Siento el desvanecimiento de tus palabras
silenciosas y las caricias emocionales de tu hermético corazón, como una
explosión de jazmines que aromatizan la noche para morir al siguiente día.
Percibo a lo lejos el tintineo de un campanario
apagado igual a tus pasos lentos que se acercan vacilantes al amanecer.
En la penumbra observo tu mirada escurridiza
que no puede huir de mis ojos
y el suspiro que te delata
queriendo ocultar tu desliz.
Te miento con una tierna sonrisa.
No acepto que inventes un cuento.
¡No te lo permito!
Rodeo tu cuello con mis brazos suaves
Y murmuro muy cerca de tu oído un: ¡Te quiero!
Una noche más de insomnio.
Las sombras son mi refugio.
Mis ojos aun despiertos anhelan mirar tus ojos.
Mis labios sedientos esperan la miel de tus
labios. ¿Y de tus manos?
Cuánto las extraño acariciando mi rostro.
Quisiera sentirte Una sola vez más.
Vivimos un cuento de hadas
¡Cuánta felicidad, cuánta dicha, cuánto goce!
Nuestro amor tan sublime
Se arraigó en la médula de mis huesos.
Mas solo queda el recuerdo de ese amor Que se
desvaneció en el aire.
Que se fue como un ave
Cruzando el horizonte, que…Se lo llevó el
tiempo.
Autora: Dulce María del Rosario Medina Pérez. Chetumal,
Quintana Roo, México.