Las Primeras Damas:
¿Agentes de Cambio?
“Reconozco el valor de
que los individuos tengan sus propios intereses, ambiciones y sueños, pero no
creo que una persona deba perseguir sus sueños a expensas de la pareja”,
Michelle Obama.
Todas las Primeras Damas que gozaron de las
mieles y de los privilegios de acompañar a su cónyuge al solio presidencial,
tradicionalmente se acentuaron , no solo por ser adornos glamorosos, lucir los
elegantes atuendos de Chanel, exuberantes peinados, alhajas, exquisitos
perfumes y un séquito que le sirve de avanzada, escoltas, y protocolos que, al
llegar al escenario de los eventos, exigen a los organizadores todo aquél
capricho al que deben someterse y complacer a la invitada de honor, así como
resguardar sus problemas sentimentales. Sin embargo, hay otras Primeras Damas
que son mujeres mortales, con los pies en la tierra y el coraje de dejar una
huella indeleble, que ha marcado generaciones, y que las convierten en un
referente a seguir. Mujeres luchadoras tenaces que tomaron una posición que tal
vez nunca concibieron ocupar y la diferenciaron
a favor de las Personas con Discapacidad, igualdad de género, marginados y,
sobre todo, por esas grandes mayorías sumidas en la extrema pobreza.
Recientemente, llegó a mis manos el libro
autobiográfico de Michelle LaVaughn Robinson, socióloga y abogada
estadounidense y ex primera dama de los Estados Unidos. Michelle Obama, no
perdió el piso ni la embriagó el poder, impuso su agenda política, además se
esforzó por superar el esquema clásico de la primera dama y puso el acento en
experiencias universales ligadas a su vida familiar y profesional. Se erigió en
defensora a ultranza de las personas con discapacidad, de las mujeres y las
niñas en Estados Unidos y en el resto del mundo, introdujo cambios drásticos,
enfilados a promover una vida saludable y activa en las familias, y acompañó al
inquilino de
Michelle dedica la primera parte del libro a su
infancia y adolescencia en un "estrecho apartamento" de un barrio
humilde de Chicago, en una familia descendiente de esclavos. Sus cavilaciones
sobre las divisiones de raza y clase, el machismo o la educación pública, dan
paso a una segunda parte centrada en el comienzo de su vida con Barack Obama,
de quien se enamoró con "una ráfaga de deseo, gratitud, satisfacción y
asombro".
Ahora bien, vallamos a Panamá, donde la mirada de
la opinión pública es vigilante y estricta; no pongo en tela de duda el perfil,
la gran moralidad y valía de las Primeras Damas de
Parafraseando a Michelle Obama, manifiesta que: discreta pero indubitablemente dispuesta a triunfar, decidida a no
desviarse de su trayectoria. La lista de cosas que debía hacer estaba grabada
en su cabeza y la acompañaba a todas partes. Evaluaba sus objetivos, analizaba
sus resultados y contaba sus victorias. Si había un desafío que encarar, lo
acometía. Cada prueba de fuego que superaba la conducía a otra. Así es la vida
de una chica que no puede dejar de preguntarse: ¿Soy lo bastante buena?»
Autora: Elodia Magdalena Muñoz Muñoz. Panamá, Panamá.
Comunicadora social.