¿Los
medios de comunicación han contribuido a la configuración de una sociedad
panóptica?
Inicialmente
la idea de panóptico nace en el siglo XVIII con un objetivo de control en las prisiones,
para vigilar de manera extrema a los reclusos y generar una autocensura o
autocontrol, pues al mantenerlos en una estructura circular con una torre de
vigilancia central, los reclusos eran vistos sin poder ver a quien los
observaba (Whitaker-1999: Pág.56).
Con
este antecedente, podemos decir que la sociedad mundial se ha ido configurando
como un escenario de hipervigilancia derivado del desarrollo y expansión de los
medios de comunicación y las nuevas tecnologías, que son elementos de control
y, aunque disfrazan su intencionalidad bajo la cortina de la instantaneidad,
inmediatez y fluidez de una comunicación que supuestamente está al servicio de
los ciudadanos, tienen como objetivo la inspección de las actividades de las
personas, actuando así como un gran hermano ubicuo y al que no se le escapa
ningún detalle, pues lo ve y lo oye todo.
no obstante, este proceso globalizante
mediático y tecnológico no surgió de manera espontánea, pues desde el
surgimiento del estado-nación, ya se pretendía controlar el accionar de la
gente, claro que con otros artilugios, pues en ese entonces los ejércitos
tenían como rol fundamental luchar contra los rivales externos y salvaguardar
de las amenazas exteriores, pero también medios para reprimir las revueltas
internas y mantener el orden dentro de los territorios sobre los que reclamaban
jurisdicción (Thompson-1998: Pág.64), así como observar todo lo que se hacía en
el territorio, como precautelando el statu quo; entonces se puede decir que tan
solo la existencia del ejército era causa de que los ciudadanos se
predispongan, voluntaria o involuntariamente, a cumplir con la normativa
impuesta por el poder, es decir, muchas veces, no era necesario que existan
acciones represivas para que se cumpla con las reglas, tal como sucedería en la
idea original de panóptico planteada por Jeremy Bentham, donde el inspector a
pesar de su anonimato o quizás su inexistencia, sometía a los prisioneros, sin
embargo esto no implica que la represión no exista, pues el castigo se presenta
como un elemento ejemplificador que aseguraba el funcionamiento casi automático
del sistema, recurriendo así a una cultura del miedo.
Ahora
bien, con el advenimiento mediático estas estrategias de control y dependencia
se vieron fortalecidas, ya que, las audiencias empezaron a formar parte de una
dinámica controladora que vende la idea de libertad de elección, empero al
contrario se ratifica el vínculo de subordinación, pues al controlar los
contenidos gráficos, sonoros, audiovisuales o digitales el poder es el que
determina que es lo que escucha y mira la gente; por tanto, los públicos
tendrán una percepción parcializada de una realidad construida por los medios y
con ello, indirectamente, se cerciora el comportamiento o forma de entender las
cosas, tal como lo expondría (Sartori-1997: Pág. 21), el acto de ver suplantó
al acto de discurrir, surgiendo el telever como el fenómeno que forma vídeo
niños que en el futuro se convertirán en adultos sordos, reduciendo a la mínima
expresión la criticidad y análisis de las personas, pues al tener una fuerte
influencia de la imagen adoptan como verdad todo lo que se presenta en la
pantalla: “una imagen vale más que mil palabras”
A
parte de lo mediático la vigilancia transgredió a otros escenarios tal como:
- Lo industrial, donde la
supervisión de que exista un cumplimiento de metas se suscita como una
herramienta alineada no solo al control, sino a la economía de las empresas,
como fue el caso de Henry Ford y su departamento sociológico, encargado de
observar las actividades pre, in y post laborales de sus empleados
(Whitaker-1999: Pág. 49).
- Lo deportivo, donde las cámaras
fotográficas, video cámaras, o árbitros son los responsables de registrar el
comportamiento de los deportistas y si lo ameritase sancionarlos, ejemplo de
ello es el sistema fílmico de alta precisión ojo de halcón que se utiliza en
los encuentros de tenis de gran slam o las cámaras de alta definición que se
están implementando en encuentros deportivos de diversa índole.
- Lo adquisitivo, donde un constante
bombardeo publicitario permite que productos de consumo y marcas comerciales
sean adquiridos gracias a las estrategias de mercado que son aplicadas por las
transnacionales. En otros términos, se entendería este accionar como la
práctica de vigilar que los compradores sigan insertos en el círculo consumista
de la oferta y demanda, como sucede con Coca-Cola, que para asegurarse un éxito
de ventas realiza comerciales en base a estudios socio-demográficos de sus
públicos objetivos en cada país donde se comercializa esta gaseosa.
- Lo recreativo, donde los espacios
de distensión son controlados para que se cumpla una normativa como en el caso
de los parques temáticos de Disney, que bajo la figura de la seguridad, tienen
a cientos de vigilantes uniformados y de incógnito, que observan todo lo que
hacen los visitantes.
- Lo laboral, donde el personal está
sometido a todo un sistema de vigilancia como las luces con sensores de
movimiento, que obligan al trabajador a estar en constante actividad; control
biométrico, que registra el horario de entrada, de alimentación y de salida;
cámaras de video, que gravan el comportamiento de los oficinistas en casi todas
las instancias del edificio; guardias de seguridad, que además de salvaguardar
la integridad de los funcionarios, recorren cada dependencia de manera
periódica y discreta, quizás para evitar el sindicalismo, asociación u
organización en determinadas situaciones.
- Lo económico, donde tarjetas de
crédito/débito, cajeros automáticos, central de riesgos, buró de crédito, redes
de información financiera son artilugios de control de las actividades
financieras de cada persona, quien en caso de tener una falta (retraso en algún
pago) tiene que acatar las sanciones que esto conlleva (negación del crédito),
pero, además de conocer sus movimientos financieros, podrán conocer que lugares
visitaron, que comida pagaron o a que establecimientos acudieron.
- Lo urbano, donde la policía
nacional, policía metropolitana, milicia, servicios de inteligencia, permiten
una descentralización del control panóptico del poder y así, seguir vigilando
el comportamiento de las personas en avenidas, parques y cualquier escenario de
la ciudad, es decir, ya no solo se concentra la vigilancia en un único punto,
sino que se establecieron varios ejes de observancia que armoniosamente
controlan a la ciudadanía y su movilidad tal como ocurrió en Argentina, donde
se implementó el Sistema Urbano de Boleto Electrónico SUBE, que no era más que
el registro detallado de las rutas que tomaban las personas en su habitual
recorrido por la ciudad, o tal vez podamos ejemplificarlo con el ir y venir de
helicópteros policiales que hacen un barrido del perímetro urbano.
- Lo informático, donde redes
sociales, virus informáticos, software de espionaje, coadyuvan a mantener
controlados los pasos de los individuos que navegan en el ciberespacio, pues
ahora se ha confirmado como ciertos gobiernos auspician el espionaje
informático con el propósito de obtener información de sus detractores
ideológicos y así diseñar contra estrategias de acción.
En
definitiva, el panóptico visual es el instrumento que pretende la sobre
visibilización de la actividad ciudadana, la cual debe estar alineada a los
intereses del poder, pues de lo contrario se aplicarán un sin número de
represiones, sanciones o castigos, mismos que en otra época eran físicos y que
en la contemporaneidad pueden ser psicológicos, económicos, tecnológicos,
informacionales o de otra índole. Y es en este proceso que el desarrollo de los
medios de comunicación y la tecnología comunicacional juegan un rol
fundamental, pues con la globalización de la comunicación, fueron reducidas
barreras temporales y espaciales, facilitando la irrupción del gran ojo en
todas las latitudes del mundo.
Para
continuar con nuestro análisis de la incidencia de los medios de comunicación
en la conformación de una sociedad panóptica contemporánea, diremos que la
evolución tecnológica de la comunicación permite que los medios posean alcances
inimaginables.
Muestra
de ello es el control de los espacios intersticiales de ocio, que también son
otro ejemplo de vigilancia, en el sentido que ya no solo se está controlando
nuestra manera de producir, de movilizarnos, de consumir sino que ahora el ocio
y entretenimiento están en la mira del poder, pues son estos espacios cortos en
donde se consumen millones de bits y píxeles de información, los cuales de una
y otra manera son controlados por los grandes capitales.
Para
evidenciar este fenómeno basta con detenerse a mirar como las personas en un
medio de transporte urbano se sientan a contemplar la pantalla de sus
dispositivos móviles, para consumir información en forma de mensajes, micro
relatos, fotografías, videos, simulando un ejército de súbditos que consumen lo
que al gran hermano le conviene
Entonces,
los medios de comunicación desde sus orígenes incidieron en las formas de
interacción humana tal como lo señala (Thompson-1998: Pág. 89), quien señala
que la imprenta al surgir en la Europa del siglo XV generó espacios de lectura
colectiva de la prensa escrita, asimismo se crearon espacios de discusión donde
las casi 3000 cafeterías en Londres jugaron un papel fundamental, ya que eran
la cede del debate para los miembros de una élite dedicada a la discusión y
crítica de las acciones de la nobleza.
Sin
embargo, más allá de estas injerencias mediáticas sobre la sociedad, se puede
decir que todos estos fenómenos contribuyeron a que los receptores,
destinatarios o audiencias tengan un vínculo, primero de dependencia, y luego
un medio de vigilancia, ya que en el primer caso quienes poseían el control
sobre los medios de comunicación eran quienes decidían el contenido de los
mismos, estableciendo una difusión de la realidad parcializada, sobre todo, en
momentos de conflicto; mientras que para el medio de vigilancia, en nombre del
mantenimiento de un orden pre establecido se monitorea todo lo que el público
realiza, tal como lo subraya (Bauman-2004: Pág. 11) quien entiende al panóptico
como un modelo de confrontación entre los dos lados de la relación de poder… La
estrategia de los jefes –salvaguardar la propia volatilidad y rutinizar el
flujo de tiempo de sus subordinados- se fusionaron.
En
otras palabras, a quien está detrás del control le interesa establecer
parámetros de comportamientos predecibles de sus vigilados, de tal manera que
se pueda prever sus aptitudes futuras, y esto se podría apreciar en la
programación de canales que están bajo la administración pública, que
transmiten mensajes con una intencionalidad alineada a sus intereses, lo que
asegura ir persuadiendo al pensamiento colectivo de las audiencias, por ende se
certifica que la gente tenga formas de proceder y entender prediseñadas; claro
que con esto no pretendemos afirmar que todos los destinatarios estarán bajo
este sistema, sino que se pretende exponer los alcances de este gran control
mediático en ciertas circunstancias. Reafirmando lo expuesto por (Imbert-2010:
Pág. 76) quien recoge lo expuesto por Melman, quien habla de panescopia para
referirse a la mirada instalada por este dispositivo: «le regard de
l’omnivoyeur», la mirada del que todo lo ve, mirada difusa, no encarnada, que
nos domina sin ser visible. Hoy, somos vistos más que vernos. Nos exhibimos,
literalmente y simbólicamente, nos desnudamos continuamente —dolores y alegrías
confundidos—, con un mismo rasero: el de la mostración, de la presentación
--dice Melman— más que la representación. «El zoo visual», así es como me había
referido a la neo-televisión. Es manifiesto, también, en
los protocolos de confesión en los chats, en el uso de Facebook. De ahí se
deriva la facilidad —por no decir el goce— que hay en desestabilizar al sujeto,
en humillarlo incluso (como ocurre en El rival más débil), dejándolo sin
defensas, al desnudo, expuesto a la mirada pública.
Como
acontece con los surfers de internet que gracias a redes sociales, blogs y
comunidades virtuales están sometidos a una hipervisibilización virtual, pues
ahora basta con visitar el muro Facebook de las personas para conocer sus
gustos, inclinaciones y predilecciones, lo que facilita aún más la tarea de
vigilancia, ya que al exponerse voluntariamente, la vigilancia casi estaría
legitimada socialmente, obligando a casi todos a inducirse en este juego de la
sobre exposición y acusar de desubicado al individuo que no forma parte de esta
red visibilizadora, que ahora incluso permite crear vínculos sentimentales. Los
cuáles serán exitosos entre más nos expongamos a través de textos, fotografías
y videos que nos otorguen un escaparate de exhibición de nuestra región
posterior, aquella que antes era privada y tan solo era para nosotros, mientras
que ahora esa zona íntima personal es la que se da a conocer a toda costa.
Entonces, podemos decir que los individuos quedaron atrapados en un nuevo
sistema de poder en el que la visibilidad implicaba un medio de control.
Dejaron de ser testigos del gran espectáculo desplegado ante ellos para, por el
contrario, convertirse en objeto de múltiples puntos de mira que, a través del
ejercicio diario de la vigilancia, les dispensaba de la necesidad de espectáculo
(Thompson-1998: Pág. 165); es decir, los sujetos que están insertos en este
panoptismo se han convertido en el centro del espectáculo, pues son ellos
quienes, con sus prácticas voluntarias o involuntarias de visibilización, dan
el espectáculo para el resto de personas que contemplan y sacian su hambre
voyerista; en otros términos, el panóptico ahora ya no funciona sólo por
control disciplinario, sino por fascinación y seducción (Mattelart-1997: Pág.
52) como sucede con la televisión o las salas de cine que, sólo se basan en la
alteración del sistema panóptico: ya no se trata de uno que ve a todos, sino de
todos que lo ven a uno; en este aspecto, toda sala de cine obliga a ver, cosa
que puede resultar dolorosa, como ya indicó Stanley Kubrick en La naranja
mecánica (Ramonet-2003:Pág. 107).
En
conclusión, los medios de comunicación, con su surgimiento, evolución y
globalización han permitido que las sociedades estén sometidas a una
hipervigilancia continua, que a veces será sutil o, en ocasiones será frontal,
sin embargo al plantear estas reflexiones no se pretende dictar una sentencia
irreversible sobre el alcance mediático, sino, más bien, se plantean
puntualizaciones que faciliten una posición crítica sobre los procesos
mediáticos que vivimos en la contemporaneidad, es decir que se propone tener
una posición analítica o contestataria de la interacción que se suscita entre
individuos y los medios; en este sentido, se han generado muchos movimientos
que validos de la tecnología implementada para vigilarnos, están creando
acciones que ahora vigilan al vigilante, es decir que si bien es ciertos somos
observados permanentemente, también existe la posibilidad de adoptar conductas
como las asumidas por anonymous, que es una agrupación virtual que desde 2003
con el lema “Knowledge is free,We are Anonymous, We
are Legion, We do not forgive,We do not forget,
Expect us” observa las acciones del poder y, como forma de respuesta, hackeó
sitios web de instituciones que se dedican a vigilarnos como la CIA, Policía Nacional
Española, FBI, el Departamento de Justicia de EEUU, entre otros.
Otro
ejemplo de respuesta a la hipervigilancia es lo ocurrido a principios de 1998,
donde se reseñó que en su mayor acción informática hasta la fecha [...] los
rebeldes [zapatistas del EZLN piratearon unas páginas 'web del gobierno
mexicano, rellenándolas con imágenes del rebelde revolucionario que da nombre a
su organización, Emiliano Zapata. Una parte del mensaje revolucionario, enviada
a la Homepage del Ministerio de Economía, decía: ¡Te vigilamos, Gran Hermano!
(Whitaker-1999: Pág. 187).
Estos
ejemplos, así como las redes sociales, son muestra de resistencia a la
vigilancia impuesta por el poder mediático, político y económico; claro que con
ello no pretendemos propiciar un anarquismo rebelde, sino, más bien, demostrar
las posibles formas de responder al gran ojo que nos supervisa.
Autor: Lcdo.
Lenin Alejandro Carrera Oña. Quito, Ecuador.