Poemas de Roberto Enjuto.
Fluir.
Deambulando, mis pasos por senderos ambiguos
se aferran a lógicas historias de deseos.
Soy testigo de luces vacías que no veo
y en los espejos rotos se proyectan submundos
de agónica
belleza. De amores vagabundos
que engañan con recuerdo de sabores antiguos.
Delimito fronteras con lo tuyo y lo mío
y con ellas escribo mil historias de viajes
en las que un falso sol ilumina paisajes
de armónica impaciencia que quiere ser eterna.
Un enjambre de yoes despliega sus linternas,
Notarios implacables de entusiasmo y hastío.
Personajes de plástico anuncian la existencia
de dramas trascendentes repletos de poesía.
La muerte coquetea con sordas melodías
que desgarran el alma de los espectadores,
víctimas del hechizo de las sangrientas flores
que adornan escenarios de oníricas ausencias.
Pausé mis pasos. Yerto, desvié la mirada,
de las nubes que pugnan por ser las nuevas formas
que traigan esperanza; que acuñen otras normas
con las que construirnos remotos universos
en los que explote el aire. En los que brille el
verso.
En los que no haya duda de que existen las hadas.
Me senté en mi cabaña y perdí mi camino.
Se diluyó el murmullo de las comedias viejas
en las que disfrazados, los demonios se quejan.
Me sentí molestado por su risa atronante
y era sólo mi voz la que oía constante,
jugando a lo dual entre humano y divino.
Mi aliento se erizaba rebelde ante la lucha
de mi ente ilusorio, dispuesto a recrearse.
El silencio sin tiempo comenzó a propagarse
y deshizo los nudos de virtud y pecado.
Me hablaste sin palabras; siempre estás a mi lado.
Negándome te hallo. Corro bajo tu ducha.
Tu vacío me habla con ternura silente.
Mi corazón, desnudo de viejos galardones,
goza sin mendigar parabienes y dones
de amantes que transitan por senderos ocultos
escondiéndose siempre. Inventándose cultos
con que pagar un cielo que quepa entre sus dientes.
Amo estar loco, Amo renunciar a mí mismo.
Fabulo con abrazos que invoquen la ternura.
Mi gloria está en morir. En perder mi armadura.
Que nuestro Amor no tenga límites ni barreras.
Que no sea tan solo Amor de primavera.
Que este Amor sea todo; firmamento y abismo.
Silencio.
Mi hálito carente de sonido,
invoca con anhelo tu presencia.
Yo sé que estás. Más, muéstrame la ciencia
que me permita oírte en mis latidos.
Quiero que tu Luz hable sin el ruido
que elocuente, perturba la experiencia.
Que en tu abrazo no importen las ausencias.
Que la ternura llene mis sentidos.
Quiero morir en ti. Quiero extinguirme,
sin temor a la nada silenciosa.
Quiero amar sólo en ti. Quiero habitarte
Con tu abrazo deseo redimirme
de versos que aspiraban a ser rosas.
Sólo en tu voz silente habla el arte.
Autor: Roberto Enjuto. Madrid, España.