Orientaciones para la
detección del alumnado con baja visión en educación básica.
Por la Dra. Diana Rodríguez
Una de las inquietudes que con mayor frecuencia surgen en educación básica
al abordar el tema de la discapacidad visual, es la de cómo saber si su
alumno/a presenta baja visión.
Así que, con el único propósito de mejorar la atención de las necesidades
educativas específicas de los estudiantes que presentan baja visión, en el
presente artículo se ofrece a los lectores un panorama general sobre esta
condición visual, además de una serie de indicadores con los cuales será
posible determinar el tipo de apoyo que necesita en clase para su inclusión
educativa, o bien, orientar a sus padres o tutores en caso de requerir apoyo
médico.
Dicho esto, comencemos por explicar que, al igual que la ceguera, la baja
visión es un tipo de discapacidad visual, al cual también se le conoce en
México como debilidad visual o deficiencia visual. Se origina de forma
congénita o adquirida, y, en ocasiones, puede ser progresiva hasta perder
completamente la visión. Entre las causas más comunes se encuentran la
degeneración macular, el glaucoma, la retinopatía diabética, la retinitis
pigmentosa, el cáncer ocular, el albinismo y lesiones cerebrales.
¿Qué es la baja visión?
La Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) define a las personas
con baja visión como aquellas que “con la mejor corrección posible, podrían ver
o distinguir, aunque con gran dificultad, algunos objetos a una distancia muy
corta. En la mejor de las condiciones, algunas de ellas pueden leer la letra
impresa cuando ésta es de suficiente tamaño y claridad, pero, generalmente, de
forma más lenta, con un considerable esfuerzo y utilizando ayudas especiales”
(citado en
https://www.once.es/dejanos-ayudarte/la-discapacidad-visual/concepto-de-ceguera-y-deficiencia-visual).
Por otra parte, en el “Glosario de términos de baja visión”, de
Cebrián-de-Miguel, se define a la baja visión como “un grado de visión parcial
que permite su utilización como canal primario para aprender y lograr
información”.
Las definiciones anteriores permiten comprender que la baja visión se
manifiesta en diversos grados de funcionalidad visual, y que el hecho de que un
alumno o alumna pueda ver colores, identificar rostros (aparentemente con
normalidad) y desplazarse con supuesta facilidad, no implica necesariamente que
el método de lectoescritura más apropiado para estos alumnos sea el de
caracteres visuales. Por este motivo, es preciso que los maestros y maestras de
educación básica cuenten con los conocimientos necesarios para distinguir a los
estudiantes con baja visión funcional para la lectoescritura en caracteres
visuales (independientemente de que utilicen o no lentes, lupas, binoculares,
amplificadores de caracteres, aplicaciones para el móvil y otros dispositivos
electrónicos); de aquellos con baja visión no funcional, cuyo sistema de
lectoescritura sería, en este caso, el sistema braille, además de emplear un
bastón blanco o verde para desplazarse con mayor seguridad.
¿Cómo saber si mi alumno o alumna presenta baja visión?
El especialista que tiene la facultad de diagnosticar la baja visión es
el oftalmólogo y, en algunos casos, el optometrista. No obstante, dado que no
todos los estudiantes con baja visión que ingresan a educación básica cuentan
con un diagnóstico oftalmológico, los siguientes indicadores le serán de gran
utilidad para poder identificar a estos estudiantes en el aula, atender sus necesidades
educativas específicas, o bien, orientar a sus padres o tutores sobre la
necesidad de una revisión médica oftalmológica.
En el artículo titulado Identify a Student With Vision Impairment
(Idendifique a un estudiante con discapacidad visual), Bhargava explica que
existen indicadores con los cuales es posible identificar a un estudiante con
baja visión.
En cuanto a la baja visión derivada de los problemas para percibir la
forma de los objetos (comparación visual, imaginario visual y visualización),
Bhargava observa lo siguiente:
·
El estudiante confunde palabras que comienzan con las mismas letras o que
son similares.
·
Las mismas palabras que ha leído en un enunciado no las reconoce si las
vuelve a ver en el siguiente enunciado.
·
Intercambia letras o palabras al escribir o copiar.
·
Experimenta confusión para distinguir las cosas que son iguales o poco
diferentes.
·
Se confunde constantemente al leer las mismas palabras en un mismo
enunciado.
·
Se confunde constantemente con la lectura de comienzos o terminaciones
similares de palabras.
·
Encuentra dificultades para percibir lo que se debe leer en silencio o en
voz alta.
·
Lee en voz baja para reforzar su comprensión cuando se le pide que lea en
silencio.
·
Usa los dedos para “dibujar" y distinguir las cosas que son iguales
o diferentes.
Por otra parte, y en lo que respecta a los problemas de refracción
(visión de cerca, visión de lejos, problemas de enfoque, etc.) señala lo
siguiente:
·
Se reduce la comprensión a medida que la lectura continúa, por lo que
pierde el interés fácilmente.
·
Se equivoca al pronunciar palabras similares a medida que continúa
leyendo.
·
Parpadea excesivamente al realizar tareas de escritorio o para leer.
·
Al leer, sujeta el libro muy cerca de la cara, y si el libro está sobre el
escritorio, se agacha hasta pegar el rostro al libro.
·
Se queja de la dificultad de tareas que requieren interpretación visual.
·
Cierra o cubre uno de sus ojos al leer o hacer tareas de escritorio.
·
Comete errores al copiar del pizarrón a su cuaderno.
·
Comete errores al copiar de un libro a su cuaderno.
·
Entrecierra los ojos para ver el pizarrón o necesita acercarse más a
éste.
·
Se frota los ojos durante o después de periodos cortos de actividad
visual.
·
Se fatiga fácilmente, por lo que tiene que parpadear para poder ver bien
el pizarrón después de estar trabajando en su cuaderno. (citado en
https://sites.trinity.edu/sensoryimpariment/vision-impairment/definitions-identification-and-professionals/identify-student)
Por su parte, el Equipo Específico de Visuales de Sevilla, cuyo trabajo
se deriva del Vision Consultant to Educational Programs (Consultoría sobre la
visión para programas educativos) propone los siguientes indicadores:
·
Apariencia de los ojos: Bizqueo, hacia dentro o hacia fuera y en
cualquier momento, sobre todo cuando hay cansancio; ojos o párpados
enrojecidos; ojos acuosos; párpados hundidos; orzuelos frecuentes; pupilas
nubladas o muy abiertas; ojos en constante movimiento; párpados caídos;
asimetría visual.
·
Quejas asociadas al uso de la visión: Dolores de cabeza, náuseas o mareo,
picor o escozor en los ojos, visión borrosa en cualquier momento, confusión de
palabras o líneas, dolor de ojos.
·
Signos en el comportamiento: Echar la cabeza hacia delante al mirar
objetos distantes, periodos cortos en actitud de atención, giro de cabeza para
emplear un solo ojo, inclinación lateral de cabeza, colocación de la cabeza muy
cerca del libro o pupitre al leer o escribir, tener el material muy cerca o muy
lejos, exceso de parpadeo, tapar o cerrar un ojo, fatiga inusual al terminar
una tarea visual, deterioro de la lectura tras períodos prolongados, uso del
dedo o lápiz como guía, mover la cabeza en lugar de los ojos, choque con
objetos, fotofobia (deslumbramiento en interiores y/o exteriores), guiños
frecuentes, movimientos involuntarios y rítmicos en los ojos. (Citado en
https://diversidad.murciaeduca.es)
En una reunión de padres de niños con discapacidad visual en Galveston,
Texas, El Dr. Phil Hatlen, comentó que “si el niño tiene marcas de lápiz en la
nariz al terminar de escribir, o bien, si el niño lee letras de una pulgada (
Conclusiones
Si bien es cierto que es el oftalmólogo quien debe realizar la detección
de la discapacidad visual, también es cierto que No todos los estudiantes con
esta condición visual llegan a la escuela con dicho diagnóstico, ya sea porque
existe cierta negación por parte de los padres para aceptar la posibilidad de
que su hijo o hija tenga una discapacidad visual, o porque los padres están
viviendo un duelo no resuelto, o porque no saben a donde llevarlo, o porque no
cuentan con los medios económicos para llevarlo y pagar los estudios, o porque
no es parte de la normatividad de las instituciones educativas solicitarlo como
parte de los requisitos para su inscripción. Asimismo, es importante saber que,
a diferencia de algunos países, en México no existe propiamente un trabajo
conjunto, interdisciplinario y de seguimiento en torno a los niños, niñas y
adolescentes con discapacidad visual entre la Secretaría de Salud y la
Secretaría de Educación Pública, por lo que la mayoría de los maestros de
estudiantes con baja visión, además de no conocer el diagnóstico de estos
estudiantes, tampoco cuenta con información sobre la forma en la que la baja
visión impacta en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ni sobre la forma en la
que deberá atender las necesidades educativas específicas que surjan en el
aula.
Por lo anterior, se
espera que el contenido de este artículo sirva a los maestros y maestras de
educación básica para que puedan detectar qué estudiantes presentan baja
visión, investigar qué elementos deberán considerar en su planificación y
evaluación e, incluso, para orientar a los padres (si la institución educativa
lo permite), pero nunca para etiquetar a estos estudiantes o violentar su
derecho a la educación.
Autora: Dra. Diana Rodríguez. Ciudad de
México, México.