El fútbol es un
fenómeno alquímico para bien o para mal.
La alquimia,
pretendía y pretende transmutar, transformar los metales en oro. Y partiendo de
este hipotético principio, la alquimia intentará llegar a obtener la piedra filosofal,
que es el principio del principio.
Ahora la
alquimia es un símbolo de la transformación espiritual, psicológica,
intelectual, etc., etc. Decimos que se ha sucedido un proceso alquímico.
Y es
extraordinariamente curioso, lo que sucede al ser humano cuando participa en
grandes eventos, grandes concentraciones o manifestaciones deportivas,
políticas, religiosas y, en general, acontecimientos en los que concurren
grandes masas humanas. ¿Y qué es lo que sucede? Pues sucede que la gente se
transmuta totalmente, y se libera un gran voltaje energético. En ese momento,
la persona cambia su chip, y todo es distinto. El entusiasmo, el
enardecimiento, el sentimiento y todo aquello que provoque el evento de que se
trate, cambia, en ese momento, la actitud personal y los esquemas mentales del
o de la concurrente al acto.
Quiero
comentar aquí, brevemente, el gran evento futbolístico que tuvo lugar el
domingo, día nueve de diciembre del pasado año 2018.
Por razones
que no voy a explicar ahora porque son sobradamente conocidas por la mayoría de
los lectores, se jugó en Madrid, el partido de la final de la copa libertadores
entre dos clubes argentinos. Y no deja de ser curioso para mí, que la final de
la copa libertadores de América del Sur, venga a jugarse a la capital de la que
fue metrópoli. Del país colonizador. De la ex madre patria. Es sorprendente
¿Verdad? El fútbol, deporte de masas, fábrica de negocios y de ruina, levanta
pasiones y las pasiones pueden engendrar y, de hecho, engendran violencia. Y, como
la final de esta competición se realiza a doble partido, antes de jugarse el
partido de vuelta o segundo partido, se produjeron hechos bastante violentos y,
por tal motivo, se acordó la suspensión del encuentro.
Las
autoridades futbolísticas sudamericanas, de acuerdo con ambos clubes, con
Una gran
cantidad de personas de la colonia argentina residentes en España, numerosos
miembros de la colonia argentina residente en Europa y unas 6000 personas,
aproximadamente, venidas de
Y es de
justicia decir, que tuvo lugar una gran fiesta deportiva, donde por cierto,
convivieron las dos aficiones en los buses, en los bares, en los restaurantes
y, obviamente, en las calles. Incluso me cuentan que en la fiesta del equipo
ganador, había gente del rival.
A mí,
personalmente, me gustaría señalar, cómo la gente adopta comportamientos,
dependiendo del escenario, del ambiente y del ámbito en el que se mueve. Es
claro, que fue necesaria la adopción de ciertas medidas de seguridad para
garantizar que el personal se moviera cómodamente, con libertad y que lo pasara
bien. Ello, se consiguió con suficiencia.
Pienso que es
una satisfacción para los habitantes de mi pueblo, el que los amigos argentinos
se sintiesen cómodos y que no tengan, en consecuencia, mal recuerdo de
nosotros. En la cancha, que dicen ellos, no hubo incidentes de relieve a pesar
de la expulsión de un jugador de Boca.
Quiero decir
algo que considero curioso para los lectores argentinos: Acá, los madridistas
iban con Ríver y los barcelonistas con Boca.
Quiero
concluir preguntando a los lectores: ¿Ha habido aquí proceso alquímico? Yo
afirmo que sí. Y sigo preguntando: ¿Se ha encontrado la piedra filosofal? ¿Dónde
está? Por supuesto que se ha encontrado la piedra filosofal. Está en la calma,
en la paz, en la asimilación o encaje de la derrota por parte de los seguidores
de Boca, por parte de la organización y, sobre todo, porque todo el mundo tenía
ganas de fiesta en paz. Fue una gran jornada.
El partido,
fue difundido íntegramente por los medios de comunicación españoles, y el
estadio se llenó.
Parece que de
madrugada hubo algún incidente irrelevante, como consecuencia de haber ingerido
más alcohol de la cuenta, pero no pasó nada. Antes del partido, un aficionado
argentino sufrió un infarto y fue internado en un centro hospitalario, en
estado crítico. Estas cosas pasan y son inevitables.
Esperemos que
la próxima competición tenga tintes distintos.
Madrid,
diciembre del 2018
Autor: Hilario
Alonso Sáez-Bravo. Madrid, España