Salutación.
Nunca fue
dicho con tanta certeza como en el Eclesiastés: “hay tiempo para sembrar y
tiempo para cosechar”. Esta frase señala la alternancia que se da en todo el
tiempo, pero también en el singular tiempo de cada uno de nosotros. Siento que,
en este número mi tiempo es de silencio reflexivo, de empollar ideas, de acunar
sentimientos. Es por eso que sólo quiero asomarme a ustedes, benévolos lectores
de mis aportes, estimados leídos por mí en cada uno de los aportes que he
recibido. Desde este momento de mi ritmo quedo, de mi paciente espera de que
vuelvan las energías dormidas a llevarme hacia la acción, quiero hacerles
llegar mis anhelos de paz, mis deseos de concordia, y, ¿porqué no?, mi cariño,
un cariño que nace de pertenecer a una comunidad luchadora y esperanzada.
Momento es también de reflexionar sobre el hecho de que sacar adelante una
revista como esta, cuidadosa de su permanencia en red, de su interés y de su
calidad es casi épico en un mundo que se disuelve en rapidez, que se diluye en
instantaneidad. Por ello, vaya mi agradecimiento a todos los que envían sus
publicaciones para nutrirla y, de manera especial, a quienes, como los miembros
de la dirección de esta revista y de todos quienes ponen su perseverancia y su
esfuerzo al servicio de la comunicación y de la información que acercan a
hombres y países, con su fe puesta en la concordia. Una Navidad en la que se
renueve la confianza en la existencia humana, sean cuales fueren sus creencias,
y un 2019 venturoso y bueno, con fuerza ante las adversidades y con alegría al
recibir cada sol... Sepan que no es vana su constante batalla.
Autora: Lic. Margarita Vadell. Mendoza,
Argentina.