo lo que me pasa? ¡Mire, usted ni tiene idea de todo lo que he pasado en la vida!… ¡Ni idea!

-La tengo.

-¡Aha! ¿sí? ¡Nooo me diga!…

-Sí. Le digo.

¿Quién es usted?

-Alguien quien la conoce. Su persona es interesante. Es superficial, materialista, …. Pero al propio tiempo, lucha por evolucionar. Busca grupos de ayuda espiritual y le gustan los temas que tengan que ver con el espíritu. Eso le hace el contrapeso. Pero en ocasiones, cuando está contenta, no es empática. Su felicidad entre comillas, le hace olvidar o desconocer el dolor ajeno

Cuando está sufriendo, se convierte en profunda, se deja comprender, abre su corazón y su empatía se vuelve bálsamo para otros…

Sería interesante, lograra un equilibrio y siendo feliz, fuera siempre profunda….

Su pasado no ha sido muy limpio… Me refiero a su moral. Rebelde, desprejuiciada, ha hecho sufrir a varias personas….

Le pregunto… ¿alguna vez se espejó en el cosmos? ¿Alguna vez miró al espacio infinito, donde la Creación Inmensa y Perfecta le espera, y le desnudó su alma para rogarle perdón? ¿Pidió piedad por los males cometidos?

-Pero… ¿usted acaso es vidente?

-Podría ser.

-Yo no le he pedido consejos. ¿Perdón de qué? Suficiente sufrimiento he tenido en la vida, como para pagar todo daño que hice sin querer, si es que lo hice según usted…

-Aha, interesante. NO hace habituales exámenes de conciencia…

-No soy practicante católica.

-Es que la conciencia, se examina continuamente, y usted sí la hace, pero no es consiente de ello. Aunque parezca una paradoja. Su cuerpo, es el que realiza la toma de esas autoevaluaciones y las vuelca en enfermedades. Cuando su alma cure, su mente se limpie, sin kilos de antidepresivos: drogas legales que agujerean su áurea, ya no se colocará tantos medicamentos encima, para curar esas enfermedades…. Aquéllas que inclusive le hacen sufrir.

La mujer miró sus manos…Ambas estaban con la piel sumamente enrojecida, con minúsculas vesículas pruriginosas, con engrosamiento descamativo. Los huesos mostraban nódulos interarticulares en los nudillos y ambas también, mostraban ligeramente desviado el alineamiento de las mismas.

-Esas manos se mejorarán, cuando sienta que no es usted quien merece tantas cosas materiales, y aprenda a en especial a dar amor , renunciamientos, y no comprando tantas cosas que, pareciera diera mucha caridad familiar, pero es caridad personal. Lo que su inconsciente desea, es hacerse notar ante otros, que es generosa y que posee buena posición para obsequiar. Si diera menos, y los demás sintieran su amor, nada le pedirían material….

La mujer terminó su ananá.

-Creo que está perdiendo el tiempo… No me conoce nada. Ni ha visto nada de mí.

-Se equivoca. He visto todo.

-¡Vaya!... ¡Cuánta soberbia! ¿Se cree una especie de dios? ¿Se cree , aún peor, usted se cree directamente Dios?

-Noo, nada de eso, Analía.

La señora abrió tremendamente sus ojos. Buscó a su alrededor, si tenía alguna documentación visible o alguna inscripción que revelara su identidad… francamente, se mostraba alarmada.

-No. No busque dónde lo leí. Lo tiene escrito en su energía vital, la que le rodea…

-Aha. Es vidente y como ha visto algunas cosas, cree todo lo que piensa. Pero se equivoca. Porque no es el hecho de ver, el creerse según sus pensamientos u opiniones, todo lo que de mí ha aseverado. Muy errado en sus opiniones, amigo.

-Probablemente. Generalmente no soy yo quien habla desde mi pensamiento…. Sino que son emisiones dictadas. Soy un médium, captador oportuno de ciertas personas, a las que debo analizar, captar y esa energía, es recibida por ciertos maestros, cuya misión, es trasmitirle conceptos a aquéllos que necesitan recibirlos. Pero… créame, no soy yo quien opina hoy. No soy el culpable de su malestar …si es que eso siente ahora, por echarle agua hirviendo… ¿Quizás?

Pero, tampoco es necesario hacerlo consciente ahora a todo lo referido, en usted… sería demasiado y dudo su estado lúcido, pueda sostener su propia verdad, sin enfermar más. Su cura, debe comenzar, cuando reconstruya su alma.

 Pide amor, requiere afecto, de ahí su diabetes, pero no sabe ni nunca supo brindarlo , por eso no lo encuentra….

-Debo irme. Me siento insultada. ¡Chiquita!… ¡Vení por favor, que te pago!…

Se acercó la camarera y la mujer abonó su jugo de ananá. Extrajo su barbijo, limpió con alcohol sus manos haciendo un gesto de dolor. El líquido irritante, hizo arder las lesiones psoriáticas expuestas en ellas.

Tomó todas las bolsas, buscando una más grande para introducir las otras más pequeñas en su interior, y así, reducir el número de bultos….

-Aha, esa es su virtud: un excelente sentido práctico de la vida. Por eso es ingeniera… Estructurada y pragmática. No todo es inconvenientes.

No comprendo por qué, usted cree, merecería una piedra bella… Usted sola, debería cultivar y pulir, la belleza de la suya… la de su propia piedra interior. Esculpiendo el alma, ya tiene toda la belleza que el espíritu pueda necesitar… ¿No lo cree?

-No lo creo. Le contesto igual que lo hace usted. Mire…. ¿Qué tal?

-¡Ah! ¡Qué bien! ¡Es una guerrera de la vida, además!

-Ahí tiene la prueba que no sabe nada de mí. Yo he luchado mucho… me han hecho muuucho daño ¿sabe? ¡Demasiado daño ¡ ¡Siempre, siempre! –Comenzó a quebrarse en llanto, compungiendo su gesto, al tratar de evitarlo…. Pero le era difícil.

-No sé por qué, por qué a mí todo, todo me ha costado … ¡el doble, el triple!?

-Víctor Frankl, decía que los humanos somos responsables. Por tal motivo, debemos responder, no preguntar. No somos individuos con derechos a preguntarle a la vida …nada. Solo con lo que la vida nos otorgó, debemos responder qué hemos hecho y qué aremos . `Pienso, debería replantearse en todo lo que hoy en el presente, lo único válido que tiene, vea o analice sus pertenencias, materiales y afectivas y con eso…. Aprenda a responder, qué es capaz de hacer con ese arsenal.

La señora lloraba imposibilitada de frenarse. Extrajo un pañuelo de su cartera y trató de limpiar sus ojos y nariz. Se cubría el rostro. Percibía que toda la peatonal, la miraba. Se sentía observada y en plena inseguridad, presentía hacer el ridículo. Pero era imposible frenar semejante descarga. Ese desconocido, se había propuesto horadar en su interior, hacerle recordar dolores e historias. Presentes que no deseaba de ningún modo, reconocer. Era feliz viviendo el momento sin planteos profundos, tal cual la vida se le presentara, sorteando escollos livianos y momentáneos… llevaba muchísimos años así, manteniendo sus defensas.

-Es que se armó de defensas vulnerables…. De lo contrario, pocas palabras, no hubieran surtido efecto semejante en usted.

Los dos quedaron en silencio. La señora, fue tranquilizando su estado de ánimo. El anfitrión, le ofreció su vaso con soda, que no había bebido.

-Tome, sorba un poco. Le hará muy bien.

-Síi, tengo mucha sed.

-Tiene los valores altos de azúcar. Es que su diabetes, además de tratarse de genética, metabólica, y adquirida por sus relaciones afectivas con los encuentros en la vida, es emocional… Debe tranquilizarse ahora.

El anfitrión hizo un ademán, con el brazo y mano derechos, levantándolos en círculo, ante ella, como si retirara algo que viera delante de esa mujer.

Su personaje analizado esta vez, se recuperó de inmediato. Su rostro mostró una expresión tranquila y fresca. Parecía descansada y completamente renovada.

-Qué raro…. Me siento muy bien.

-Me alegra.

 -Bueno, me voy para el sur, debo tomar la calle 9 de Julio y caminar una cuadra. Voy a retirar unos análisis de mi hija y ya me tomaré un taxi. –Incorporándose…. – Hasta luego señor. Gracias por la compañía. No me dijo su nombre….

-Aha. Usted lo pronunció por un momento… Amigo. Me llamo Amigo, en todo caso… para los más allegados.

©Renée Escape

 

Autora: Dra. Renée Adriana Escape. Mendoza, Argentina

rene.escape@gmail.com

 

 

 

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