En la vida nos encontramos con muchos temas incómodos, algunos
junto a las personas del hogar, en otras ocasiones a las personas cercanas de nuestra
cotidianidad, y aquellos que más nos cuesta superar, los que ocurren frente a
extraños. Estos temas están en ese compartir con los demás, van desde palabras,
hechos, nuestras características físicas o ideas nuevas que por nuestra
formación cultural, cuesta tomar con naturalidad. eventos tales como un
movimiento que rebela una parte del cuerpo sin su usual vestuario, una entrada
imprevista que sorprende a alguien en una acción privada, el hablar en público,
el decir algo en el momento no indicado, un comentario sobre nuestro aspecto.
Sea la que sea, este artículo pretende abordar uno de esos temas, esos momentos
incómodos a los que, por naturaleza, por cultura, por sociedad, por el tiempo
que vivimos, es necesario pensarlos de la forma más emocionalmente inteligente.
Este es el primer tema incómodo que en estos tiempos de encierro
me llama la atención. Muchos que andamos por el camino de la ceguera hemos
entrado a ese mundo difuso de cambio de paradigma, para evaluar lo estético, lo
bello, hermoso, lo atractivo.
Naturalmente no es el mismo caso para todos, ya sea porque uno es
ciego de nacimiento, porque lo adquirió con determinados años, el tema es que
ya sea una ceguera total, o parcial, nuestra forma de abordar lo que tapamos o
no tapamos, lo que mostramos o no, el cómo lo mostramos es muy distinto, sobre
todo, por los condicionantes culturales de nuestro entorno. Y es que, si lo
analizo por unos momentos, me visto según lo que me enseñaron de niño, por los
comentarios de quienes me rodean, por las modas que salen, por lo que me es
cómodo, pues no tiene críticas; en algunos lugares es normal una minifalda y
mostrar mucha piel, no hay incomodidad, mientras que en otros las miradas
intensas pueden causar que esa persona se sienta mal.
También está el estilo, en algunos lugares, vestir jeans o
pantalón elegante marca la diferencia, son las convenciones de lo admisible, o
no, según los elementos configurados en ese espacio vital.
Los ejemplos son muchos y sería interesante que me contaras qué
particularidades has vivido o qué experiencias incómodas has tenido. Pero el
fin de este artículo es hablar de ese momento incómodo en el que tú te ves al
desnudo.
Pero calma, tranquilo, tranquila, no vamos a hablar de erotismo,
aunque no tenga nada de malo, aclarando que no es lo mismo el erotismo que la
pornografía, y que no pretendo hacer apología de ningún acto que atente contra
las ideas de alguien.
Quisiera reflexionar sobre cómo se podría ver la desnudez, desde
el enfoque de quien no la ve, de quien la siente o la percibe sin las
características de la luz, es decir las diferencias con las personas que, con
un vistazo, pueden definir infinidad de elementos espaciales, dimensión,
volumen, atractivo, debido a que una persona ciega se fija en tonalidades,
texturas, sensaciones, un elemento problemático en una sociedad de “mirar” y no
“tocar”.
Claro, claro, esto es entendible, pues tenemos que conectarnos con
el respeto a los objetos o a las personas, sin embargo, es un factor que nos
aparta, en distintos grados, de esas experiencias compartidas.
Entonces, yo propongo el siguiente manifiesto para aquellos que
ven o que no, para aquellos que en algún momento van a entrar en esa
interacción con una persona ciega.
Yo, como persona ciega, en uso de mis facultades mentales,
cognitivas y humanas, declarando que mi única diferencia, desde mi nacimiento o
por eventos ocurridos, es la limitación de los recursos visuales. Soy una
persona que siente, ama, odia, sufre, está formada con un conjunto de gustos, defectos,
virtudes, opiniones, anhelos, deseos de toda índole, que puedo ser callado o
extrovertido, soñador o amargado, mentiroso o muy honesto, muy alto, o muy
bajo, muy gordo o muy flaco, muy atractivo o no tan agraciado a los gustos del
otro, perezoso, o activo, tener un talento musical o no, tener un olfato más
agudo que otros o no, que puedo ser muy atento o despistado. En fin, para hacer
corta la lista, que soy un ser con la misma programación emocional, espiritual,
careciendo o no de aquellos vicios de mi entorno, pues puedo gustar del trago,
del fumar, de lo sexual, de las fiestas, del coqueteo, sí, de las drogas, de
tener una u otra inclinación sexual, de practicar uno u otro credo religioso o
afiliación política.
Yo, como persona ciega, solo requiero que se pueda comprender que
no veo lo que los demás sí pueden; la razón es lo de menos, lo importante es
que usted actúe en coherencia con esto:
Yo no veo, pero si no soy un ser amargado por ello usted puede
decirme mire, vea, observe, naturalmente, recalcando estas expresiones unidas a
una descripción o, en su defecto, dejando que yo palpe, sienta, toque y
disfrute de eso que usted intenta mostrar. Por favor no señale estirando su
mano o moviendo su cabeza, porque así perdemos la sinergia comunicativa; todo
está en conocerme, si para eso estamos en esta tierra, nadie tiene la culpa de
que yo no vea, y si alguien como siego vive amargado por ello, dependerá de la
paciencia de quien lo aguante.
Por lo anterior, si se
encuentra con una persona ciega, ofrezca su hombro, use un tono moderado y
refiriéndose a ella por su nombre, o con un leve toque, para enterarla de que
se refiere a ella; pregunte si necesita ayuda, coloque su cuerpo al otro lado
de la mano que use el bastón, hay quien usa un perro guía, así que en esos
casos pregunte, porque yo no sé que se requiere. Por sentido común no se ponga
a jugar con el perro, o a consentirlo ¡que está prestando un servicio! No es
una mascota, es un animal que por su nobleza e inteligencia está aportando a la
movilidad de una persona ciega, prestando sus ojos para evitar choques, ubicar
objetos y demás. Sé de alguien a quien el perro le ha hecho chocar con cosas
que están en el aire, pues el perro pasa, sin embargo no dimensiona el golpe
con ese objeto que no está a su altura, por eso podría ser usted, a través de
sus ojos, quien evite ese golpe.
Hable conmigo y no con mi compañía nada más, si estoy solo
acérquese como ya se comentó, sin miedo, con una sonrisa, que de paso le ayuda
a su salud; el codo, según las estaturas, también es una forma de ofrecer su
apoyo; el que me agarres como un incómodo paquete no ayuda a nuestra
comunicación.
Muchos estamos atentos a otros elementos espaciales o en nuestras
cosas, así que si no eres de las personas usuales con las que nos encontramos,
no pretendas que te reconozcamos si nos tocas o nos dices un hola, tampoco
debes decirnos ¿quién soy?, luego de mucho tiempo y poco contacto, a menos que
sepas que se trata de una persona con esa habilidad. Si nos alcanzas algo,
verbaliza tu intención, si te vas a colocar junto a nosotros manifiesta tu
intención con un saludo, que, de paso, es signo de educación. No pretendas
ayudar empujando o halando, tenemos pies para caminar si nos indicas que vas a
orientarnos, si vas a dar indicaciones verbales, hazlo con palabras como: a la
derecha, izquierda, atrás o adelante, número de pasos o distancia aproximada,
de la forma más clara en aquellos casos que no puedas acompañarnos o acercarte.
Igual que el perro, nuestro bastón es nuestro medio de detección de obstáculos,
no pretendas que lo guardemos, o que tú lo sujetes mientras nosotros caminamos.
Podemos comer por nosotros mismos, nos bañamos, hacemos de manera autónoma
nuestro aseo, besamos, abrazamos, somos afectivos o bien fríos, manejamos
algunas tecnologías asistidas por voz, y en algunos casos podemos necesitar de
una opinión sobre el uso de colores. Pero no pienses que nos bañan, nos dan de
comer, que no sabemos buscar nuestra ropa, o ir al baño solos, que no sabemos
atarnos los zapatos, o que no sabemos que es Facebook, WhatsApp o que si envías
un mensaje al teléfono un familiar o amigo lo tendrá que leer.
Yo soy Una persona que no usa sus ojos, habrá quien tenga mayores
dificultades con esto, sin embargo, yo declaro que soy una persona autónoma,
libre, pensante, llamada a aportar a la sociedad, que si no lo hago puede ser
por problemas personales, falta de educación, formación o discapacidades
asociadas; todas las personas somos distintas, la discapacidad no nos unifica
en un mismo criterio, no aplica eso de “conocido un ciego, conocidos todos…”,
pues antes que ciegos somos seres humanos. No te atravieses en nuestro camino
para ver si te esquivamos, no nos mires con lástima, no atravieses cosas en
nuestro camino; si nos sacas de nuestras rutas al caminar, espera que nos
ubiquemos en el espacio, no uses lenguaje poco preciso; no esperes que suframos
un accidente para acercarte; no intentes parecer gracioso, haciendo bromas a
costa de nuestra integridad y, antes de bromear, piensa que tan buen sentido
del humor podemos tener.
Ahora bien, a quien se esté preguntando qué tiene que ver todo eso
con el título, le contesto que la desnudez es un símbolo, no solo de retirar la
ropa, es aquella idea de sentirse indefenso ante una situación, la metáfora que
uso para decir que ya sea por elementos visuales o de conocimiento, un ciego
entra desnudo a una sociedad que no sabe cómo interpretarlo, que no puede
dimensionar que tiene orgasmos, pero también profundas fobias; que tiene
pensamientos muy claros, o que está perdido; de extremo a extremo entre matices
y más matices en la complejidad de existir, el punto es que puede tener meces o
un montón de años, pero sin excepción se enfrenta a una diferencia, que no
marcan sus ojos, la marcan las actitudes y aptitudes de su entorno; allí podrá
estar desnudo o vestido según las oportunidades, el desarrollo de su
personalidad, ese sentido de su yo interno que lo hace ser víctima o líder. La
víctima, sintiéndose menos que los demás, o incapaz, o el líder, que encuentra
respuestas, soluciones, disfruta el regalo de vivir pese a las dificultades que
la vida le coloca día a día.
Las ideas
expresadas pueden coincidir o no con las ideas de otros, pero tan solo es un escrito
fruto de la experiencia y divagaciones de una persona que usa las letras para
expresar su sentir, sabiendo que en el tema hay muchos enfoques y desde el
respeto y el entendimiento, todos son válidos.
Autor: Wilmer
Guillermo Acosta Pinzón. Paipa, Colombia. Comunicador social con énfasis en lo
comunitario de la universidad nacional abierta y a distancia.