Vivir sin Ena.

 

Ena, fuiste la mejor madre, me diste todo a cambio de nada, todos los días son para mi día de la madre. Por que sigues viva con la luz que desprendes allí donde estés. Tu ejemplo alimenta mi vida de valores como la amistad, el esfuerzo para conseguir las metas, el sufrimiento cuando hay piedras en el camino y saborear las alegrías más bien efímeras como la vida misma que son destellos de luz y eternos tiempos de tinieblas.

Porque somos el resultado de nuestro crecimiento y desarrollo y éstos dependen de nuestros duelos. Estas experiencias son necesarias para determinar nuestra manera de ser en el mundo. Nadie puede evolucionar sin dolor, no se puede crecer si no se ha experimentado antes en sí mismo gran parte de las emociones y sensaciones.

 ¿Eso qué quiere decir?

 Qué hace falta sufrir para poder crecer, estamos diciendo que hace falta conectarse con el vacío interno para poder sentirse adulto, Tengo que haber pensado en la muerte para seguir mi camino Digo yo que sí. Creo sinceramente que hace falta cada una de estas vivencias para llegar a la autorrealización, las experiencias son imprescindibles, los duelos son parte de nuestro crecimiento, es una gran verdad.

 Ena, tú siempre estás ahí aunque ya no estés para darme un beso por la mañana o unas buenas noches o un consejo, pero vives en mi corazón, por que tú eres eterna y tu luz no se apagará nunca jamás para mí, te quiero Ena.

A través de nuestro trayecto, somos nosotros quienes podemos, a, permitirles a los que cargan una pena, brindarles el hombro para apoyarse. Aprendamos a respetar el dolor, significa valorar a los demás. Extendamos este respeto amando al que sufre, aprendiendo a no juzgar, a ser empáticos, a ponernos en el lugar del que padece, aunque nos parezca difícil e injusto, la muerte es un ciclo inevitable que a todos nos afectará. Contribuyamos a una sociedad más sensible, respetuosa y humana. El no tomar conciencia de nuestra propia vulnerabilidad nos dificultará enfrentarnos al sufrimiento. Estas reflexiones para algunos no sean más que palabras sin contenido. Sin embargo, estoy segura que habrá otras personas que las valoren y, entre líneas, puedan encontrar el valor y la paz para enfrentar su propio dolor, tal como lo hice yo frente a la muerte de mi madre Reina.

Ena, no puedo hablar de ti, sin que aparezca un nudo en mi garganta y una amplia sonrisa, mezcla de orgullo, amor y admiración. Gracias por enseñarme, educarme y mostrarme tu cariño cada día. Por ponernos a todos por delante de tus necesidades. Por tus bromas y sorpresas, por tu comprensión y también por tu exigencia. Días llenos de abrazos y ternura a partes iguales. Aún siento tú olor, sin estar aquí, te siento, te añoro fuiste importante en mi vida; lo eres y lo serás, Te echo tanto de menos. Cada día estás en mi corazón, ocupas un lugar especial, siempre serás mi reina.

 Recuerdo tu manera de andar, tus ojos llenos de vida, que poco a poco se apagaron. Te amo MADRE mía.

 

Autora: Elodia Magdalena Muñoz Muñoz. Panamá, Panamá.

Comunicadora social.

Relacionista Pública.

elodia1141@gmail.com

 

 

 

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