Influencia del Ser Humano en el Cambio Climático.

                       

 

 Dicen los sabios, que hace 65 millones de años, una bola de fuego de 10 kilómetros de magnitud, entró en la atmósfera y fue a caer al Golfo de México, donde desencadenó un efecto mariposa y destruyó el 75 por ciento de la flora y la fauna, que es tanto como decir que destruyó o aniquiló, el 75 por ciento de la vida. Esta tragedia es la que se conoce como la de “la destrucción o extinción de los dinosaurios”. Otros se refieren a este hipotético hecho, como la extinción de los animales antidiluvianos. Y lo de hipotético no obedece a otra razón, que es una hipótesis obviamente. Porque los dinosaurios y lo que llamamos animales antidiluvianos, han existido. Y se supone, casi se sabe a ciencia cierta, que la atmósfera en ese período ya debía aproximarse a su actual estado. Ya no era de metano básicamente como había sido en un principio, porque había vida orgánica superdesarrollada y de cierta complejidad. Es más: Hay quien aventura la hipótesis de que con los dinosaurios convivió algún tipo de especie humana; pero yo personalmente pienso que esto es más ciencia ficción que otra cosa

 De modo que según una hipótesis que, por cierto, comparte mucha gente, hace 65 millones de años, año arriba año abajo, un asteroide cuyo tamaño no era inferior a 10 kilómetros, colisiona con la tierra, entra en su atmósfera, con el rozamiento de la atmósfera se incendia, cae en el Golfo de México; desencadena un efecto mariposa, entran varios volcanes en erupción, se produce una catástrofe geológica, se extingue el 75 por ciento de la vida en el planeta y se modifica profundamente el clima, como consecuencia del gran efecto invernadero.

 Hay motivos para pensar que son más de una, y muchas más de dos, las catástrofes y cataclismos habidos en este planeta. Y la tierra, Gaia, que sin duda es un ser vivo, se regenera y sigue su curso y sigue admitiéndonos.

 Seguro que los lectores han oído hablar de la edad del hielo. De esto hace más de 32.000 años. Ya existía nuestra especie tal como es hoy; pero también existía otra especie humana que convivía con la nuestra. Eran los neandertales. Ya hemos hablado en otro número muy anterior de la coexistencia y de la convivencia de las dos especies humanas. Probablemente la edad del hielo, hace 32.000 años, exterminó a los neandertales.

Pero es que recientemente, en el período comprendido entre los siglos XVI y XVII, y parte del siglo XVIII, se produce la “pequeña glaciación”; todos los historiadores que se precien conocen estos hechos. Ya estamos en nuestra era. Como aquel que dice, hace dos días.

 El clima, por razones diversas, está cambiando constantemente. Yo en un principio y hasta hace relativamente poco tiempo, sí que pensaba que estos cambios climáticos eran cíclicos; pero he llegado a la conclusión de que no; no son cíclicos.

 Creo que hay dos razones básicas, fundamentales, por las que cambia el clima. Hay una razón que está fuera de nuestro alcance y que obedece a circunstancias cósmicas. Estamos en el cosmos, formamos parte de él y estamos sometidos a sus caprichos y veleidades. La otra razón de gran peso, es la interactuación de los seres orgánicos e inorgánicos que habitamos en el planeta. A mi juicio esta razón, tiene bastante menor peso específico que la primera; pero tiene su peso en oro.

 Y no tengo más remedio que preguntarme: ¿Y cuando la humanidad no existía, se han sucedido cambios climáticos, no? ¡Evidentemente! Luego, ¿Cuál es o cual puede ser el porcentaje de influencia nuestra en estos cambios del clima? ¿Es decisiva nuestra participación? Pues yo, pobre de mí, no lo sé; pero pienso que ponemos nuestro granito de arena. ¿Y cuando nosotros no existíamos, quién ponía su granito de arena? Pues a lo mejor era el inmenso océano cósmico. La tierra es en él como una minúscula gota de agua.

 Parece que en la Antártida se generó, hace no muchos años, un tremendo agujero en la capa de ozono, gas destinado a protegernos de la enorme intensidad de los rayos cósmicos, y ahora dicen que la tal capa se está regenerando. Y es que la tierra tiene una capacidad de regeneración que posiblemente desconocemos.

 Sabemos y no del todo, que nuestras armas nucleares, bioquímicas y bacteriológicas, pueden originar daños de incalculables proporciones. Se dice que la tierra será achicharrada por el sol, que ahora es su fuente de vida. Antes, mucho antes, la humanidad se extinguirá. Eso no lo veremos nosotros ni nuestros hijos ni nuestros tataranietos. Vamos a intentar portarnos bien, cuidemos el planeta, dejemos que todo siga su curso de modo natural.

 

 Madrid, marzo del 2019

 

Autor: Hilario Alonso Sáez-Bravo. Madrid, España

hilario-conchi@hotmail.com

 

                       

 

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