Soy persona mayor de 18 años, llegando a las 4 décadas, recibida
como técnica En administración de empresas, auxiliar quinésica, técnica
Universitaria en minoridad y familia. Y finalizando la licenciatura en trabajo
social.
Docente auxiliar de cátedra en
Contamos con amigos,
familia, conocidos y como siempre, personas que es mejor olvidar o dejar
partir….
La vida nos enfrenta a miles de circunstancias complejas a las que
hacemos frente en todas las adversidades. Nos arreglamos solos, no dependemos
de nadie.
Nuestras familias, amigos y otras personas cercanas a nuestro
núcleo familiar se pasan comentando lo “maravillosos”, “capaces”, “aptos”,
“increíbles” y múltiples elogios que hacen referencia a nuestra forma de vivir,
de actuar, por lo operativos, resolutivos que somos, aún con las discapacidades
visuales de ambos.
Quien nos conoce sabe a lo que hago referencia y, de seguro, puede
confirmar lo que expongo…. y podrán dar muchos más detalles sobre nuestras
personas, acciones e independencia.
Pero bien dijo Einstein: “Es más fácil romper un átomo que un
prejuicio”.
¿Por qué digo lo que digo?...
Pues bien, son múltiples las circunstancias contextuales que
ratifican lo dicho. Para que el lector comprenda más, y no se quede tal vez sin
poder reflexionar sobre su propia actitud, les contaré algunas anécdotas, no
menos dolorosas y que ¡hieren el alma!
Reconocemos todos tus logros y lo maravilloso que se mueven, lo
increíble de cómo tienen su casita, pero -no, no, mirá, el departamento de la
costa no, no te lo puedo alquilar-. -“Mirá si se te incendia"-. -“O si te
roban”-. -“Es por escaleras”-.
Pero, pucha, no recordás cuando cenaste en nuestra casa y nosotros
preparamos la comida, si me viste prender la cocina, calentar el agua, cebar
mate, cocinar, preparar postre, lavar platos, cacharros... -¿Acaso te
olvidaste?-.
¿Escaleras?..., -pero si tengo discapacidad visual, no motriz-,
mis piernas responden. Recordás cuantas veces me elogiaste por andar con
sandalias de taco alto, subir y bajar escaleras, llegar al destino que fuese de
forma independiente y sin tu ayuda... ¿Es que ya te olvidaste?
¿Si me roban?..., vos me contaste cuantas veces te afanaron en la
calle, entraron a tu casa y yo, gracias a mis cuidados, en lo que va de mi vida
no tengo esa experiencia. Sí, sí, sí, claro, no, no estoy libre, pero me parece
que tengo menos posibilidades que vos, ¿no?...
¿Que se incendie la casa?..., bueno, esos son accidentes, pero la
verdad creo que los accidentes son inevitables y me atrevo a contarte que
conozco personas que no poseen discapacidad y que a ellos sí se les incendió la
casa, por descuido o lo que fuese; de todas maneras no deja de ser un
accidente. Pese a ello, no me ha sucedido.
He cuidado niños y cambiado pañales, he jugado con ellos y les he
preparado su vianda, almuerzo, los he acompañado en sus aprendizajes,
implementé diversas estrategias de aprendizajes de tablas de multiplicar y
dividir, juegos, enseñé a escribir y a leer..., pero, son los señores Capaces,
videntes, los que abandonan, descuidan o maltratan a esas pequeñitas personas
que tanto amor tienen para dar. Y no, no somos nosotros, un matrimonio ciego,
que por no haber logrado concebir biológicamente, -ni a través de tratamientos
de reproducción asistida-, los que no somos capaces de poder adoptar o ser
voluntarios en un hogar de niños. Los mismos espacios, colmados de
profesionales que solicitan personas que ayuden y que tengan mucho amor para
dar, son los mismos que te niegan la posibilidad.
¡Pucha che!, por qué no aclaran, digo, para que no generemos
falsas expectativas, que el amor de las personas con discapacidad visual, como
la nuestra, no puede intervenir. Me interpelo: ¿Será que no saben que podemos
amar igual?
¿Acaso, nuestro amor, caricias, escucha, atención vale menos que
la de los convencionales?
Pero, ¿es que somos tan hipócritas, e ineficaces que no podemos
superar barreras y prejuicios?
Desmenucemos, analicemos, reflexionemos.
Prejuicios- pre {previo, antelación} juicio {consideración de
valor sobre algo o alguien}
Prejuicio: previo valor que con antelación se ubica ante la
realidad que no puedo interpretar por fuera de esta propia concepción.
Por regla general, el prejuicio, obstruye y limita las
posibilidades, oportunidades de crecer, aprender y ser junto a otro.
Si, si, esa “otredad tan diferente y a la vez tan igual a cada uno
de nosotros”.
Se considera que no somos “aptos” para criar a un niño o niña
porque la “mirada es constituyente de la subjetividad humana”. Digo, y qué hay
de aquellos padres biológicos que aún con visión, no logran “ver, ni reconocer“
a sus hijos y necesidades de estos.
Ellos también son "ciegos”, aunque del alma, pero para esta
sociedad y los profesionales actuales, ¡ellos si son capaces, aún cuando sean
los desamorados, o los que llevan a los niños a situaciones de riesgo,
vulnerando todos sus derechos y dignidad!
Pero, mi amor y cuidados, por ser persona ciega, son de menor
valía, porque parece que solo la mirada nos constituye en humanos. ¡Caramba!.
¡Qué ciega está esta sociedad actual que no puede ver más allá!
¡Qué paradoja es la vida, cuanto del mirar sin ver nos rodea!
Cuanto de tristeza hay, cuánto de furia me invade...
Pero seguiré adelante, como el junco que se dobla pero no se
rompe,
Vestiré mis mejores atuendos, simples, sencillos y limpios...
Sin joyas, ni brillantes que lucir...
En mi humildad soy rica, y aunque así sea, ¡seguiré brillando en
la oscuridad!
¡A esta mujer, la hiciste tú!
Tú fuiste mi maestro en el arte de amar, fuiste mi maestro para
superarme cada día más; cada obstáculo un desafío a superar...
Pero vos...
¡Cuándo dejarás ese prejuicio que te envuelve en las brumas de la
ignorancia creyendo que el otro ”no es capaz!”
Te invito, te ruego, te motivo a que sólo lo intentes...
Cambia un cuerito de una canilla sin mirar.
Camina en tacos altos sin ver por dónde vas.
Maquíllate sin mirarte al espejo.
Cocina sin mirar, pica cebolla, zanahoria, morrón sin condimentar
con tu sangre la verdura.
Encendé la cocina sin husmear.
Cebate un mate sin chorrear. Limpia tu casa, barre, trapea,
desinfecta.
Enchufa a cargar tu celular sin mirar.
Simples, simples actos de la cotidianeidad… Pero sin trampa.
¡No mires, no abras los ojos y veremos quién es más capaz!