Jamás tu mano empuñe arma guerrera,
Vertedora de sangre fratricida,
De miedo, espanto y hambre por doquiera,
De pena y desazones sin medida.
Si has de empuñar, empuña la mancera
Y en las entrañas de la tierra herida,
Ponga tu corazón de primavera
La sagrada simiente de la vida.
Al ver tus ojos el trigal florido,
Dará loas a Dios, agradecido
Tu corazón, que en vez de sufrimiento,
Con fe de niño y generosa mano,
Gentil donó, en servicio de su hermano,
Siembra de amor en pan, vital sustento.
Autora: María
Luisa Cejas. Buenos Aires, Argentina.