Poemas del corazón.

 

SONETO

 

 

No me decido a acogerte, Niño mío,

En este mundo que niega tus dictados;

Ahora que sufre, ignorante, ya asentado

En los misérrimos yermos del hastío.

 

No sé qué aguardo, qué anhelo, en qué confío.

Qué le retiene al vigor que Tú me has dado.

Hoy que, sin tasa, el mundo erige estrados

A la soflama y al torpe desvarío.

 

Siento el tumulto exterior, tan apremiante,

Cómo de mi alma se adueña, triste esquiva,

Y tu llegada sin ruido a cada hogar.

 

¿Por qué, Jesús, me otorgaste libertad

de decidir en mi casa no hospedarte?

Quítamela. Pues te he visto, yo en Ti viva.

 

 

 

LAS OBRAS DEL CREADOR

 

 

Cuando vuelvas de ver el campo,

Cuéntame todo lo que has visto allí.

Para que admirar pueda yo

Las grandezas del Creador.

 

En el campo alienta la vida,

Trina el jilguero, se abre la flor.

Busca el hombre su identidad.

Pan y Vino de Eternidad.

 

Cuando vuelvas de la montaña,

Cuéntame todo lo que has visto allí,

Para que también vea yo

Las grandezas del Creador.

 

Por el monte, el viento y las nubes

Lanzan clamores en libertad.

Reina el águila cerca del sol.

Siente el hombre próximo a Dios.

 

Cuando vengas de ver el río,

Cuéntame todo lo que has visto allí,

Para que también sepa yo

Ver la Obra del Creador.

 

Es la arteria que vivifica

Huertos y prados. Que alivia su sed.

Cruza el yermo y el arrozal.

Cual el hombre en su caminar.

 

Cuando vuelvas de ver los mares,

Cuéntame todo lo que has visto allí,

Para que admirar pueda yo

La grandeza del Creador.

 

Es la mar el profundo sollozo

Por una estrella que se perdió.

El latir de lo universal.

Sinfonía de Eternidad.

 

 

 

DE LOS DÍAS QUE ME QUEDAN

 

 

De los días que me quedan

Tan sólo suplico dos.

Uno para hablar contigo;

Otro para oír tu voz.

 

Si el rumor de la mañana

Se acomoda en mi portal.

Si el bullicio de la tarde

Acaso me haga llorar.

 

Angustiado me despierto,

Acuciado por la sed,

Y me empujan por la espalda

Sin lograrlo comprender.

 

Cada día necesito

La caricia de tu voz.

Escucharte en el silencio

Hospedarte en mi interior.

 

Tanto jolgorio y el ruido

Que no logro reposar.

Tanta frase repetida

Que ya nada me dirá.

 

Tan sutiles energías

Que trastornan mi sentir….

Te buscara con anhelo

¡Si te contemplara aquí!

 

Yo quisiera devolverte

Un instante de tu amor.

Descubrirte mis tristezas

Que afligen mi corazón.

 

Entre el fango y en la nube

Me acompaña este pesar.

Cuando tú así lo decidas…

¡Un día, un día más!

 

De los días que me quedan

Sólo te suplico dos:

Uno para hablar contigo;

Otro para oír tu voz.

 

 

 

SONETO

 

 

Que dé cuanto poseo, Tú me pides,

En todo caso, y toda circunstancia.

Que dé ya en la pobreza o la abundancia,

Pues generosidad y amor Tú mides.

 

Avaro de mis cosas y mis lides,

Pretextos hallo al ruego de tu instancia;

Mas a mi desazón, Gloriosa Estancia

Me ofreces, en las cepas de Tus Vides.

 

Mi ajena voluntad ni aún reparte,

Ni sabe compartir cuanto no es suyo;

Y al eco indiferente se acomoda.

 

Si lo tangible osara demorarte,

Reclama mi energía. Y, si aún rehúyo,

Mi vida en tu servicio entregue toda.

 

 

 

VILLANCICO DE REYES MAGOS

 

 

Queridos Reyes Magos:

Éste es mi anhelo;

Que el mundo donde habito

Mire hacia El Cielo.

 

Que el dolor y la pena

Y la tristeza

Hallen el fragante bálsamo

En la belleza.

 

Que el jarro quebradizo

De la esperanza

No lo rompan la duda

Ni la asechanza.

 

Que los senderos sean

Francos y abiertos,

Para los fatigados

Y los despiertos.

 

Que el tedio y la apatía

dejen su sitio

A la ayuda sincera

Y al compromiso.

 

Pues a todos alumbra

El sol naciente,

Brille en pobres y ricos

La Luz de Oriente.

 

Que fardos atestados

De la injusticia

No se aligeren sólo

Con las caricias.

 

Quiere el hombre, avisan  los Magos.

Desligarse de su labor.

La tierra es nuestro hogar.

Traemos la ilusión,

Uno a uno a cada portal.

 

Queridos Reyes Magos:

Yo bien quisiera

Que las flores del campo

De todos fueran.

 

Que el plato de cascajo

O la abundancia

Alivien el trayecto

De la distancia.

 

Que los juguetes nuevos,

La fantasía,

Logren templar las cuerdas

De la armonía.

 

Que la alegre sonrisa

Y los laureles

Los disfrute quien sufre,

Quien nada tiene.

 

Azahar y el olivo,

Jazmín, incienso,

Perfumen la memoria

De nuestro tiempo.

 

Que las meditaciones

Y los poemas

Aporten soluciones

A los problemas.

 

Cuando vengan a tu balcón,

Abre tu espíritu de par en par.

Comparte la ilusión

Por toda la ciudad.

Como un solo y gran corazón.

 

Autor: Antonio Martín Figueroa. Zaragoza, España.

samarobriva52@gmail.com

 

 

 

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