Ni tarifas planas, ni líneas 901 y 902.
Todas las
operadoras de telefonía nos ofrecen tarifas planas para captar o mantener
clientes y todos tan contentos. Gracias a su “generosidad” podemos llamar de
balde al primo de Burgos que no llamábamos ni para felicitarle las pascuas por
Navidad, darle la vara a cualquiera de nuestros contactos si estamos aburridos,
charlar con la amiga que vamos a ver en cinco minutos y hasta cruzar un
semáforo contándole el último chiste del político de tumo al camarero del bar
donde tomamos café cada mañana. Total, como llamar es gratis... Porque, en
efecto, estas llamadas son gratuitas, no cuestan. Pero ¿cómo es posible que con
tanto “regalo” ninguna se arruine? Porque, curiosamente, ahora, mientras que no
pocas empresas se van al garete, las operadoras de telefonía, en lugar de
arruinarse, prosperan.
Tiene su
explicación. A parte de los números de teléfono tradicionales existen otros que
conocemos como números de tarificación especial. A grandes rasgos son los
siguientes: 900, que son gratuitos; 901, que paga la mitad el que llama y la
otra mitad el que recibe la llamada; y 902, que paga toda la llamada el que la
realiza. Estas líneas no son baratas precisamente y hay que reseñar que tampoco
son individuales, es decir, son líneas asociadas a otras líneas tradicionales.
Esto significa que si conociéramos el número equivalente y dispusiéramos de
tarifa plana, podríamos marcarlo y nos saldría la línea novecientos
correspondiente sin que la llamada tuviera coste alguno, salvo, por si a
alguien se le ocurre probar y no le funciona, en los lugares donde se trabaje
con sistemas informáticos y los equipos estén configurados para que los
equivalentes no entren, que es lo que suele pasar, principalmente en los
organismos oficiales.
Las líneas
900 son las idóneas para solicitar información, gestionar documentos, acceder a
servicios, pero desgraciadamente son pocas, la mayoría son 901, cuando no
902, y de
un tiempo a esta parte, las entidades bancarias, los centros sanitarios, los
organismos locales, autonómicos y nacionales, van sustituyendo las 900, que son
gratuitas, por las 901 y 902, que son de pago. En pocas palabras: podemos matar
el tiempo de balde, desaburrirnos, cotillear, repetir el mismo chiste hasta que
pierda la gracia, pero si necesitamos solicitar un documento en un organismo
oficial, una cita médica, vez para renovar el carné, para pasar la revisión del
coche, para hacer la declaración de hacienda, dar la lectura del contador de la
luz a nuestra compañía y un sinfín de gestiones similares, tenemos que pagar.
Es fácil
deducir pues cómo las operadoras de telefonía nos cobran sus “regalitos” con
creces y quién les autoriza a hacerlo con engaños de esta naturaleza, por no
llamarlos
abusos, que
sería lo correcto.
Por lo
tanto, ni tarifas planas -las empresas deben cobrar su trabajo, y los clientes,
a precios razonables, debemos pagar sus servicios-, ni líneas 901 y 902 -los
organismos oficiales están obligados a facilitarnos los documentos que nos
exigen sin tener que volver a pagarlos porque es algo que ya pagamos con
nuestros impuestos-.
Autora:
María Jesús Sánchez Oliva. Salamanca, España misanchezoliva@gmail.com