Cuba, dos realidades.
Después de
54 años, cuando por 9 meses, en un radio de onda corta seguí los ardientes
discursos de Fidel Castro, sus arengas a su pueblo y su vehemente defensa a sus
principios y fui testigo de la transformación de un país de ser una dictadura a
convertirse en un régimen democrático en la primera república socialista de
América, y haber deseado conocerlo, por una situación familiar hice realidad un
viejo sueño en unas vacaciones a Varadero, una reserva ecológica marina.
El hotel en
donde nos hospedamos seguramente fue de 5 estrellas en los años cincuenta,
ahora le falta mantenimiento, y muestra el deterioro de muchos años, pero la
atención al público es buena, los alimentos son buenos y abundantes como en
todos los hoteles del mundo con barra libre para regocijo de los aficionados a
las bebidas alcohólicas y con entretenimiento en las piscinas con entusiastas
animadores durante el día y espectáculos en vivo por las noches.
Por
supuesto que no podía faltar un Tour a La Habana vieja como ellos la llaman,
con una parada a medio camino en un mirador con puestos de artesanías,
recuerdos para turistas, música en vivo con un conjunto tradicional, venta de
discos de música, etc. La descripción de los lugares históricos por un culto y
agradable guía, dispuesto siempre a contestar mis preguntas hizo que no me haya
hecho falta la vista para conocer la ciudad, los lugares coloniales, los
monumentos, las iglesias y los edificios históricos; sin duda alguna el punto
más emotivo para mi fue el estar en la Plaza de la revolución, lugar en donde
en una tarima Fidel subía a decir sus elocuentes discursos con el privilegiado
don de la palabra que tenía y que hipnotizaba a su pueblo, que lo idolatraba.
El Tour
incluyó un recorrido por La Habana nueva y una comida en un restaurante
tradicional para degustar platillos típicos del lugar y una visita a un lugar
para comprar los productos propios de la isla: café, puros y ron.
La
carretera La Habana Varadero es inmejorable, de cemento hidráulico, sin un solo
bache, pasamos una refinería de petróleo grande y muy bien conservada, una
planta termo eléctrica muy grande y en buen estado, así como una Universidad de
buena apariencia.
Hasta aquí
la imagen de un país progresista, pero el diálogo con la gente me mostró la
otra realidad: en las calles de la habana pululan muchos mendigos, al hablar
con ellos supe que hay mucha pobreza, falta de empleos, carencia de alimentos,
por lo que son racionados y por lo tanto mucha hambre y empleos muy mal
pagados, en el hotel nos percatamos que llegaba gente con bolsas de plástico a
los restaurantes y que los empleados se las llenaban con los restos de
alimentos que los comensales dejaban en los platos o bien habían sobrado en la
cocina y que llevaban para alimentar a sus familias, una camarera le pidió a mi
hija que le regalara el vestido que llevaba puesto porque no tenía que ponerse,
hablando con algunos de los animadores supimos que eran profesionistas pero no
había trabajo para ejercer sus carreras, una maestra nos dijo que con lo que le
pagaban no le alcanza para comprar un zapato para uno de sus hijos, no un par,
ni siquiera un zapato, nos hablaron de las largas filas y el tiempo de espera
para comprar un poco de arroz y un poco de frijol, lo que era la alimentación
para sus familias.
Una
indiscreción de un empleado nos hizo saber que el presidente de Cuba tiene una
casa de descanso en la zona de Varadero, y él se encontraba ahí por lo que las
vías de comunicación terrestre,aérea y marítima estaban cerradas en el lugar.
No pudo
faltar la reflexión: ¿En un régimen socialista existe la ley del embudo? Es
triste saber que el socialismo es para el pueblo y no para la élite del poder.
Autor: Dr.
Bulmaro Landa Quezada. Tlalnepantla de Baz, Estado de México, México.
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