En un mágico rincón

Cuento que obtuvo mención por parte del Centro Vasco Francés, en la provincia de Buenos Aires en septiembre de 2019 en la República Argentina.

 

Caminaba raudamente, por la Avenida Corrientes para llegar al centro, y al pasar por la heladería de una esquina, junto a una mesa, tomando un helado, rodeada de papeles y carpetas, descubrí emergiendo del conjunto a Melisa.

“¡Melisa!”, le dije fuerte, para ser oída entre el bullicio de las calles y la sorpresa. Me miró y se le iluminó la cara, invitándome a sentar junto a ella. Ante mi interrogante acerca de lo que hacía, me comentó con gesto preocupado que en la facultad, le habían pedido elaborar un trabajo sobre el País Vasco.

Ella estudiaba profesorado de Geografía, pero en esta ocasión, le requerían un enfoque antropológico, de perspectiva sociológica, sobre una ciudad o rincón determinado del mundo. Como si de un ave se tratara y sobrevolara ocasionalmente un sitio mágicamente elegido, captando alguna esencia de las personas de ese terruño. Comentó cómo los “profes”, habían colocado cientos de papelitos dentro de un cubo plástico y debían extraer al azar. A Melisa le había tocado “Algún bellísimo y turístico rincón vasco”

Estupefacta, acababa de conocer en viaje reciente de estudio, las regiones Álaba, Bilbao, Guipúzkoa, San Sebastián, el Monte Higueldo… Pero, no se trataba de describir sitios sino algo diferente para rescatar esencias, que dejaran algo profundo en el alma, saber plasmarlo en un trabajo y evocarlo en una disertación, al punto de emocionar… todo un desafío.

Saboreaba un helado riquísimo de americana y limón mientras en silencio pensaba.

Repentinamente, me acordé: “¡don Gurénde  z!” Melisa se sobresaltó con mi grito y mientras le sonreía, le dije que ni bien termináramos ordenara sus cosas, que marchábamos a la casa de un amable vecino quien seguro nos diría lo que necesitaba.

Nos recibió inicialmente serio, mientras en sus manos sostenía un libro de tapas de cuero. Al preguntarle si interrumpíamos alguna lectura importante, adujo que ser visitado también lo era. Nos invitó a sentarnos en un living pequeño, ofreciéndonos una copita de licor casero de hierbas.

Ante la inquietud de mi amiga, reclinó su cabeza con sienes plateadas, sobre su poltrona, entornando los ojos.

“Mira hija… mi país ha sido mi vida. Ahí nací, viví un tiempo durante la infancia en el campo, en un baserri y después fui a la universidad. Siempre me gustaron las ciencias filosóficas, la poesía y la historia. Fui docente y me enamoré de otra estudiante argentina, con la que hicimos el resto en este gran país… aquí en la capital. Nuestros hijos nacieron argentinos, aunque ahora el varón viva en San Sebastián. No podré jamás olvidar sus playas… Imposible olvidar el mar, los ríos y mi gente… mi cuadrilla.

Tan solo te contaré de un rinconcito único en todo el país Vasco… el más bello del mundo; centro de los veranos europeos. Sobre una playa que está ubicada al oeste de la desembocadura del río Urumea, separada de él, el monte Urgull y el centro de la ciudad y alojada en su propia bahía. La bahía de La Concha y la playa de idéntico nombre. Ha de tener una longitud media, suficiente para darse un maravilloso chapuzón.

Es una playa de sustrato arenoso y poca profundidad, en la que el recorrido de las mareas a menudo limita la superficie útil para el uso. Puede considerarse una playa de entorno urbano y uso masivo. Además, desde 2007 es uno de los 12 Tesoros de España.

Ahí en su ciudad se habla además del español el euskera, que es compartido también con una provincia francesa cercana a esta.

San Sebastián tiene diversas denominaciones: Éste es el nombre oficial en español. Su origen se debe a un monasterio consagrado a san Sebastián que se encontraba en la actual ubicación del Palacio de Miramar, junto al barrio de El Antiguo. La villa medieval fue fundada por el rey navarro Sancho el Sabio hacia 1180 en las cercanías del monasterio y este estableció en la carta-puebla que la villa se llamara por ello así. Aparecieron muchos nombres como es el de Sanctus Sebastianus, que evolucionaría a San Sebastián. Mantuvo ese nombre oficial de la ciudad hasta 1980. Es el nombre más conocido internacionalmente y del que derivan las denominaciones de la ciudad en otros idiomas. Así, en francés es Saint-Sébastien y en inglés Saint Sebastian; Donostia es el nombre oficial en euskera. Según la teoría más aceptada, una forma derivada de la denominación euskuérica antigua del santo patrón, Done Sebastiáne, y a la forma actual se llegó mediante ciertos pasos, tal como los explica Koldo Mitxelena, insigne lingüista, hace ya más de medio siglo, donde dijo que el nombre vasco de San Sebastián, cuya evolución aproximada habrá sido "Donasa (astiai, Donasastia, Donastia, Donostia). Pero otra teoría deriva el nombre del latín como Domine (San Ostium, Ostia, puerto, o lo que es lo mismo "Señor del Puerto", es alusión a Sebastián Mártir).

Cuando hace un calor “que te torras”, bañarse en estas playas es vivificante, tomándose unas cervezas con unos pintxos”.

Continuó narrándole a Melisa, la arquitectura, las universidades de la región, y el modo amable de ser de sus conciudadanos. En varias ocasiones, los ojos le dejaron escapar algunas lágrimas furtivas.

Cuando salimos, en silencio, Melisa tenía un rostro diferente, con un brillo especial en su mirada. Al preguntarle si le había sido suficiente, me dijo… “Nunca imaginé, que más allá del Atlántico… había vida. Lo supe cuando viajé, solo que…”

“¿Qué?” Pregunté…

“Don Guréndez, ignora por completo, que en mi vientre… llevo a su nieto.”

©2019- Renée Escape

 

 

Autora: Dra. Renée Adriana Escape. Mendoza, Argentina

rene.escape@gmail.com

 

 

 

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