69 Santa imagen.

Como lo analizaremos, la imagen, es un elemento ubicuo que se presenta en todas las instancias de la vida de las personas, al punto que ya no solo se proyecta en las pantallas de televisores, dispositivos móviles o salas cinematográficas, sino que ahora, el cuerpo humano hipervisibilizado es el medio que encontró la sociedad imago para reproducirse, fortalecerse y afianzarse frente a los hombres y mujeres, quienes son testigos de cómo “el cuerpo ahora es el centro de la cultura moderna, donde se lo vende, se esculpe, se maltrata, se exhibe, se mutila, a través de el expresamos nuestras ambiciones y nuestra frustración. La cirugía, la nutrición, la gimnasia y otras disciplinas se han aliado para convertir nuestro físico en un soporte moldeable y susceptible de metamorfosis espectaculares” (Pérez Jiménez, 1996: 62), propicia el escenario de análisis perfecto acerca de las consecuencias de la imagen sobre el cuerpo, que ahora gracias a su hipervisibilización es el ejemplo que la gente debe imitar, pues ahora modelos, deportistas y actores son los íconos de las mayorías, las cuales gracias a la incidencia de las imágenes se someten a dietas rigurosas, rutinas de ejercicios extenuantes o cirugías increíbles para semejarse a estos modelos corpóreos. En otras palabras, la imagen ha provocado que el cuerpo y mente sean controlados a través de la implantación de estereotipos físicos, que ulteriormente derivarán en formas de consumismo extremo, lo que contribuye a la dinamización económica de los grandes capitales.

Hasta aquí se ha acotado con algunas reflexiones de la imagen y su influencia sobre la sociedad contemporánea y sus miembros, empero para obtener una mayor riqueza de análisis se procederá a estudiar como la imagen ha trastocado a la religión y sus devotos a través de la manipulación de la imagen del cristianismo, encarnada en la figura de Jesucristo en tiempos de semana santa, pues, es en esta época que se suscita una suerte de sobrexposición icónica de los elementos más representativos de la religión (cruz, virgen María, espíritu santo, bautismo, fe, devoción, apóstoles, entre otros), ya que, en estos días tenemos una tira de imágenes constante que nos recuerda el sacrificio, dolor y sufrimiento: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se” pierda, más tenga vida eterna”[1]. Este se podría considerar como el pasaje por excelencia para esta temporada, puesto que, es el mensaje latente de que Cristo se entregó como salvador de la humanidad a través de la ofrenda de su vida, mensaje que se nos transmite reiteradamente, como construyendo una verdad que debemos creer ciegamente, pues se ve reforzada además de “ […] infografismos, un surtido de efectos gráficos, cinéticos y también acústicos, independientes de un referente externo al sistema y por tanto genuinamente producidos por la tecnología digital”[2] , los cuales apuntan directamente a incidir sobre la visión, la cual “[…] podía reputarse como el más noble de los sentidos”[3] .

Un sin fin de filmes, animaciones, reportajes han servido de forma directa o indirecta a difundir una ineludible expiación de culpas o, al menos, el mensaje de exhortación al apego de una religión o espiritualidad que facilite la salvación y el reino de los cielos; en otras palabras: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre” (LA BIBLIA, 1960).

 

La influencia de la imagen sobre la religión se puede resumir como la creación de una industria idólatra que a través de figuras imágenes, estampas y filmes conduce la fe de la gente por la antípoda de los diez mandamientos que prohíben la adoración a ídolos falsos; además, ¿cómo adorar a algo que no se ve?

Desde sus inicios la religión como se la concibe actualmente ha recurrido a la utilización de imágenes, en el sentido más amplio de su significado, para reproducir su mensaje divino y, si no, recordemos el episodio del antiguo testamento con Moisés y el becerro de oro en el desierto, las figuras en el templo de Salomón o quizás la escena del discípulo Tomás que exigió meter su dedo en la llaga de Jesucristo para asegurarse de que había resucitado

En estos tres casos, la imagen en forma de estatuas o de persona fue fundamental para que la religión se perpetúe y sea reproducida, asimismo otra de las imágenes que han usado las religiones es la Biblia, la Toráh o el Corán como sinónimo de sabiduría y de los lineamientos característicos de su fe y comportamiento.

Es decir, la imagen y religión han estado vinculadas, proporcionalmente, desde sus orígenes, convirtiéndose casi en una díada indivisible.

Actualmente, se puede decir que la imagen ha transformado a la religión como una práctica que se constituye como una industria de fe mediatizada; sectas con el mensaje de pare de sufrir, utilizan a la imagen para difundir su mensaje de salvación; la orden Rosacruz recurre a los íconos para captar más adeptos, religiones como la católica, la evangélica, testigos de Jehová, los mormones, los protestantes han implementado imágenes en forma de tratados, filmes, estatuillas, postales, revistas, calendarios o cualquier otro recurso para llevar el mensaje de paz, y salvación a todo el mundo, sobre todo en la semana mayor, donde pareciera que sale a flote con más fuerza la necesidad de difundir el mensaje de conversión y recogimiento.

Entonces, la religión o las religiones pueden ser consideradas como una mercancía hipervisibilizada por los medios de comunicación, que construyen imágenes cada vez más impactantes que evoquen la espiritualidad de las personas; como ejemplo, lo acaecido con la película de Mel Gibson “La Pasión de Cristo”, que mostraba a un Jesús como una masa sanguinolenta que recibió un castigo físico indescriptible. Sin embargo, como esta existen miles de largometrajes que además de exhortar a seguir el camino de la fe, cultivan también una cultura del miedo, pues muestran primordialmente el castigo que recibirán al no tener a Dios en sus corazones, es decir con la utilización de imágenes de sufrimiento y arrepentimiento, pretenden atraer a los inconversos hacia el camino del reino de los cielos. Asimismo la sobre utilización de la imagen en fechas como la navidad o la semana mayor hacen de la religión un fenómeno estacional, que posee mayor acogida en estas épocas, pues es allí donde los creyentes fervientes y los dubitativos acuden a una iglesia, a un templo, a una congregación en búsqueda de la paz interior que necesitan sus corazones y sus almas, para después de la congregación tal vez retomar sus prácticas habituales.

En conclusión, la imagen ha hecho que la religión y sus diferentes formas se inserten en una lógica del mercado, donde la espiritualidad verdadera de las personas fue relegada a un segundo plano y transmutada a una mercancía que posee un valor de cambio celestial.

Bibliografía:

1.        Fontcuberta Joan, El beso de Judas: Fotografía y verdad, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2002.

2.       Jay Martin, Ojos abatidos, Ediciones Acal, Madrid, 2007.

3.       LA BIBLIA, Reina-Valera, 1960 en http://www.biblegateway.com/passage/?search=Juan+3%3A16&version=RVR1960

4.       Pérez Jiménez, Juan Carlos, Imago mundi: La cultura audiovisual, FUNDESCO, Madrid, 1996.

 

Autor: Lcdo. Lenin Alejandro Carrera Oña. Quito, Ecuador.

alejokyl@hotmail.es

 

 

 

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[1] LA BIBLIA, Reina-Valera, 1960 en http://www.biblegateway.com/passage/?search=Juan+3%3A16&version=RVR1960

[2] Fontcuberta Joan, El beso de Judas: Fotografía y verdad, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2002, P. 124.

[3] Jay Martin, Ojos abatidos, Ediciones Acal, Madrid, 2007, P. 30.