Jaime.

 

Jaime es el linyera de Almagro.

Veamos su historia:

Él vivía alquilando. Trabajaba como administrativo en una empresa y estaba casado con Flora.

Un día en la empresa decidieron que era muy viejo, aunque solo tenía 40 años, por lo tanto, lo despidieron.

No conseguía otro trabajo.

Flora, cansada del fracaso de su esposo, decidió divorciarse.

 

Jaime no podía pagar el alquiler y, entonces, fue desalojado.

Caminó sin rumbo, hasta que terminó alquilando en una pensión de mala muerte. Allí estuvo tres meses; pagó uno y quedó debiendo los siguientes. La dueña, cansada de que le dijera: “mañana le pago”, terminó echándolo, sin dejar que se llevase la ropa.

Así empezó a dormir en la plaza de córdoba y Anchorena.

Los sábados por la noche, hablaba con los chicos alcoholizados que entraban a bailar, o cuando salían. A todos les daba buenos consejos...

Dejó de soñar con volver a trabajar y poder a alquilar.

Se acostumbró a la mugre y las ratas. Se acostumbró a pedir limosna para comer, a que lo tomen por borracho, a que se le pegue la suciedad y a bañarse una vez por semana. En fin, a ser parte del paisaje.

Un día cercaron la plaza y tuvo que mudarse a las escaleras de la parroquia donde mendigaba los domingos y se bañaba los sábados.

Dormía sin sueños, caminaba por el barrio de Almagro como si fuera de su propiedad.

Una persona sin ambiciones es un muerto en vida...

Al despertar por la mañana, cuando el empleado de limpieza tenía que manguerear la escalinata en la que dormía, maldecía no haber fallecido durante la noche.

Se transformó en un zombi, que miraba a los demás vivir, más no lo hacía él.

Si no llovía, se quedaba viendo a los niños jugar en el arenero de la plaza donde antes vivía.

Pedía limosna para comer, al principio se ofendía si alguien lo confundía con un borracho. Él no tomaba, veía su decadencia conciente de lo que le pasaba.

Ya no le importa como lo llamen. En realidad, pocas cosas le interesan. Es más bien un autómata.

Siempre la misma rutina, hasta que ya no amanezca para él.

               

Autora: Laura Trejo. Buenos Aires, Argentina.

agostinapaz2016@gmail.com

 

 

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