Carta a los lectores.

 

 Estimados lectores de la revista Esperanza:

 Quiero, antes que nada, agradecer el que, en este momento, estén empleando su tiempo para visitar esta revista, desde sus casas, sus trabajos, o de donde se encuentren. Quiero expresar también mi agradecimiento a todos y cada uno de los colaboradores que, desinteresadamente, nos brindan sus artículos, relatos, poemas, etc., para disfrute de quienes nos leen.

 Y, por supuesto, agradezco al Dr. Bulmaro Landa, por mantener vivo este espacio, que fundamentalmente, sirve de canal de expresión a tantas personas ciegas, que de otro modo, sería muy difícil que pudieran llegar a la masividad que implica estar en una página en la red de redes, Internet.

 Por supuesto que, este esfuerzo es compartido, y, desde mi lugar, hoy quiero contarles el inmenso placer que siento al tener que corregir muchísimos artículos, para armar cada número que llega hasta ustedes. Porque me encanta la literatura, soy una voraz lectora, pero, además, porque nunca habría soñado que, anclada en los conocimientos que pude adquirir gracias al braille, llegaría, primero a ser docente, luego a conectarme a Internet, y, ahora, a ser coordinadora de una revista virtual.

 Porque los comienzos nunca son sencillos, porque más de una vez tuve que conformarme con las lecturas que otros hacían en voz alta, con más o menos pericia, es que ahora puedo disfrutar de este asistente que mágicamente, lee, con su voz robotizada, cada palabra que voy escribiendo.

 Gracias al braille puedo ilbanar lo que quiero decirles, porque, en mi mente, a pesar de conocer la forma de las letras en tinta, esas letras, no son sino combinaciones de puntos, que aprendí desde mi más tierna infancia.

 Digo esto, sobre todo, porque si bien esta tecnología que hoy lo invade todo, permite a las personas ciegas tener acceso a bibliotecas completas, también estamos cayendo, muchas veces, en la idea errónea de que, basta escuchar, para aprender, o decir que estamos leyendo. Y, lamentablemente, no es tan sencillo aprender, porque, en etapas tempranas, el niño necesita de lo tangible, para conocer el mundo. Esto implica que, las palabras escritas, deben estar en algún lugar, la hoja de papel, sea en tinta o en braille, para que cada niño pueda aprehenderlas.

 Debido a que hoy, en muchas instituciones se abusa de la tecnología, pienso que hay una base defectuosa en muchos niños, adolescentes, adultos ciegos. Y, si bien puede decirse que soy muy exigente, y es cierto, lo soy porque lo fueron conmigo. Por tanto, agradezco, de paso, también a mis padres y docentes, por su exigencia…

 Y, para no extenderme aún más, vuelvo a la revista, al presente: quisiera terminar diciéndoles, amigos lectores, que la revista no tiene sentido sin ustedes, que es para que la disfruten, la difundan, la compartan, y, por favor, nos hagan llegar sus impresiones.

 A mis compañeros, ciegos o no, que colaboran, saben que tienen en mí a una aliada, una amiga que puede comprender que todos tenemos malos días, lo que nunca voy a aceptar es que, se refugien en su discapacidad para justificar un trabajo mal hecho, ni una descalificación hacia otro u otros…

 Espero que sigamos juntos por mucho tiempo, construyendo una sociedad que nos incluya, y, además aprenda, y aprendamos nosotros mismos, a valorarnos.

 

 Prof. Laura S. de Ferro.

 

Autora: Laura Soto de Ferro. Santa Fe, Argentina.

Profesora especializada en Ciegos y disminuidos Visuales.

laurayroberto2005@funescoop.com.ar

 

 

 

Regresar.