Réquiem por una flor.
Nació
Violeta en enero
tras nueve lunas de espera,
anunciando primaveras
como la flor del almendro.
La
madre se volvió fuente,
el padre ladrón de vientos,
crecería tan alegre
como el árbol del almendro.
Eran
sus ojos de cielo,
blanca su tez con el alba,
al atardecer rosada
como la flor del almendro.
El sol
le brindó sus bálsamos,
la luna salud de acero,
sumaría tantos años
como el árbol del almendro.
Contaba
años sin miedo,
pisando firme la tierra,
en todo era una fiesta
como la flor del almendro.
Pasó de
capullo a rosa
vestida de terciopelo,
delicada, pura y hermosa
como la flor del almendro.
Las
dalias tenían celos,
los lirios la cortejaban,
su belleza cautivaba
como la flor del almendro.
La
muerte le abrió la tumba
Con solo catorce inviernos,
hasta en esto fue prematura
como el árbol del almendro.
De luto
se tiñó el pueblo,
se deshojaron los lirios
por el peso del rocío
como la flor del almendro.
Tañen
tristes las campanas,
las dalias lanzan lamentos,
del frío son castigadas
como el árbol del almendro.
Camino
del cementerio
lloran ladrones y fuentes,
¿por qué la vida no vuelve
como la flor del almendro?
reza su eterna plegaria:
“Soy bella, mas dulce y amarga
como el fruto del almendro”.
Salamanca, 3 de febrero de 2016.
Autora: María
Jesús Sánchez Oliva. Salamanca, España