Las palabras ausentes.
¿Dónde
están las hermosas palabras,
que
pronuncian los enamorados?
¿Dónde
está la expresión más callada,
que
transmite el amor con las manos?
Ya no
se habla con tanta dulzura,
ni
con tanto vigor enojado;
la palabra
se convierte en mueca,
expresión
o gesto desolado.
Cara
con lágrimas de alegría!
pulgar
arriba, o pulgar abajo!
emoticonos
que decir pretenden,
lo
que palabra hasta ahora ha expresado.
No
llegarán los ridículos gestos,
a
ocultar las palabras de antaño;
ni
podrán dar amor y ternura,
cual
la madre, al hijo le ha dado.
Ya
cantaba llena de alegría,
o
lloraba con dolor amargo;
cuando
el niño tranquilo dormía,
o
enfermito seguía llorando.
Esa
madre seguía diciendo,
mil
palabras de amor desbordado;
ese
niño seguía sintiendo,
el
calor de la madre a su lado.
Las
palabras llenas de cariño,
que
con tanta ternura decía,
alumbraban
la cara del niño,
que a
su madre, feliz sonreía.
Ningún
gesto puede sustituir,
las
palabras de un bello poema;
una
mueca no puede decir,
lo
que el alma muy adentro lleva.
En
las cartas de antaño se leían
mil
palabras de padres a hijos;
otras
muchas de hermanos a hermanas,
que
acercaban a seres queridos.
En
las cartas para enamorados,
las
palabras eran la presencia
cuando
unían a los seres amados,
consolando
el dolor de la ausencia.
Los
dibujos de gestos no pueden,
dar
la vida a un triste corazón;
las
palabras transmiten los ecos
de
alegría, gozo e ilusión.
Los
fríos dibujos nos hacen sentir,
sensaciones
frías y calladas;
mas las
palabras han de transmitir,
las
emociones que inundan el alma.
No se
convence, sin buenas palabras,
Que
son verdad, prudencia o desventura;
mas
los juicios, con gestos no se ganan,
sin
las palabras, la verdad es nula.
Autora: Puri Águila
González. Barcelona, España.