Dando palos de ciego o caminando con
mi bastón: un acercamiento al problema del rechazo que sienten los alumnos con
discapacidad visual de educación básica hacia el bastón.
En México, como en otros países de América,
la percepción que la mayoría de las personas con visión normal tienen de una
persona ciega que camina por las calles con su bastón blanco, no es del todo
favorable.
Y si bien existen herramientas
alternativas para el desplazamiento independiente, como lo es el perro guía, la
mayoría de los mexicanos con discapacidad visual no cuenta con los recursos
económicos necesarios para adquirir uno, cubrir los gastos de alimentación y
servicios veterinarios, así como la paciencia, la información y los medios para
hacer frente a los problemas con el transporte o para acceder libremente a
cualquier lugar, no obstante la legislación actual y acciones que han
emprendido algunos grupos a favor del perro guía. Incluso existe la posibilidad
de que la persona con discapacidad visual sienta temor ante un perro, no les
sea grata su compañía o sea alérgica a estos animales.
En estas circunstancias, conviene
revisar algunas de las ventajas del bastón, que hacen de esta herramienta una
excelente opción para el alumnado con discapacidad visual de educación básica,
como son el hecho de que no requieren ser mayores de edad para adquirir uno,
trasladarse a otro país para aprender a utilizarlo, no implica gastos de
alimentación o servicios veterinarios. Además, existe un amplio abanico de
costos (según el tipo de material y diseño), ofrece amplia portabilidad y
reduce los problemas relacionados con la accesibilidad en el transporte y en
lugares públicos y privados.
Pero si esta herramienta ostenta tan
atractivas ventajas, ¿por qué los alumnos con discapacidad visual de educación
básica se niegan a utilizar el bastón? ¿Habrá alguna relación con la frase
popular “Dar palos de ciego”?
En un intento por tratar de
establecer un primer acercamiento a esta problemática, pongo a consideración de
los lectores que una de las posibles causas sean los prejuicios heredados
socialmente. En otras palabras, que las personas con visión normal han
aprendido generacionalmente a sentir lástima por una persona con discapacidad
visual que camina por las calles con su bastón, en razón de creencias muy
antiguas de que se trata de una persona enferma, abandonada, que vive en la
oscuridad, que camina sin saber a donde va, que se ha perdido, y, por si esto
fuese poco, el palo con el que va golpeando todo lo que encuentra a su paso, en
lugar de servirle, le estorba.
Un “prejuicio”, según el Diccionario
de
Con relación a los prejuicios en
torno a las personas con discapacidad visual, hay que subrayar que, en su gran
mayoría, han dado origen a frases o dichos populares con una connotación que en
nada las favorece, y han impactado negativamente en la construcción de la
autoimagen y autoestima de los alumnos con esta discapacidad que cursan
educación básica en escuelas inclusivas. Ejemplo de ello son las siguientes
frases:
“Ojos que no ven, corazón que no siente.”
· “En el reino de los ciegos en tuerto es el rey.”
· “Dar palos de ciego.”
Sobre esta última frase,
Covarrubias, en su Tesoro de
Por su parte, Iribarren (1996)
comenta que Esto de los palos de ciego siempre ha desatado risas entre la gente.
Desde épocas muy antiguas, vendarle los ojos a alguien y hacer que intente
golpear algo a ciegas, ha sido muy divertido. Un ejemplo de ello es el de
romper la piñata, olla colgada del techo que podía contener agua, pájaros o
dulces.
Con base en estos argumentos, la
frase “dar palos de ciego”, evoca la imagen de una persona ciega caminando por
las calles con su bastón, bajo el supuesto de que lo hace sin saber hacerlo,
titubeando, dudando, desorientado, sin dirección, con pocas probabilidades de
llegar a su destino.
A esta problemática se suma el hecho
de que existe un profundo desconocimiento y desvalorización del papel del
bastón en el desplazamiento independiente de las personas con discapacidad
visual, así como de las técnicas para utilizarlo correctamente.
Ello explica comentarios tales como:
“Mejor guarda tu bastón porque vas a tirar a alguien, o pegarle a algo.”, “Aquí
no necesitas tu bastón, porque no hay peligro”, O bien, “Guarda tu bastón y
sujétate de mí, para que vayamos más rápido.”.
Estos comentarios dejan un
sentimiento de torpeza en el alumno con discapacidad visual; además de hacerle
pensar que la decisión de cuando, como y donde usar el bastón no es suya, sino
de la persona con visión normal; y, por si fuera poco, concluye, erróneamente,
que si no trae consigo un bastón, su discapacidad visual pasará desapercibida,
pensarán que es tan normal como ellos, y así lo tratarán. Sublime ilusión.
Caminar por las calles con ayuda de
un bastón no es el único modo con el que las personas con visión normal pueden
percatarse de que se trata de una persona con un problema relacionado con su
visión. Aspectos tales como la apariencia física de los ojos (tamaño, color, la
ausencia de uno o ambos ojos), estereotipias (posturas, movimientos, etc.), el modo
de caminar, falta o dificultad para establecer contacto visual, entre otros,
denotan ausencia o deficiencia de la visión.
Ahora bien, y retomando el tema de
los prejuicios, hay que señalar que sí existe una enorme diferencia entre dar
palos de ciego, o salir a caminar con ayuda de un bastón. La primera, podrá
tomarse a la ligera, incluso con humor, si se desea. Pero la segunda habrá que
tomarla con seriedad, responsabilidad y compromiso por todos aquellos
involucrados en mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad
visual.
No se pone un bastón en las manos de
los alumnos ciegos o con baja visión y al instante, como por instinto, saben
utilizarlo y orientarse correctamente.
Se trata de un asunto que implica la
participación de los padres, de los instructores de orientación y movilidad de
asociaciones e instituciones para la atención de personas con discapacidad
visual, de los maestros de las escuelas inclusivas, y de los propios alumnos
ciegos o con baja visión.
En un próximo artículo abordaré con
mayor profundidad este tema, sugiriendo algunas estrategias para hacer frente a
esta problemática.
Concluyo este trabajo de
acercamiento al problema del rechazo que los alumnos con discapacidad visual de
educación básica sienten hacia el bastón, con la siguiente pregunta: ¿qué
impacto tendría en estos alumnos, y en la sociedad en general, una campaña
publicitaria con el siguiente slogan?: “Dar palos de ciego no, dar un bastón a
las personas con discapacidad visual y enseñarles a usarlo, sí.”
Autora: Dra. Diana Rodríguez. Ciudad de
México, México.