Perú: país hermano.
Como
vacaciones de semana santa, decidimos en familia ir a Perú para conocer las
ruinas de Machu Pichu, tomamos un vuelo que hace escala en Callao, ahí,
pernoctamos en el aeropuerto, porque el vuelo que nos llevaría a nuestro
destino final sale varias horas después.
Cusco es
una ciudad pequeña de unos 300,000 habitantes, de tipo colonial, con forma de
Jaguar, atravesada por dos ríos, ahora entubados, con calles empedradas, el
centro es la Plaza
de armas, en donde por supuesto se encuentran los edificios históricos mas
interesantes y las iglesias más bellas como la catedral, en donde se encuentra
el cristo de los temblores, que es un cristo negro y cuenta la leyenda que en
los años cincuentas hubo un temblor muy fuerte y muy prolongado, como no dejaba
de temblar, los creyentes lo sacaron a la plaza principal e instantáneamente
dejó de temblar; desde entonces lo llaman el Señor de los temblores, el lunes
de semana santa observamos como lo sacaron en procesión y la gente le arrojaba
pétalos de rosa, cuentan que quien recoge un pétalo y le hace una petición al
cristo se le concede, hablé con una señora que dice haber sido curada de un mal
que se había prolongado por muchos meses; la iglesia de San Francisco es otra
joya arquitectónica, en su exterior se pueden apreciar vestigios de muros
hechos por los Incas, ya que los españoles demolieron los centros de reunión y
religiosos para construir las iglesias sobre ellos, lo mismo que en México, los
muros hechos por los Incas son bellísimos , las piedras para hacerlos fueron
traídas desde las montañas que rodean la ciudad a muchos kilómetros de
distancia, fueron cortadas de diferentes formas y ensambladas a la perfección
de modo que entre una y otra no cabe ni un cabello, y fueron unidas por un
preparado hecho a base de una pasta de aloe Vera y unidas en forma horizontal
con un sistema de unión “macho hembra, una de ellas tiene una oquedad y la otra
una saliente que embona perfectamente en la oquedad, sabiendo los Incas que es
una zona sísmica idearon ésa técnica para resistir los temblores, cabe señalar
que mientras los muros hechos por los conquistadores han sufrido cuarteaduras,
los hechos por los Incas permanecen intactos, el interior de la iglesia alberga
murales hermosos con temas religiosos diversos,: la vida de San Francisco de
Asís, alusivas a la Virgen
del rosario, a diversos religiosos y a benefactores del templo que aportaron
fuertes sumas para su construcción, etc., hay un órgano majestuoso , que aunque
ya no funciona es una bella pieza., en el sótano hay catacumbas que guardan los
restos de personajes importantes de la colonia, la biblioteca guarda libros
bien conservados de la época de la colonia, años 1 500 a 1600, desde el
campanario se observa una vista fabulosa de la Ciudad de Cusco.
En una
salida de la Ciudad
se encuentran dos monumentos, uno es la efigie de José de San Martín y la otra
la de Simón Bolívar, una frente a la otra, los dos héroes de la independencia
de Perú, el saberlo me reforzó el sentimiento de hermandad de todos los países
de América Latina, trajo a mi mente al Ché Guevara, y a tantos intentos
históricos y actuales para mantener ésa unión y hermandad.
El tercer
día fuimos a visitar Las ruinas de Machu Pichu, para ir allá, se toma un
autobús a la estación del ferrocarril, el recorrido en tren es indescriptible,
ya que son trenes que usan diesel, y los paisajes son bellísimos por la
hermosura de los Andes.
Ya
estábamos ahí, en Machu Pichu, testigo de la grandeza del Imperio inca; nos
habían dicho, incluso mi hija que no íbamos a poder subir, por nuestra edad y
por mi incapacidad, incluso ella pagó el boleto sólo para estar en el
basamento, mi esposa y yo nos dirigimos hacia las escaleras de ascenso, un guardia
nos recibió y nos preguntó ¿Adonde van? Le dijimos vamos a subir, asombrado nos
dijo, creen que podrán hacerlo, le dijimos que si, nos dio un pequeño mapa y
nos dejó entrar, ni siquiera pidió los boletos, solo nos dijo ¡Con mucho
cuidado!
Mi hija se
separó de nosotros porque ella subiría la última porción en donde ya no hay
escaleras, como habíamos acordado mi esposa y yo subimos lentamente cada
peldaño con la descripción de ella y la información que mi bastón me
proporcionó pudimos hacerlo, yo escuchaba como la gente jadeaba, y una señora
tuvo que bajar como a la mitad del camino porque se sentía muy mal, respiraba
con mucha dificultad, llegamos al mirador que ofrece vistas maravillosas,
llegamos antes que mi hija, ella al vernos nos dijo Que hacen aquí?, ¿Cómo
llegaron? Nosotros disfrutamos de la altura y yo de la descripción de las
vistas maravillosas y mi hija subió la montaña que no tiene ya escalones y es
un reto mas grande, nosotros iniciamos el descenso que aunque a mi me resultó
más difícil lo hicimos sin contratiempos.
Mi
reflexión fue sobre la grandeza, el tesón y la perseverancia de los Incas para
construir ésa maravilla, transportar las piedras varios kilómetros
cuesta arriba, cortar las piedras,
ensamblarlas, darle a la construcción la orientación que deseaban con respecto
a los puntos cardinales y que les permitiera observar la Vía Láctea.
El cuarto
día fue para mi una experiencia sobrecogedora, un autobús nos llevó a una
montaña, hizo una parada a los 3,700 metros de altura para experimentarla
ceremonia de la coca, ahí hay una granja de llamas y alpacas y algunas chozas,
en una porción plana los turistas formamos un círculo alrededor de un señor de
81 años de edad, supuestamente Inca puro, sin mezcla racial, que presidió la
ceremonia de la coca, nos pidió que extendiéramos las manos al frente, nos puso
dos pequeñas partes de hojas de coca, nos pidió que las frotáramos en la palma
de la mano y él roció nuestras manos con un líquido perfumado hecho con una
yerba de ahí, nos golpeó en cuerpo con una rama de ruda, para sacar las malas
vibraciones y nos pidió pedir a la Pacha
Mama, (madre tierra) que nos de paz, armonía y lo que
requerimos para vivir, en verdad experimenté un sentimiento sobrecogedor y paz
interior, en el frío de la montaña, escuchando el viento y escuchando
relámpagos y truenos que presagiaban la lluvia.
Al día
siguiente mi hija fue a la
Montaña de 7 colores y nosotros relajadamente recorrimos
Cusco conociendo lugares, iglesias y hablando con la gente que es linda,
sencilla, abierta y muy servicial.
El viernes
santo regresamos a Callao, como sabíamos
que
teníamos que pernoctar en el aeropuerto nuevamente, decidimos tomar un Taxi a
Lima, la capital y conocer como es de noche, conocimos por fuera la casa de San
Martín de Porres, en la acera de enfrente la casa de Santa Rosa de Lima, cuando
llegamos a la Plaza
de armas Me sorprendió ver como la gente allá celebra el viernes santo, con una
verbena, caminando por la calle riendo, los niños jugando en la calle ,
tomándose fotos y todos con algarabía, contrastando con la solemnidad que se
vive en México ésa noche.
Regresamos
al aeropuerto, la noche fue mas corta y con nostalgia dejamos Perú, país
hermano.
Autor:
Dr. Bulmaro Landa Quezada. Tlalnepantla, Estado de México, México.
editor@revistaesperanza.com
Regresar.